El gusto por el ¡®pechopiedra¡¯ y otras desgracias
La mayor¨ªa del porno heterosexual que circula en redes es sexista, agresivo cuando no directamente violento, y convierte a las mujeres en pura carne
EN MI?juventud, para ver porno ten¨ªas que ir en persona a una hipercutre sala X, o bien comprar o alquilar cintas de v¨ªdeo en un sex shop o en la secci¨®n guarra de alg¨²n videoclub. Quiero decir que estabas obligado a dar la cara, a identificarte, a tener en tu casa las cintas, prueba f¨ªsica de tus actividades rijosas, cosa que para un adolescente no era c¨®moda ni f¨¢cil. La llegada de Internet, sin embargo, convirti¨® el porno online en un material totalmente accesible, en la intimidad de tu ordenador o incluso de tu m¨®vil. Lo cual ha hecho que, en tan s¨®lo 20 a?os (s¨ª, aunque nos parezca mentira, Internet surgi¨® ayer mismo), la educaci¨®n sexual de las nuevas generaciones haya cambiado de modo radical. Y esa mudanza ha pasado inadvertida hasta hace muy poco. Hoy ya es un fen¨®meno masivo: seg¨²n un estudio de la Universidad de las Islas Baleares, el 25% de los adolescentes espa?oles han visto porno antes de cumplir 13 a?os. Chicos y chicas.
?Y qu¨¦ porno! La gran mayor¨ªa del material heterosexual que circula en redes es sexista, agresivo cuando no directamente violento, y convierte a las mujeres en pura carne, un objeto despersonalizado que parece creado ¨²nicamente para el placer del hombre. Por no hablar adem¨¢s de que suele ser rid¨ªculo e imposible, con posturas circenses, miembros descomunales, gargantas como de boa constrictor y otras anomal¨ªas ?anat¨®micas y funcionales que hacen que luego los chavales, cuando llegan a tocar carne de verdad, se sientan decepcionados y humillados ante sus propias carencias y las de su pareja, en comparaci¨®n con las irreales patochadas que han visto.
Hace ya algunos a?os me di cuenta de que la p¨¦sima combinaci¨®n del porno online y de los pechos operados, otra tendencia tambi¨¦n popular en nuestros tiempos, estaba haciendo que a las nuevas generaciones de varones les atrajeran m¨¢s los senos artificiales, el t¨ªpico pechopiedra con un canal de Suez entre copa y copa, que los pechos naturales de las mujeres. Y es que, claro, han aprendido a excitarse y han descubierto su camino hacia el placer contemplando a esas actrices porno que, al tumbarse boca arriba en la cama, muestran dos c¨²pulas de San Pedro sobre las costillas, tan tiesas e inamovibles como el cemento. Escrib¨ª sobre esto en un art¨ªculo, lamentando esa perversi¨®n del sentido com¨²n y del erotismo.
Pero no todo lo referente a la educaci¨®n pornogr¨¢fica resulta tan chistoso. Seg¨²n el magn¨ªfico informe anual de la Fiscal¨ªa General del Estado que present¨® hace un par de semanas la fiscal Mar¨ªa Jos¨¦ Segarra, los delitos sexuales han experimentado un incremento del 23,2%. La Fiscal¨ªa muestra una preocupaci¨®n especial por las violaciones en grupo, un delito atroz que se ha convertido, dicen, en un ¡°fen¨®meno¡±. Consideran que est¨¢ relacionado con el consumo del porno online, ¡°donde se representa a la mujer cosificada¡±. Y la verdad es que resulta f¨¢cil asociar a esas manadas de energ¨²menos descerebrados que creen estar protagonizando su propia pel¨ªcula con las escenas, realmente parecidas, del porno m¨¢s mentalmente sucio.
En Movistar+ se est¨¢ emitiendo una miniserie de tres documentales titulada Madres haciendo porno. Se trata de cinco mujeres brit¨¢nicas con hijos entre los 6 y los 24 a?os a las que, primero, hicieron ver el porno que circu?la por las redes (se quedaron espantadas), para luego proponerles que rodaran ellas la pel¨ªcula er¨®tica que querr¨ªan que vieran sus hijos. Les ayud¨® en el proyecto la estupenda Erika Lust, una directora de cine sueca que vive en Barcelona. Erika es la figura m¨¢s conocida entre el pu?ado de profesionales innovadores que est¨¢n haciendo un cine para adultos no machista. Emma Morgan, la productora de los documentales, dijo en EL PA?S (la entrevista era de H¨¦ctor Llanos) que la serie les hab¨ªa ense?ado lo importante que era trabajar en la educaci¨®n sexual de los j¨®venes: ¡°Si los padres superaran su verg¨¹enza y charlaran con ellos de estos temas, el porno dejar¨ªa de ser un tab¨² y un placer prohibido. Y as¨ª perder¨ªa parte de su atractivo¡±. En fin, no digo que haya que sentarse a ver porno con tus hijos (horror, no se me ocurre nada m¨¢s antier¨®tico), pero a lo mejor les puedes regalar una pel¨ªcula de Erika Lust.
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