C¨ªclopes para la ciencia
Con la nomenclatura binomial, la de dos palabras, Linneo consigui¨® demostrar que clasificar es comprimir
Poner orden en la naturaleza, es decir, clasificarla en diferentes grupos, ha sido labor de gente meticulosa como Arist¨®teles o Carlos Linneo. Este ¨²ltimo consigui¨® hacer de la clasificaci¨®n biol¨®gica una ciencia que se conoce como taxonom¨ªa.
En 1735, Carlos Linneo public¨® su sistema natural de clasificaci¨®n de los tres reinos de la naturaleza. Ser¨ªa el primero de una serie de trabajos fundacionales en lo que se refiere a jerarqu¨ªas biol¨®gicas. Linneo lo hizo simplificando la nomenclatura, d¨¢ndole al nombre dos partes. Hasta entonces, los nombres ven¨ªan formados por varias palabras o polinomios. Con la nomenclatura binomial, la de dos palabras, Linneo consigui¨® demostrar que clasificar es comprimir.
En su trabajo Species Plantarum, escrito tambi¨¦n en lat¨ªn y publicado en 1753, las plantas son agrupadas partiendo de sus atributos morfol¨®gicos. Charles Darwin se sirvi¨® de dicha clasificaci¨®n para formular su teor¨ªa evolutiva. Sin duda alguna, la intuici¨®n de Linneo era la de un poeta, tal y como se refiri¨® a ¨¦l su compatriota, el dramaturgo sueco August Strindberg (1849-1912). ¡°Linneo era en realidad un poeta que se convirti¨® en naturalista¡±.
Nombrar las cosas es el primer paso para comprenderlas. Antes de Linneo y antes de Arist¨®teles, en ¨¦pocas m¨¢s antiguas, conocer el nombre de otra persona otorgaba poder sobre ella. Sin ir m¨¢s lejos, en el relato de Homero, la verdadera odisea empieza para Ulises cuando consigue escapar del C¨ªclope Polifemo y, una vez a salvo, se jacta de su haza?a, gritando su propio nombre ¡°Ulises de Itaca, el saqueador de ciudades, el vencedor de Troya...¡±.Aunque ha dejado al C¨ªclope en la oscuridad m¨¢s absoluta con la punta ardiente de una estaca, Ulises ignora que Polifemo sigue manteniendo su poder sobrenatural. No hay que olvidar que el gigante Polifemo es hijo del gran dios de los mares, mientras que ¨¦l, Ulises, es hijo de Laertes. ¡°Si te preguntan qui¨¦n ha cegado tu ojo, di que ha sido Ulises, hijo de Laertes¡±.
Revelar su nombre le saldr¨¢ caro al protagonista de La Odisea. El C¨ªclope no tardar¨¢ en condenar a Ulises, ech¨¢ndole una maldici¨®n de esas que s¨®lo se cumplen cuando se menciona el nombre de la persona a maldecir. De esta manera, la suerte est¨¢ echada para Ulises desde el mismo momento en que nuestro amigo escapa del peligro de Polifemo, y se hace a la mar con la arrogancia del que ignora y menosprecia el poder del enemigo.
El hilo mitol¨®gico se hace ¨²til a la ciencia cuando se trata de poner nombre a los descubrimientos biol¨®gicos. Sirva como ejemplo lo que ocurri¨® a mediados de los a?os 50 del siglo pasado, en Idaho, cuando los granjeros se asombraron ante el creciente nacimiento de ovejas con un s¨®lo ojo, una malformaci¨®n cromos¨®mica que se conoce como ciclop¨ªa, en referencia al C¨ªclope Polifemo. Once a?os despu¨¦s se descubri¨® que la causa de tal anormalidad se deb¨ªa al alcaloide t¨®xico de una planta que los animales hab¨ªan consumido en el forraje. La planta ten¨ªa nombre y apellidos, el binomio formado por Veratrum Californicum, y el alcaloide ser¨ªa bautizado con un nombre de resonancias mitol¨®gicas: Ciclopamina. De esta manera, bautizando as¨ª a la sustancia se hace alusi¨®n a la criatura mitol¨®gica que encerr¨® a Ulises en una cueva de la que lograr¨ªa escapar con astucia, entre la lana de un carnero.
Una vez m¨¢s, resulta curioso comprobar c¨®mo la ficci¨®n viene en ayuda de la realidad cient¨ªfica. Ambas son complementarias. No olvidemos que la f¨¢bula es lo real modificado por la imaginaci¨®n, y la imaginaci¨®n, a su vez, es consecuencia natural de la realidad. Algo parecido dec¨ªa Jorge Wagensberg.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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