La violetera
No cabe argumentar un calent¨®n dial¨¦ctico ni un lapsus, lo que dijo Isabel D¨ªaz Ayuso lo llevaba escrito, lo piensa
Lo peor no es lo que dijo la presidenta de la Comunidad de Madrid el jueves en la Asamblea; lo peor es que lo llevaba escrito. As¨ª que no cabe argumentar un calent¨®n dial¨¦ctico ni un lapsus involuntario justificado por los nervios o por las provocaciones de la oposici¨®n. Lo que dijo Isabel D¨ªaz Ayuso en la Asamblea de Madrid lo llevaba escrito, lo que quiere decir que lo piensa.
Es lo malo de escribir. Si uno se limita a hablar, siempre puede autocorregirse diciendo que no se expres¨® bien o que le entendieron mal, pero si lo lleva escrito no hay correcci¨®n que valga. Lo que dijo es lo que dijo y punto.
Y lo que dijo Isabel D¨ªaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, fue lo que todos hemos o¨ªdo. No es necesario que yo lo repita ahora.
?Y comentarlo? Me gustar¨ªa, pero no alcanzo a imaginar c¨®mo, pues uno es limitado y no tiene la brillantez ni la mala leche que precisar¨ªa para sacarle punta a una frase que ya la tiene incorporada, lo que no quiere decir que su autora fuera consciente de ello. Porque uno la escucha decirla con esa cara de ingenuidad, con su blusa inmaculada y esa melena de ondas tan madrile?a que enmarca su almendrado rostro (que la asemeja, por cierto, a la mujer de la iconograf¨ªa de la Rep¨²blica Espa?ola, Dios me perdone) y no alcanza a comprender c¨®mo se pueden decir tales barbaridades sin que el odio se trasluzca en la expresi¨®n, que es lo que le sucede a ella. Mientras la escuchaba hablar, yo ten¨ªa la impresi¨®n de que la presidenta madrile?a estaba leyendo una salutaci¨®n formal o la felicitaci¨®n institucional a los diputados por haber sido elegidos por el pueblo.
Pero no. Lo que dijo, y repiti¨® despu¨¦s a los periodistas, fue que le ¡°espanta¡± (este fue el verbo) la Ley de Memoria Hist¨®rica y que, si por ella fuera, Franco seguir¨ªa en el Valle (as¨ª, sin los Ca¨ªdos incorporados, que es como se ha dicho siempre), con su cruz y todos los m¨¢rmoles, que, seg¨²n ella, quiere quitar tambi¨¦n el Gobierno de Pedro S¨¢nchez. ¡°?Lo siguiente ser¨¢ quemar iglesias como en el 36?¡±, se pregunt¨® la presidenta de Madrid mirando a la oposici¨®n, cuyos miembros bajaron la cabeza, ella debi¨® de pensar que por la verg¨¹enza y acert¨®. Los diputados de la oposici¨®n no pod¨ªan creer lo que estaban oyendo y me da que los de la presidenta tampoco.
Lo peor, sin embargo, no fue lo que dijo la presidenta de Madrid. Lo peor es que su vicepresidente, perteneciente a otra formaci¨®n pol¨ªtica presuntamente de centro, la apoy¨® al declarar, a preguntas de los informadores, que lo de que en el 36 se quemaron iglesias era una verdad hist¨®rica, pero que su partido estaba all¨ª para que en el 2019 no se repitiera. Textual. El vicepresidente no lo llevaba escrito, pero como si lo llevara. Despu¨¦s de la afirmaci¨®n de la presidenta, la pregunta de los periodistas no le cog¨ªa de nuevas, por lo que deb¨ªa de llevar preparada la respuesta. Y la respuesta fue la que fue.
Despu¨¦s de o¨ªr varias veces a la presidenta y al vicepresidente de Madrid en la Asamblea, a m¨ª lo ¨²nico que se me ocurre es acudir a los cl¨¢sicos madrile?istas, en concreto al autor de esa canci¨®n que caracteriz¨® como ninguna otra el desparpajo ca?¨ª, ese del que va sobrada la presidenta y que la hace tan irresistible: ¡°Son sus ojos alegres, su faz risue?a,?/ lo que se dice un tipo de madrile?a?/ neta y castiza, que si entorna los ojos?/ te cauteriza, te cauteriza¡¡±. Y ol¨¦.
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