Cuando Sin¨¦ad O'Connor rompi¨® la foto del Papa: cr¨®nica de una lapidaci¨®n p¨²blica
Hoy, 3 de octubre de hace 27 a?os, la cantante irlandesa rompi¨® una foto del papa Juan Pablo II. Lo hizo ante millones de espectadores y recibi¨® la condena p¨²blica m¨¢s grande que se recuerda en el pop
El grueso de esta historia no tiene nada que ver con Prince (1958-2016), pero no se entiende su comienzo sin ¨¦l. As¨ª va la cronolog¨ªa de los hechos: en 1985 The Family, uno de los grupos paralelos que ten¨ªa Prince para dar salida a su super¨¢vit compositivo, publica su ¨²nico disco, entre cuyas canciones se encuentra una balada llamada Nothing Compares 2 U (¡°Nada es comparable a ti¡±). Solo dos sencillos salen del ¨¢lbum y ninguno de ellos es esa canci¨®n. Prince no es el cantante: es Paul Peterson, que canta imitando su estilo. El ¨¢lbum pasa sin pena ni gloria.
"Mi nombre es Sinead O¡¯Connor. Soy una mujer irlandesa. Y soy una ni?a de la que abusaron. La ¨²nica raz¨®n por la que abr¨ª la boca para cantar fue para poder contar mi historia y para asegurarme de que alguien la escuchar¨ªa"
En 1987 una cantante irlandesa llamada Sin¨¦ad O¡¯Connor (Glenageary, Irlanda, 1966) lanza su primer ¨¢lbum. The Lion and the Cobra conquista a la cr¨ªtica gracias a baladas exquisitas como Troy y n¨²meros pop/rock tan electrizantes como Mandinka. Acaba siendo saludado por medios como Pitchfork como uno de los mejores discos de la d¨¦cada de los ochenta.
En 1990 O¡¯Connor lanza su segundo disco y recupera esta joya oculta escrita por Prince para versionarla. Nothing Compares 2 U pasa de ser una bonita balada de desamor a un devastador himno sobre la p¨¦rdida. Donde Peterson cantaba con romanticismo impostado, Sin¨¦ad lo hace con rabia y tristeza. Prince la hab¨ªa escrito pensando en una exnovia, pero Sin¨¦ad, seg¨²n cuenta m¨¢s tarde, se la dedica a su madre, que hab¨ªa muerto tres a?os antes y con la que nunca hab¨ªa tenido una buena relaci¨®n. Durante la grabaci¨®n del v¨ªdeo, consistente en un hipn¨®tico primer plano de su rostro, las l¨¢grimas caen de su mejilla justo cuando canta: ¡°Todas las flores que plantaste, mam¨¢, en el jard¨ªn del patio, se murieron el d¨ªa en que te fuiste¡±.
No estaba planeado, pero las l¨¢grimas se quedan en el v¨ªdeo, que pasa a ser, como la canci¨®n, un cl¨¢sico. Sin¨¦ad, en resumen, la hace completamente suya y el p¨²blico nota esa conexi¨®n emocional poco habitual entre una artista y una canci¨®n que no ha escrito ella: el tema es n¨²mero uno en 20 pa¨ªses y solo en Estados Unidos el ¨¢lbum que la contiene, I do not want what i haven¡¯t got, vende dos millones de copias en dos meses. En Espa?a, supera los 100.000 ejemplares.
El 22 de septiembre de 1992 Sin¨¦ad lanza Am I not your girl?, su tercer disco. Y el 3 de octubre de ese mismo a?o act¨²a en el programa c¨®mico Saturday Night Live, una instituci¨®n de la cadena NBC que lleva 44 a?os en antena, para promocionarlo. Esa noche, en cuesti¨®n de segundos, su estrella se apaga para siempre.
O¡¯Connor, que ya era una figura del pop con 26 a?os, canta una versi¨®n a capela (o sea, sin m¨²sica) de War, de Bob Marley. Como en el caso de Nothing Compares 2 U, O¡¯Connor transfigura la canci¨®n: de alegre himno de uni¨®n a ritmo de reggae a discurso ¨¢rido y l¨²gubre sobre el estado del mundo, todo ello en un plano est¨¢tico durante tres minutos y diecisiete segundos. Al final, tras la parte en la que canta ¡°ni?os, ni?os, ?pelead!¡± y ¡°tenemos confianza en la victoria del bien sobre el mal¡±, alza una foto del papa Juan Pablo II. A continuaci¨®n la rompe en dos pedazos, despu¨¦s en cuatro, al final en ocho ¨Cel sonido del papel desgarr¨¢ndose recogido con precisi¨®n por el micr¨®fono¨C y los arroja hacia la c¨¢mara al grito de: ¡°?Luchad contra el verdadero enemigo!¡±.
