Respetar a los docentes
Vox pretende impedir que la escuela pueda analizar y debatir con criterios de pluralidad
Suficientes problemas tiene ya el sistema educativo como para tener que soportar ahora los intentos irresponsables de convertir los colegios en un escenario de pugna ideol¨®gica. La ofensiva comenz¨® cuando Vox trat¨® de condicionar su apoyo a los pactos de gobierno entre PP y Ciudadanos con dos propuestas muy pol¨¦micas: la implantaci¨®n del cheque escolar y el llamado Pin parental, que otorga a los padres el derecho a decidir la asistencia de sus hijos a las actividades escolares complementarias. Vox pidi¨® en varios Parlamentos aut¨®nomos los datos y nombres de quienes hab¨ªan impartido talleres sobre identidad sexual o cuestiones de g¨¦nero, lo que puede interpretarse como un intento de intimidaci¨®n. Ahora, la organizaci¨®n ultraderechista Hazte O¨ªr se ha dirigido a m¨¢s de 20.000 centros para que se sumen a la iniciativa del Pin parental.
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Lo grave es que la campa?a est¨¢ empezando a surtir efecto. El Gobierno de Murcia ha hecho suya la propuesta de Vox y ha enviado una instrucci¨®n a los colegios sobre la necesidad de que las familias den el consentimiento expreso para que sus hijos participen en las actividades complementarias. Es una decisi¨®n muy irresponsable, pues abre la puerta a un cuestionamiento general por razones ideol¨®gicas de las actividades docentes. Los cursos y talleres para los que se requiere el consentimiento no son actividades extraescolares de libre elecci¨®n, sino actividades incluidas en el horario lectivo y que forman parte del programa docente. Han sido decididas por el claustro de profesores de acuerdo con las facultades que la ley les otorga y han sido adem¨¢s aprobadas por el consejo escolar, del que forman parte las familias. Instar a que las familias puedan vetar la presencia de sus hijos por razones ideol¨®gicas supone cercenar la autoridad del claustro y poner en duda su capacidad para decidir sobre los instrumentos m¨¢s id¨®neos para la educaci¨®n de los escolares. No solo menoscaba la profesionalidad de los docentes, sino que promueve un clima de sospecha general sobre sus motivaciones a la hora de tomar decisiones.
Este planteamiento alienta el enfrentamiento entre las familias con determinadas convicciones ideol¨®gicas y los equipos docentes, que no pueden ignorar la pluralidad social existente. Parte de la idea de que tratar cuestiones de g¨¦nero, de orientaci¨®n sexual o hablar de la diversidad de familias es adoctrinamiento. Pero lo que persigue en realidad es una censura, impedir que la escuela pueda analizar y debatir con criterios de pluralidad, lo que no deja de ser una aproximaci¨®n a la educaci¨®n doctrinaria y excluyente. El sistema educativo debe quedar al margen de la pugna pol¨ªtica o ideol¨®gica. Dif¨ªcilmente podr¨¢ cumplir su misi¨®n si en lugar de promover el respeto por la labor de los docentes se intenta convertir los colegios en un campo de batalla.
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