Tragedia y farsa del independentismo

El 27 de septiembre de 2012, el Parlamento de Catalu?a aprob¨® una resoluci¨®n que defend¨ªa que ¡°Catalu?a debe iniciar una nueva etapa basada en el derecho a decidir¡±. En ella se inclu¨ªa un ep¨ªgrafe titulado Proceso para constituirse en nuevo Estado de Europa. El 23 de enero de 2013, la misma C¨¢mara a?adi¨® a esa reivindicaci¨®n una ¡°Declaraci¨®n de soberan¨ªa¡±. El 9 de noviembre de 2015, tomando como antecedentes las declaraciones de 2012 y 2013, el Parlament declar¨® ¡°solemnemente el inicio del proceso de creaci¨®n de un estado catal¨¢n independiente en forma de rep¨²blica¡±. Finalmente, el 27 de octubre de 2017, el Parlament vot¨®, aparentemente, la formalizaci¨®n de esa rep¨²blica. La por entonces presidenta de la c¨¢mara, Carme Forcadell, anunci¨® que se hab¨ªa aprobado la ¡°resoluci¨®n de la declaraci¨®n¡± de independencia que firmaron los diputados independentistas el 10 de octubre (de manera subrepticia en una sala adyacente a la sala de sesiones del Parlamento y minutos despu¨¦s de que el entonces presidente, Puigdemont, suspendiera la declaraci¨®n unilateral). Al d¨ªa siguiente los medios anunciaron, con estupefacci¨®n, que Catalu?a hab¨ªa declarado su independencia (m¨¢s o menos).

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EDITORIAL | Detr¨¢s del exceso

La ¨®smosis Batasuna-Torra

Tras a?os de escenificaciones y performances de falsa rebeld¨ªa, siempre desde las instituciones, el proc¨¦s tom¨® un giro tangible, con efectos reales: de simbolismo en simbolismo llegaron hasta la realidad. Decida lo que decida el Tribunal Supremo (si hubo rebeli¨®n o no), los l¨ªderes independentistas hoy fugados y en prisi¨®n preventiva aprendieron en oto?o de 2017 que las palabras, especialmente en una c¨¢mara de representantes, tienen efectos pol¨ªticos y jur¨ªdicos.

Es algo que parecen haber olvidado los diputados que la semana pasada aprobaron en el Parlament varias resoluciones que defend¨ªan la ¡°legitimidad de la desobediencia civil e institucional¡± (las comillas son m¨ªas, la incoherencia radical es suya), criticaban la represi¨®n del Estado y la detenci¨®n de varios miembros de los CDR acusados de terrorismo y promov¨ªan una ley de amnist¨ªa para los pol¨ªticos presos.

El independentismo cerr¨® filas en torno a los suyos y promovi¨® el conspiracionismo, como ya hizo tras los atentados de Barcelona. La bronca en el Parlament record¨® a los d¨ªas 6 y 7 de septiembre de 2017. Dos a?os despu¨¦s del refer¨¦ndum del 1-O, una performance simb¨®lica con importantes efectos reales, el independentismo cree que le puede servir la estrategia pre-2017: provocar al Gobierno y decidir el siguiente paso a partir de su reacci¨®n. Pero esta vez es diferente. Ahora el independentismo sabe, o deber¨ªa saber, que no es lo mismo Gobierno que Estado. El independentismo dio un golpe posmoderno (ambiguo, a plazos, siempre con alguna coartada) y el Estado, que no suele ir de farol, le respondi¨® con una respuesta moderna (mediante la ley). La detenci¨®n de los CDR es el ¨²ltimo ejemplo de ello y demuestra que la ¡°desobediencia institucional¡± (un eufemismo de ¡°tiran¨ªa¡±) puede tener efectos siniestros m¨¢s all¨¢ de las instituciones.