Regreso al pasado
Conducir con el espejo retrovisor, ignorar la carretera que tenemos por delante, es el mejor medio para acabar estrellados
Alg¨²n d¨ªa habr¨¢ que otorgar un premio a las declaraciones m¨¢s extravagantes o disparatadas de los pol¨ªticos. Algo as¨ª como lo que se hace en los premios Razzies, los Oscar alternativos a las peores pel¨ªculas. Si estos existieran, yo propondr¨ªa premiar las declaraciones de Ayuso sobre la quema de conventos, ex aequo con el inefable remate de Aguado. Y eso que la competencia es fiera. Porque lo de Ortega Smith sobre las 13 Rosas como viles ¡°violadoras¡± tambi¨¦n es para nota. Lo malo no es ya que se digan estupideces supinas, sino que no podamos evitar hablar sobre ello en vez de recubrirlas con un manto de vergonzoso silencio. Sin embargo, no son meras ocurrencias, detr¨¢s hay algo m¨¢s. Est¨¢, en primer lugar, la carrera dentro de la derecha por ver qui¨¦n encarna mejor sus esencias ¡ªy aqu¨ª Ciudadanos ha dado muestras una vez m¨¢s de su tremendo despiste ideol¨®gico¡ª. Y, en segundo t¨¦rmino, es expresivo de la improvisaci¨®n o dejadez con la que los partidos proceden a la selecci¨®n de su personal. La Comunidad de Madrid le viene grande, muy grande, a alguien como Ayuso.
Con todo, el problema de fondo es esta necesidad de darle vueltas al pasado. Se dir¨¢ que todo empez¨® con la medida de S¨¢nchez de sacar a Franco del Valle de los Ca¨ªdos, que sin duda posee una buena dosis de electoralismo. Pero tiene la virtud al menos de zanjar una cuenta pendiente desde la Transici¨®n. Basta con leer la prensa extranjera sobre el asunto para tomar conciencia de la anomal¨ªa en la que est¨¢bamos instalados. Una derecha inteligente as¨ª lo hubiera entendido y hubiera pasado a otro tema. En definitiva, quienes en su d¨ªa m¨¢s insistieron en la necesidad del olvido son los que m¨¢s se afanan ahora por remover la guerra civil, el tema m¨¢s divisivo en este ya de por s¨ª fragmentado pa¨ªs.
Hasta ahora, los debates pol¨ªticos sobre nuestro pasado reciente se reduc¨ªan casi exclusivamente a la naturaleza de la Transici¨®n. Atacar a esta era una forma de poner en cuesti¨®n nuestra condici¨®n de pa¨ªs reconciliado. Ahora nos retrotraemos a la guerra civil. Hay incluso quienes van m¨¢s lejos y eligen la discusi¨®n sobre la Leyenda Negra como el lugar en el que escenificar las confrontaciones. Parece como si se nos hubieran hecho peque?os los motivos para discrepar en este presente y tuvi¨¦ramos que volver al pasado para recargar las bater¨ªas del odio, para reverdecer los antagonismos.
Preferimos recuperar y reavivar conflictos pret¨¦ritos en vez de elegir temas unificadores, como si aquello que nos une careciera de rentabilidad pol¨ªtica. Aunque tengo para m¨ª que esto se debe a la ausencia de ideas y de propuestas que se ocultan mediante una renovaci¨®n constante del nosotros frente a ellos. Eso es lo f¨¢cil. Lo dif¨ªcil es ofrecer un programa sobre c¨®mo abordar los retos del futuro e implicar en ¨¦l al mayor n¨²mero posible de fuerzas pol¨ªticas y sociales. M¨¢s que mirar hacia atr¨¢s, deber¨ªamos debatir sobre c¨®mo abordar lo que se nos viene encima, proyectarnos unidos hacia adelante, justo aquello de lo que parece incapaz esta generaci¨®n de pol¨ªticos. Nos sobra pasado y nos faltan previsiones de futuro. Y ya lo sabemos, conducir con el espejo retrovisor, ignorar la carretera que tenemos por delante, es el mejor medio para acabar estrellados.
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