El riesgo de la antipol¨ªtica
Si alguien cree que la democracia resulta cara, puede hacer los c¨¢lculos de cu¨¢nto cuesta ordenar la vida de un pa¨ªs al margen de ella
La convocatoria de una nueva cita electoral est¨¢ ordenando la conversaci¨®n pol¨ªtica en un sentido no exento de riesgos. La insistencia en analizar el tema bajo el par¨¢metro de la pretendida carest¨ªa econ¨®mica de unas nuevas elecciones o del hartazgo por tener que ejercer nuevamente el derecho al voto resulta curioso. No quiero restar importancia a la frustraci¨®n que provoca en la ciudadan¨ªa observar las dificultades de nuestros representantes pol¨ªticos para formar mayor¨ªas suficientes que garanticen la gobernabilidad del pa¨ªs. Tampoco pretendo negar un espacio p¨²blico que permita ejercer el derecho al enfado, aunque no sea demasiado productivo. Simplemente me preocupa la forma en la que pueda terminar canaliz¨¢ndose ese malestar y, m¨¢s a¨²n, que se impongan respuestas simples, por ser estas aparentemente m¨¢s eficaces y baratas. De ah¨ª que valga la pena recordar que la calidad de los sistemas democr¨¢ticos necesita recursos econ¨®micos suficientes tambi¨¦n para preservar derechos como el de sufragio activo y pasivo. Si alguien cree que la democracia resulta cara, puede hacer los c¨¢lculos de cu¨¢nto cuesta ordenar la vida de un pa¨ªs al margen de ella.
Tratar de preservar la virtud del sistema democr¨¢tico apelando a criterios de ahorro econ¨®mico o juzgar el desempe?o de quienes se dedican a la vida p¨²blica en funci¨®n de su capacidad para no molestarnos durante cuatros a?os me parece muy discutible. M¨¢s bien creo que un an¨¢lisis de esta naturaleza desnuda la fragilidad de nuestra cultura democr¨¢tica y convierte a la "antipol¨ªtica" en una tentaci¨®n atractiva a la que algunos ya han sucumbido. Merece la pena insistir, por ello, en que el funcionamiento del sistema democr¨¢tico tiene cierta complejidad de la que resulta muy dif¨ªcil prescindir sin comprometer su viabilidad. Es un imperativo democr¨¢tico subrayar esa complejidad y tratar de hacerla comprensible como ant¨ªdoto frente a la satisfacci¨®n que encuentra el enfado, la rabia o el hartazgo en soluciones simples. Garantizar la calidad del sistema institucional y preservar la sostenibilidad del sistema pol¨ªtico con el prop¨®sito de disponer de buenas pol¨ªticas p¨²blicas exige el compromiso de quienes se dedican a la pol¨ªtica, pero tambi¨¦n interpela a los ciudadanos.
Desde este planteamiento, reivindico la necesidad de cuidar nuestro sistema pol¨ªtico ordenando la conversaci¨®n p¨²blica para estas elecciones en torno a cuestiones nucleares, de tal forma que sea posible discutir sobre un proyecto pol¨ªtico ambicioso de pa¨ªs, capaz de garantizar la convivencia entre diferentes y con potencia suficiente para trascendencia la gesti¨®n de los asuntos ordinarios. La ausencia de un debate en profundidad sobre el futuro de Espa?a en la conversaci¨®n de nuestros l¨ªderes pol¨ªticos es lo que, a mi entender, deber¨ªa motivar un gran enfado nacional. En ning¨²n caso el simple hecho de tener que volver a votar. Si nada de lo expuesto les convence y todav¨ªa siguen enfadados¡ les propongo como lectura de urgencia Ensayo sobre la lucidez, de Jos¨¦ Saramago. No les dejar¨¢ indiferentes.
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