El retorno de los guardaespaldas
Las escoltas policiales vuelven a Catalu?a a escudar a personalidades p¨²blicas cr¨ªticas del Govern
Las escoltas policiales acaban de volver a Catalu?a. Hab¨ªan quedado reducidas a un m¨ªnimo imprescindible de altos cargos desde 2014: cuando se produjo la comunicaci¨®n p¨²blica del cese definitivo del terrorismo etarra.
Ahora han vuelto a escudar a personalidades p¨²blicas cr¨ªticas del Govern y de la radicalizaci¨®n del proc¨¦s por cuenta de algunos CDR. Y lo hacen a iniciativa de los Mossos. Una de las personas objeto ahora de escolta, que no vivi¨® los peores a?os de amenazas de la banda, confiesa privadamente a este columnista su desaz¨®n:
¡ª?No s¨¦ muy bien c¨®mo comportarme cuando llevo al chaval al cole, bajo protecci¨®n policial.
Es una sensaci¨®n extra?a, de recorte de libertad, que jam¨¢s habr¨ªa vislumbrado, comenta. Y que se produce a?os despu¨¦s de que muchos otros la hayan superado. Aunque pocos saben del nuevo fen¨®meno, no hay un electrocardiograma m¨¢s preciso que este para simbolizar el salto cualitativo operado en una parte del movimiento indepe desde el 1-O de hace dos a?os al momento actual.
El oto?o levantisco de 2017 culmin¨® (aunque en fracaso) una fase de la agudizaci¨®n nacionalista: la que convirti¨® a muchos ciudadanos de orden, clase media e inclinaciones ideol¨®gicas incluso moderadas en practicantes de una ins¨®lita desobediencia.
Solo un sector limitado se dej¨® llevar por los des¨®rdenes p¨²blicos activos, m¨¢s bien reactivos que surgidos a iniciativa propia. Y ello, bajo la direcci¨®n de una ¨¦lite enfebrecida creyendo que sus enso?aciones cristalizar¨ªan de inmediato, sin echar cuenta de la potencia de la democracia, la negativa de Europa, y el rechazo del mundo econ¨®mico y de la mayor¨ªa ciudadana a la abrupta e ilegal secesi¨®n unilateral.
Desde entonces, hemos transitado un bienio de fragmentaci¨®n social. De enconamiento interno entre los partidos y grupos indepes. De un notorio reflujo de la movilizaci¨®n, que sigue empero nutrida. Y ¡ªen aparente contradicci¨®n pero coherencia con eso¡ª de un encrespamiento minoritario de n¨²cleos de CDR que empezaron con violencias callejeras, escraches y amenazas. Y que ahora dan signo de haber emprendido un nuevo salto cualitativo, mucho m¨¢s peligroso.
Los indicios que afloran en los trabajos judiciales sobre los detenidos de hace una semana no son definitivos, por incompletos para la ciudadan¨ªa y por constituir solo los primeros pasos de un proceso que deber¨¢ ser inequ¨ªvocamente garantista.
Pero s¨ª son muy inquietantes para la suerte de los protagonistas: especialmente porque derivan de confesiones de parte, y de un milim¨¦trico seguimiento de seguridad como seguramente nunca se hab¨ªa registrado en Catalu?a, a diferencia de Euskadi.
La reacci¨®n exculpatoria sin m¨¢s cautelas emprendida por los dirigentes soberanistas y los te¨®ricos gobernantes entra?a seguramente una torpeza fruto de la incertidumbre sobre lo que pueda desvelarse. Mejor as¨ª negarlo todo de un plumazo, dar cuerda al calendario y luego ya se improvisar¨¢ seg¨²n como vaya la cosa, parecen cogitar.
La minimizaci¨®n de la violencia en ciernes relatada y el intento de ridiculizar una investigaci¨®n judicial que en sus t¨¦rminos actuales pone los pelos de punta son fruto de una nueva fase pol¨ªtica reci¨¦n estrenada. Aquella en que se crean confusas zonas de superposici¨®n. Entre dos actores. Uno es la estrecha minor¨ªa tentada por el aventurerismo de la violencia de alto grado; o bien entregada a su preparaci¨®n, bajo las trazas o referencias de los rescoldos de la desaparecida organizaci¨®n terrorista Terra Lliure.
El otro es la blanda tolerancia, la condescendencia endog¨¢mica, la pasividad benevolente o los gui?os de sinton¨ªa en sordina de los dos aparentes presidents (ninguno efectivo), Carles Puigdemont y Quim Torra, con esas corrientes. Esto es lo que va de anteayer a hoy.
Y es la piedra fundacional de la nueva etapa que avizora inexorablemente un desastre, para algunos o para muchos. La descodifica a la perfecci¨®n la novedad del retorno de los guardaespaldas. Y m¨¢s en tanto que se produce a iniciativa de los propios Mossos.
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