Al contrario que Madonna y su calculado plan para escandalizar, O¡¯Connor solo necesit¨® romper una foto para lograr que la opini¨®n p¨²blica no dejase de hablar de ella. Pero, al contrario que Madonna, esta controversia no la benefici¨®
El plano se aleja, mostrando a una Sin¨¦ad completamente sola en el escenario oscuro (no hab¨ªa m¨²sicos) y a la que nadie aplaude. Los carteles que se activan ante las gradas del p¨²blico cuando llega el momento de aplaudir nunca llegan a encenderse. El silencio es absoluto. Todo lo contrario que en la sala de controles del estudio 8 del Rockefeller Plaza de Nueva York, donde se grababa el programa. All¨ª se ha desatado el caos.
No ten¨ªan ni idea de lo que Sin¨¦ad iba a hacer. En un pa¨ªs en el que el directo es la excepci¨®n (Saturday Night Live es uno de los pocos programas de m¨¢xima audiencia que no son previamente grabados), el gesto de O¡¯Connor los pill¨® desprevenidos. Seg¨²n el productor ejecutivo del programa. Lorne Michaels, el equipo se sinti¨® traicionado. No solo porque la cantante cambi¨® la canci¨®n a ¨²ltima hora (en principio iba a cantar una de Bob Dylan acompa?ada de una gran banda de m¨²sicos que ya estaba contratada), sino porque en los ensayos lo que sacaba de su bolsillo al final de la actuaci¨®n era la imagen de un ni?o refugiado bosnio que mostraba a c¨¢mara. ¡°La cadena estaba furiosa conmigo¡±, cont¨® Michaels, ¡°porque pensaron que estaba haciendo apolog¨ªa de propaganda anticat¨®lica. Tal vez Sin¨¦ad no sab¨ªa que este es un programa c¨®mico. Romper una foto del Papa mata la comedia, rompe el esp¨ªritu de la noche¡±.
Las preocupaciones del p¨²blico iban m¨¢s all¨¢ de la alternancia entre g¨¦neros dram¨¢ticos. La reacci¨®n contra O¡¯Connor en Estados Unidos fue absolutamente cruel y desmedida. La cadena NBC recibi¨® 4.400 llamadas (solo siete de ellas para apoyarla) y las portadas de tabloides como New York Daily News titularon al d¨ªa siguiente, junto a una foto de O¡¯Connor: ¡°Terror Sagrado¡±. Siete d¨ªas despu¨¦s, en una nueva entrega de Saturday Night Live, el actor Joe Pesci fue el encargado del mon¨®logo inicial. Todos los ojos estaban puestos sobre el programa, famoso por no amedrentarse a la hora de lidiar con sus propias pol¨¦micas. El int¨¦rprete de Uno de los nuestros y Solo en casa dijo: ¡°Antes de empezar, hay un asunto que quiero comentar. Hubo un incidente en este programa la semana pasada. Sinead O¡¯Connor hizo pedazos una foto del?Papa y creo que eso est¨¢ mal, as¨ª que ped¨ª a alguien que pegase los trozos. Aqu¨ª est¨¢¡±.
En 2017 un alarmante v¨ªdeo de 12 minutos con una Sin¨¦ad llorosa que hablaba del suicidio alarm¨® a sus admiradores. Hemos visto a estrellas tocas fondo, pero nunca tan en bruto y tan de cerca como ese v¨ªdeo de Sin¨¦ad
Pesci muestra al p¨²blico la foto recompuesta y, esta vez s¨ª, los carteles de aplauso se encienden y el p¨²blico obedece. A continuaci¨®n, Pesci a?ade: ¡°Ya est¨¢, caso cerrado. Solo una cosa: me alegro de que no haber estado yo aqu¨ª, ?porque si llego a estar aqu¨ª le hubiese dado un tortazo!¡±. M¨¢s risas y m¨¢s aplausos. Era 1992 y el desaire a un?Papa provocaba un respingo. No fue la ¨²nica figura reconocida que la conden¨® p¨²blicamente. Madonna aparece en esta historia como una inesperada cr¨ªtica de O'Connor: ¡°Creo que hay mejores maneras de exponer sus ideas que hacer trizas una imagen que representa mucho para otra gente¡±. Meses despu¨¦s, Madonna se burl¨® de la escena al repetirla en el programa, pero esta vez rompiendo una imagen de Joey Buttafuoco (el hombre que se enamor¨® de una menor que acab¨® disparando a su esposa en Long Island).
Es curioso que Madonna, una mujer que no solo hab¨ªa jugado con los s¨ªmbolos religiosos en los ochenta, sino que estaba en plena ¨¦poca de Sex y Erotica, la m¨¢s controvertida de su carrera, pensase que Sinead O¡¯Connor hab¨ªa ido demasiado lejos. Lo que era seguro es que Sin¨¦ad la hab¨ªa adelantado por la derecha: al contrario que Madonna y su calculado plan para escandalizar a los estadounidenses biempensantes, O¡¯Connor solo necesit¨® romper una foto para lograr que la opini¨®n p¨²blica no dejase de hablar de ella. Pero tambi¨¦n, al contrario que Madonna, esta controversia no la benefici¨® en absoluto.
