Las mujeres que cazaron mariposas con un rev¨®lver y una navaja bajo la falda
Una obra recopila la historia de 51 naturalistas y entom¨®logas que lucharon contra los prejuicios
Hubo una ¨¦poca durante la cual para entender la ciencia se dibujaba la naturaleza. Para ser cient¨ªfico, en parte, se ten¨ªa que ser artista. Esto es lo que inspiran las primeras p¨¢ginas del libro Pasi¨®n por los insectos: Ilustradoras, aventureras y entom¨®logas (Turner, 2019) de Xavier Sistach, especialista en historia natural antigua de los insectos y colaborador del Museo de Zoolog¨ªa de Barcelona. Los dibujos al inicio de la obra son las pinceladas de muchas naturalistas cuyos nombres se quedaron siglos en la oscuridad, pero que fueron pioneras en el estudio de la naturaleza.
Entre ellas se encuentran Miriam Rothschild, la primera en resolver el mecanismo del salto de la pulga, Maria Sibylla Merian, precursora de la entomolog¨ªa sobre insectos vivos, Mary Kingsley, una exploradora que se fue a ?frica con un rev¨®lver y una navaja bajo la falda,?y la lista es mucho m¨¢s larga. El entom¨®logo catal¨¢n vuelve a dar vida a 51 mujeres de generaciones y naciones distintas, unidas por la misma pasi¨®n y desde?adas por la mentalidad del pasado. ¡°Lo que hac¨ªa una mujer se consideraba menor y ellas tem¨ªan publicar por miedo a ser despreciadas¡±, explica Sistach. El especialista no escribi¨® la obra por cuestiones de g¨¦nero sino porque fueron ¡°grand¨ªsimas investigadoras¡±.
Los insectos se ve¨ªan como las ¡°bestias del diablo¡± y la mujer que se interesara en ellos como "fea" o indigna. El autor asocia el temor del humano a los insectos, a¨²n presente, a su ignorancia.?Estos seres vivos pican la piel, chupan la sangre e incluso transmiten enfermedades y matan.?¡°Pero las personas solo conocen los insectos que les rodean. Si observaran la naturaleza se dar¨ªan cuenta de la variedad y de la belleza de esos seres vivos¡±, explica.
En busca de un nuevo mundo
Muchas mujeres, desde el siglo XVII, entendieron esa din¨¢mica. Mar¨ªa Sibylla Merian viaj¨® sola a los 52 a?os a Surinam y dibuj¨® con rigor unos 200 insectos. La experta describe sus observaciones como si fuesen trucos de magia y los insectos hadas al estilo de Campanilla: ¡°Una vez su piel se dividi¨® sobre el dorso, salieron moscas verdes con alas transparentes¡±. El trabajo de la ilustradora careci¨® de reconocimiento durante tres siglos. Algunos hombres dijeron que comet¨ªa errores graves debido a su falta de formaci¨®n y por ser mujer, pero luego se comprob¨® que sus descripciones eran exactas.
La vuelta al mundo se asocia a la expedici¨®n mar¨ªtima del siglo XVI de Fernando de Magallanes y Juan Sebasti¨¢n Elcano?o la novela c¨¦lebre de Julio Verne. El nombre de Ida Laura Pfeiffer no le suena a mucha gente. Fue una viajera y naturalista que recorri¨® dos veces el mundo sola a bordo de veleros, caballos, camellos o a pie, en busca de nuevas especies. Aunque sin formaci¨®n cient¨ªfica, esta mujer del siglo XIX ten¨ªa un agudo conocimiento porque vivi¨® literalmente con los insectos: ¡°Ida no solo los recolect¨® y observ¨®, sino que tambi¨¦n los padeci¨®¡±, escribe Sistach.
