El ¡®caso Eugenio¡¯: cuando las risas del p¨²blico ocultan la vida tr¨¢gica del comediante
18 a?os despu¨¦s de su muerte, un documental desvela una trayectoria llena de vac¨ªo y experiencias traum¨¢ticas que lo emparenta con otros humoristas de existencia triste
¡°El humor no es cuando uno est¨¢ contento. El humor verdadero sale de penas, de desgracias. En ese momento es cuando uno demuestra que tiene sentido del humor. Y es cuando tiene que salir el humor. En los momentos tr¨¢gicos¡±. Lo dijo?Eugenio Jofra Bafalluy (Barcelona, 1941-2001) en una entrevista en televisi¨®n poco despu¨¦s de que su primera mujer y gran amor de su vida, Conchita Alcaide, falleciese de c¨¢ncer en mayo de 1980. La frase toma en su boca todo el sentido: el estilo de Eugenio era seco, monocorde y casi f¨²nebre. Siempre vestido de negro, en un escenario apenas iluminado y texturizado con el humo de un cigarrillo (junto a una copa de whisky sobre una mesa alta), su espect¨¢culo alcanzaba la genialidad por los silencios, m¨¢s que por las palabras. El domingo por la noche, tras la emisi¨®n en La 2 del documental Eugenio, blanco o negro, de ?scar Moreno y Jordi Rovira, Eugenio volvi¨® a la vida en Twitter durante unas horas.
Eugenio comenz¨® cantando junto a su esposa Conchita, pero el due?o del pub en el que ten¨ªan un contrato de unos meses durante 1972 se dio cuenta r¨¢pidamente de que la respuesta del p¨²blico ante las peque?as historias y an¨¦cdotas que contaba Eugenio entre canci¨®n y canci¨®n eran excelentes. Una noche en que Conchita tuvo que ausentarse por la enfermedad de su madre, el due?o le dijo a Eugenio que pod¨ªa salir ¨¦l solo, pero para contar chistes.
"Los humoristas no tienen por qu¨¦ ser graciosos en su vida, solo en su trabajo. En 'Muertos de risa' hab¨ªa un personaje que dec¨ªa: 'El humor no tiene ni puta gracia'. Es como si yo tuviera que llegar a mi casa y ponerme a dirigir"
Alex de la Iglesia, director y guionista
Fue el inicio de una carrera mete¨®rica. De llenar aquel peque?o pub a reventar teatros en Barcelona. De los peque?os locales a las cintas de casete con sus chistes que se agotaban en las gasolineras. Y de arrasar en el circuito de las salas de fiestas a dar el salto a la televisi¨®n en 1980. Ese mismo a?o, con 38 y mientras encontraba por fin el ¨¦xito nacional, Eugenio se qued¨® viudo y con dos hijos. Y esa misma noche en que su esposa muri¨®, para sorpresa del p¨²blico y de su propia familia, se subi¨® a un escenario en Valencia para contar chistes. El humor, de forma m¨¢s manifiesta y literal que nunca, se convierte en ant¨ªdoto contra el dolor. Pero m¨¢s tarde, como es casi un lugar com¨²n en las historias de ¨¦xito, fama y millones, llegar¨¢n otros ant¨ªdotos mucho m¨¢s peligrosos.
A?os ochenta. A la vez que Eugenio se hace millonario, se compra una gran casa en las monta?as de Barcelona, se vuelve a enamorar y tiene otro hijo. La noche y la coca¨ªna se convierten en compa?eras habituales. A?os noventa. Tras su segundo matrimonio con una mujer que conoce en la televisi¨®n, comienza una etapa de sequ¨ªa creativa y falta de autoestima regada con alcohol y drogas. Sus excesos hacen que el humorista entre y salga de los hospitales de forma reiterada.
A finales de los noventa, necesitado de dinero para pagar las facturas, Eugenio vuelve con ¨¦xito a los locales barceloneses y tambi¨¦n a la televisi¨®n, gracias a su reaparici¨®n en programas tan populares como Cr¨®nicas marcianas. Pero ya no es lo mismo: el vaso ya no es de?whisky, sino de limonada, y en sus espect¨¢culos hay habituales lagunas y despistes que intenta salvar con su talento natural para ¨Cprecisamente¨C los silencios. En 2001, a los 59 a?os, fallece de un ataque al coraz¨®n al desplomarse en un restaurante de Barcelona. Su hijo Gerard, en el documental, afirma que su padre muri¨® ¡°de pena¡±. ¡°?l vivi¨® un drama durante toda su vida que intent¨® enmascarar haciendo re¨ªr a los dem¨¢s¡±.
Es una de las definiciones m¨¢s acertadas de la inevitable sombra tr¨¢gica que acompa?a a algunos de los c¨®micos m¨¢s famosos de todos los tiempos, que empieza en Charlie Chaplin (Londres, 1889 -?Corsier-sur-Vevey, Suiza, 1977) y termina, por ahora, en Robin Williams (Chicago, 1951 - California, 2014). Hay en la historia de la comedia ejemplos de grandes estrellas que hicieron re¨ªr a millones mientras llevaban vidas solitarias y tristes, de carreras gloriosas que ocultaban los demonios de la adicci¨®n y que en algunos casos terminaron con el suicidio.