Uno de los momentos m¨¢s duros de esta historia tiene lugar dos semanas despu¨¦s de la famosa actuaci¨®n. El 16 de octubre de 1992, Sin¨¦ad aparece en un concierto en homenaje a Bob Dylan celebrado en el Madison Square Garden de Nueva York. Despu¨¦s de que el cantante Kris Kristofferson (una de las pocas figuras p¨²blicas que la defiende) la presente, comienza un abucheo que se extiende durante minutos. La m¨²sica comienza a sonar, pero Sin¨¦ad pide con una se?al a los m¨²sicos que paren, porque no puede cantar con ese sonido ensordecedor de la masa conden¨¢ndola. Si la escena es tan significativa es porque Sin¨¦ad no est¨¢ en un estado conservador rodeado de familias creyentes, no: est¨¢ en Nueva York, el basti¨®n liberal de Estados Unidos y en un concierto homenaje a Bob Dylan, el gran s¨ªmbolo antibelicista y muso del esp¨ªritu libertador. La escena no es solo dolorosa, tambi¨¦n dif¨ªcil de creer.
Sin¨¦ad canta, finalmente. De nuevo, la versi¨®n de War de Bob Marley. Tiene que hacerlo chillando para que se la escuche sobre los abucheos. Y al final no rompe nada: en su lugar, se derrumba llorando en los brazos de Kristofferson. Las columnas de opini¨®n siguen destroz¨¢ndola. En las grandes ciudades hay apisonadoras que hacen a?icos sus vinilos, casetes y ced¨¦s. Nunca la condena p¨²blica a un artista ha sido tan desmedida.
El 24 de octubre, O'Connor decide enviar un comunicado a varios medios brit¨¢nicos y estadounidenses para explicarse. Su carta empieza as¨ª:
Querido quien seas,
mi nombre es Sinead O¡¯Connor. Soy una mujer irlandesa. Y soy una ni?a de la que abusaron. La ¨²nica raz¨®n por la que abr¨ª la boca para cantar fue para poder contar mi historia y para asegurarme de que alguien la escuchar¨ªa.
Abrir su coraz¨®n y contar su propia experiencia como v¨ªctima de abuso infantil no sirvi¨® de mucho. La gira que Sin¨¦ad ten¨ªa planeada por Estados Unidos para presentar su tercer ¨¢lbum fue cancelada. Su siguiente disco, Universal Mother, solo lleg¨® al n¨²mero 36 de las listas en aquel pa¨ªs y no tuvo un gran impacto comercial en ning¨²n lugar del mundo. No publicar¨ªa otro hasta el a?o 2000. Desde entonces, Sin¨¦ad alterna buenos discos de diferentes g¨¦neros (folk, reggae, rock o m¨²sica religiosa) con episodios de su vida que la prensa sigue utilizando para vender, como la p¨¦rdida de la custodia de uno de sus hijos, su conversi¨®n al Islam, su desaparici¨®n durante casi un d¨ªa en 2016 o sus problemas mentales.
En 2017 un alarmante v¨ªdeo de 12 minutos con una Sin¨¦ad llorosa que hablaba de suicidio alarm¨® a sus admiradores. Hemos visto a estrellas tocas fondo, pero nunca tan en bruto y tan de cerca como ese v¨ªdeo. Mientras algunos medios se lo tomaban como su ¨²ltima excentricidad, otros articulistas le agradec¨ªan que mostrase de manera tan franca y cercana en qu¨¦ consist¨ªa la enfermedad mental. Probablemente sin saberlo, Sin¨¦ad estaba dando voz y rostro a un problema que afecta y averg¨¹enza a millones de personas.
Aquella noche de 1992 hizo lo mismo. Y le cost¨® su carrera, pero tambi¨¦n la convirti¨® en una especie de hero¨ªna adelantada a su tiempo. Leer hoy los comentarios que suscita aquella actuaci¨®n en redes sociales o en los v¨ªdeos de YouTube que existen es una experiencia asombrosa: todos alaban a la cantante por denunciar ante millones de espectadores una realidad espantosa a la que los grandes poderes prefer¨ªan no mirar. En Irlanda, seg¨²n una comisi¨®n de investigaci¨®n concluy¨® en 2009, m¨¢s de 25.000 menores sufrieron abuso sexual por parte de 400 curas durante d¨¦cadas ante los que la Iglesia hizo o¨ªdos sordos. Juan Pablo II no enton¨® algo levemente parecido a una disculpa hasta 2001, nueve a?os despu¨¦s de que Sin¨¦ad rompiese su foto en pedazos.
Sin¨¦ad, que prepara nuevo disco para 2020, ten¨ªa argumentos, vivencias personales y una intenci¨®n para hacer lo que hizo en 1992. Pero los medios ya la hab¨ªan dibujado como una desequilibrada y una alborotadora para aquel entonces como para nadie pudiese pensar en ello. Pero siempre hay gente que se antepuso ante el ruido para escuchar cuidadosamente a Sin¨¦ad. Su siguiente sencillo tras el esc¨¢ndalo, Thank you for hearing me (1994), parece dirigirse a todos ellos. La letra dice: "Gracias por escucharme, gracias por quererme, gracias por mirarme, gracias por no dejarme".
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