Las viajeras se enfrentaron a peligros como el canibalismo, a problemas de insalubridad y a enfermedades de las cuales algunas murieron. La exploradora y escritora Mary Kingsley lleg¨® a matar a un elefante furioso con un rifle y se paseaba por una ?frica insegura, con una navaja y un rev¨®lver bajo la falda. En tiempos de guerra y conquistas, todas cazaban mariposas e insectos en general bajo la mirada de una sociedad regida por hombres.?
Los cient¨ªficos ya no viajan igual y no tienen los mismos dotes de observaci¨®n, cuenta Sistach. El experto echa de menos la aventura, el descubrimiento de un mundo que sorprenda y que promueva la curiosidad. ¡°Ahora todo es m¨¢s uniforme. El mundo ya no es lo que era. La ciencia deber¨ªa recuperar la humanidad del pasado. Descubrir nuevas especies es muy dif¨ªcil actualmente porque la naturaleza desaparece¡±, asegura el investigador.
Curiosidades de una naturaleza consumida
Actualmente hay 1.300.000 insectos clasificados y entre 10 y 30 millones a¨²n pendientes por descubrir. En la entomolog¨ªa siempre habr¨¢ misterios sin resolver, opina Sistach. Al quemar un ¨¢rbol de la Amazonia, desaparecen especies end¨¦micas que solo viv¨ªan ah¨ª y que nunca podr¨¢n ser descubiertas. ¡°Me parece surrealista y de una inconsciencia tremenda que se priorice el negocio a la conservaci¨®n de la naturaleza¡±, asevera.
Los insectos se ve¨ªan como las ¡°bestias del diablo¡± y la mujer que se interesara en ellos como "fea" o indigna
Las 51 cient¨ªficas eran conscientes de la belleza de la tierra y fueron a por ella. Adem¨¢s de dibujar las alas y el cuerpo de una lib¨¦lula con minucia, muchas de ellas criaron insectos para observar su comportamiento. Las hormigas, que cualquiera aplasta sin darse cuenta, fueron los animales de compa?¨ªa de Adele Marion Fielde. Esta especialista del siglo XIX fue la primera en descubrir la psicolog¨ªa de la hormiga. El animal diminuto puede recordar un olor durante tres a?os gracias a sus antenas y tiene sentimientos humanos. En una caja dos hormigas obreras viv¨ªan juntas desde siempre pero Fielde retir¨® a una de ellas y la que se qued¨® sola la busc¨® sin cesar por todo el nido.?
Miriam Rothschild, en medio de la Segunda Guerra Mundial y despu¨¦s de que su laboratorio fuera destrozado por una bomba alemana, descubri¨® que una pulga ¡°era capaz de saltar treinta mil veces sin pausa ni fatiga y tan alto como el Empire State Building lo ser¨ªa para el salto de un humano¡±.
Las mujeres en un mundo de hombres
¡°Era imposible obtener el reconocimiento como cient¨ªfica sin tenerlo tambi¨¦n como dama respetable¡±, escribe Sistach. En toda su obra hay un m¨ªnimo de 50 referencias al desprecio, a la injusticia y a los obst¨¢culos que tuvieron que enfrentar las mujeres. Hasta Miriam Rothschild, que clausura la obra y el siglo XX, las investigadoras no siempre firmaban sus escritos, se las acusaba de plagio, no pod¨ªan ejercer su trabajo sin ser juzgadas, sus descubrimientos se dejaban de lado y estudiaban a escondidas.
Me parece surrealista y de una inconsciencia tremenda que se priorice el negocio y el poder a la conservaci¨®n de la naturaleza
En esa ¨¦poca se exploraba un nuevo mundo que hoy no suscita el mismo inter¨¦s, explica el autor. "Nadie vive de la venta de colecciones de insectos", a?ade. Sistach argumenta que los museos est¨¢n saturados y son escasos los especialistas por falta de recursos. Eso s¨ª, el papel de la mujer ha mejorado mucho, pero "falta recorrido para que las cient¨ªficas obtengan el mismo reconocimiento laboral que los hombres", concluye el historiador que pas¨® 30 a?os coleccionando insectos.
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