En 2015 el director Kevin Pollack estren¨® el documental Misery Loves Comedy, que precisamente habla de la triste tradici¨®n de comediantes estadounidenses que encontraron humor escarbando en las experiencias m¨¢s tristes de su vida. ?El ejemplo m¨¢s extremo? En 1980 el c¨®mico estadounidense Richard Pryor (Illinois, 1940 - California, 2005) se prendi¨® fuego cuando fumaba coca¨ªna y beb¨ªa ron y sufri¨® graves quemaduras en gran parte de su cuerpo. Dos a?os despu¨¦s, con las cicatrices a¨²n en su piel, dedic¨® un mon¨®logo a re¨ªrse de aquella experiencia que casi lo mata.
¡°Claro que la tristeza es una fuente creativa para el humor. Hace a?os una persona que yo quer¨ªa much¨ªsimo me dej¨® tirado y me quer¨ªa cortar las venas, no solo las m¨ªas, las de todo mi bloque de vecinos. ?Y sabes c¨®mo acab¨¦? Ri¨¦ndome de m¨ª mismo y escribiendo una obra de teatro gracias a este asunto¡±
Mill¨¢n Salcedo
Los ejemplos de c¨®micos famosos en todo el mundo con vidas llenas de tragedia (como Joan Rivers, cuyo marido se suicid¨®), que sucumbieron a las drogas (Chris Farley, John Belushi o Lenny Bruce) o que decidieron acabar con la suya (Freddie Prinze o Robin Williams) son abundantes, pero tenemos ejemplos nacionales y mucho m¨¢s cercanos. Y el patr¨®n es tan com¨²n que en ciertos clubes de comedia estadounidenses como Laugh Factory (factor¨ªa de la risa), una cadena de teatros dedicados al humor con presencia en varias ciudades, hay un programa interno de terapia para sus empleados.
¡°Todos las hemos pasado canutas. Somos los hijos de una guerra fratricida y de la posguerra¡±, declar¨® el c¨®mico Mill¨¢n Salcedo, parte de Martes y 13, a ICON en 2018 cuando fue preguntado por la relaci¨®n entre desgracia personal y comedia. ¡°Claro que la tristeza es una fuente creativa para el humor. Hace a?os una persona que yo quer¨ªa much¨ªsimo me dej¨® tirado y me quer¨ªa cortar las venas, no solo las m¨ªas, las de todo mi bloque de vecinos. ?Y sabes c¨®mo acab¨¦? Ri¨¦ndome de m¨ª mismo y escribiendo una obra de teatro gracias a este asunto¡±, nos cont¨® Mill¨¢n Salcedo. Lina Morgan es, probablemente, la c¨®mica m¨¢s famosa que ha dado Espa?a. Encaden¨® ¨¦xitos en cine, televisi¨®n y teatro durante cuatro d¨¦cadas, se hizo famosa y millonaria, se compr¨® su propio teatro y vio como a?o tras a?o las encuestas de popularidad demostraban que era una de las espa?olas m¨¢s queridas por el p¨²blico. Pero su vida siempre fue sombr¨ªa y solitaria.
¡°La vida se ha portado rematadamente mal conmigo¡±, confes¨® a El Mundo en una entrevista promocional de Hostal Royal Manzanares. Mientras Morgan triunfaba con esa serie donde hac¨ªa re¨ªr a casi nueve millones de espectadores, intentaba salir de la profunda depresi¨®n en que la hab¨ªa sumido la muerte de su hermano, Jos¨¦ Luis, en 1996.
El ejemplo se repite con otras de nuestras grandes estrellas de la comedia. Andr¨¦s Pajares (Madrid, 1940), uno de los actores c¨®micos m¨¢s taquilleros de la historia de Espa?a (de la mano de Fernando Esteso) y que mostr¨® tambi¨¦n talento para el drama en pel¨ªculas como Ay, Carmela (Carlos Saura, 1990), ha tenido una vida familiar tumultuosa llena de peleas y desencuentros con sus hijos y exmujeres. En 2008 los medios de comunicaci¨®n hicieron caja detallando algunos problemas mentales que le hicieron tocar fondo y dejaron la imagen m¨¢s triste y perturbadora de uno de los comediantes m¨¢s queridos del pa¨ªs.
En 1999, Alex de la Iglesia estren¨® Muertos de risa, una tragicomedia que, de alg¨²n modo, habla de la figura del payaso triste. "Los humoristas no tienen por qu¨¦ ser graciosos en su vida, solo en su trabajo", asegur¨® en una entrevista. "En Muertos de risa hab¨ªa un personaje que dec¨ªa: 'El humor no tiene ni puta gracia'. Es como si yo tuviera que llegar a mi casa y ponerme a dirigir".
Es precisamente eso, la incapacidad del p¨²blico para diferenciar de la persona y la estrella, la que hace complicado aceptar que alguien que levanta carcajadas ante el p¨²blico pueda tener una vida tr¨¢gica cuando se cae el tel¨®n. La c¨®mica Joan Rivers (Nueva York, 1933-2014) lo expres¨® mejor que nadie cuando, en medio de un show en Wisconsin en 2011, un espectador se levant¨® indignado de su asiento despu¨¦s de que ella hiciese un chiste sobre una ni?a sorda al grito de: "?Eso no ha sido divertido! ?Yo tengo un hijo sordo!". Rivers le chill¨® desde el escenario: "?S¨ª, es divertido, y si t¨² no lo eres, l¨¢rgate! ?Mi madre era sorda, est¨²pido! ?D¨¦jame decirte qu¨¦ es la comedia! ?La comedia consiste en hacer a todo el mundo re¨ªr y que as¨ª podamos lidiar con nuestras vidas!". Aplausos del p¨²blico y, al final, un nuevo chillido de Joan: "?Idiota!".
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