El escarmiento Brexit
El resultado de un experimento irresponsable con la democracia directa como fue el refer¨¦ndum sobre la permanencia ha triturado la democracia parlamentaria en el Reino Unido
Para los europeos continentales, la uni¨®n de Europa fue un triunfo de la paz, la democracia y las oportunidades econ¨®micas. En cambio, para el Reino Unido, la tard¨ªa entrada en la Comunidad Europea en 1973 cuando su imperio estaba en disoluci¨®n y la econom¨ªa rezagada, ¡°fue una derrota: un destino al que se hab¨ªa resistido, una necesidad aceptada a rega?adientes, el ¨²ltimo recurso de una antigua gran potencia, nunca un compromiso ext¨¢tico o triunfante con la construcci¨®n de Europa¡±, como analiz¨® el historiador Hugo Young.
Por un lado, el Reino Unido realiz¨® contribuciones sustanciales a la Uni¨®n Europea con su fuerza militar, su presencia en el Consejo de Seguridad de la ONU y el G-7, su enfoque liberal de los intercambios de mercado y la provisi¨®n del ingl¨¦s como una lengua franca.
Por otro lado, a medida que la Uni¨®n Europea se reforzaba, los sucesivos Gobiernos brit¨¢nicos jugaron al gallina y se resistieron a una mayor integraci¨®n. Quisieron reducir su contribuci¨®n financiera a la UE. Quedaron excluidos del acuerdo de Schengen para la libre circulaci¨®n a trav¨¦s de las fronteras. No adoptaron el euro. Y no aceptaron la prevalencia del Tribunal Europeo de Justicia sobre la legislaci¨®n nacional de algunos derechos fundamentales. Cada demanda fue presentada bajo la amenaza de un veto a nuevas decisiones. Y en la mayor¨ªa de los asuntos, la UE, sintiendo que ten¨ªa mucho que perder, concedi¨® y fren¨®.
Los desaf¨ªos aumentaron con la gran recesi¨®n iniciada en 2008. Poco despu¨¦s, lleg¨® una oleada de trabajadores inmigrantes de Europa oriental cuya libertad de movimiento se acababa de implantar. Aument¨® la tensi¨®n, varias formas de nacionalismo ingl¨¦s revivieron y resurgi¨® la nostalgia del Imperio.
El gu¨ªa del trayecto posterior fue el primer ministro David Cameron, a quien el presidente de la Comisi¨®n Europea Jean-Claude Juncker calificar¨ªa como ¡°uno de los grandes destructores de los tiempos modernos¡±. Para entonces, la UE estaba m¨¢s integrada y ten¨ªa m¨¢s que perder con nuevas f¨®rmulas especiales. En sus negociaciones con Bruselas, Cameron pudo confirmar que el Reino Unido permanecer¨ªa fuera del euro y no estaba comprometido con una mayor uni¨®n econ¨®mica y monetaria o integraci¨®n pol¨ªtica. Pero en el tema principal de la inmigraci¨®n de Europa oriental, la UE no acept¨® eliminar la ¡°libertad de movimiento¡± de las personas; la ¨²nica modesta concesi¨®n fue un l¨ªmite temporal para que los trabajadores reci¨¦n llegados tuvieran acceso a beneficios no contributivos del trabajo. Algunos funcionarios de la UE han calificado las demandas de los negociadores brit¨¢nicos como ¡°pasteleo¡±, por su deseo de ¡°comer y querer guardar el pastel¡± de un Brexit que permitiera tanto el acceso continuado al mercado ¨²nico como el fin de la libre circulaci¨®n de personas. Los gobernantes de la UE tomaron la firme decisi¨®n de evitar que se creara un ejemplo para posibles salidas de otros pa¨ªses, y ya no frenaron.
La UE ha sobrevivido sin m¨¢s salidas, ha aumentado su cohesi¨®n y contin¨²a adelante
Las campa?as de los secesionistas en el refer¨¦ndum se centraron en esl¨®ganes como ¡°Recuperar el control¡±, ¡°Queremos que nos devuelvan nuestro pa¨ªs¡± y ¡°Cree en Gran Breta?a¡±, que reflejaban el sue?o de regresar a la ¨¦poca imperial. Como complemento, mensajes chovinistas antiinmigrantes y reclamos sin fundamento sobre la contribuci¨®n financiera brit¨¢nica a la UE.
Mediante el recurso a un refer¨¦ndum para discernir ¡°la voluntad del pueblo¡±, los representantes pol¨ªticos hab¨ªan tratado de eludir su deber de abordar un tema complicado. Legalmente, el refer¨¦ndum fue consultivo, no vinculante, como corresponde a la democracia parlamentaria. Pero las clases pol¨ªtica y parlante brit¨¢nicas, que navegan a la deriva en un viaje inexplorado, han demostrado un impulso instintivo de cumplir con las ¡°reglas son reglas¡± incluso cuando tales reglas no existen.
El Gobierno brit¨¢nico podr¨ªa haber hecho lo mismo que el Ejecutivo griego un a?o antes: descartar la aplicaci¨®n del resultado de un refer¨¦ndum no vinculante para el Grexit y buscar un nuevo acuerdo con la UE. Todo podr¨ªa haber sido diferente porque en el refer¨¦ndum del Brexit, la opci¨®n de permanecer en la UE obtuvo solo el 48% de los votos, pero inicialmente estaba apoyada por el 75% de los miembros del Parlamento ¡°soberano¡±, incluido el 54% de los conservadores.
La ineficiencia del restrictivo sistema pol¨ªtico brit¨¢nico ha aparecido con todo su esplendor
El proceso posterior ha provocado una de las peores crisis pol¨ªticas y constitucionales del Reino Unido en varios siglos. El resultado de un experimento irresponsable con la democracia directa ha triturado la democracia parlamentaria representativa. Los brit¨¢nicos ya no tienen su imperio y se alejan de los mecanismos multinivel del imperio Europeo que favorecen amplios consensos pluralistas. En su aislamiento, la ineficiencia del restrictivo sistema pol¨ªtico brit¨¢nico ha aparecido en escena con todo su esplendor.
En los debates de la C¨¢mara de los Comunes ha habido, de hecho, al menos tres alternativas: Brexit con alg¨²n acuerdo con la UE, Brexit sin acuerdo y permanecer. Adem¨¢s, algunas posiciones maximalistas rechazan cualquier acuerdo, por todo lo cual la formaci¨®n de una mayor¨ªa ha resultado inviable. El Gobierno y el Parlamento han perdido el control del proceso. Las protestas en la calle han proliferado.
Para la Uni¨®n Europea, el Brexit ha sido una ocasi¨®n excepcional para aprender y dar una lecci¨®n. O ni siquiera un pa¨ªs como el Reino Unido puede irse, o la salida tendr¨¢ graves consecuencias y los brit¨¢nicos se estrellar¨¢n. La UE ha ganado el juego del gallina; ha sobrevivido sin m¨¢s salidas, ha aumentado su cohesi¨®n y contin¨²a adelante. Seg¨²n el juego, esta vez son los brit¨¢nicos los que deber¨ªan frenar. Pero el sistema pol¨ªtico e institucional en crisis ha sido incapaz de producir una decisi¨®n y parar. Como en la cl¨¢sica pel¨ªcula que populariz¨® el peligroso juego del gallina, el Reino Unido puede precipitarse por el despe?adero.
Las consecuencias pol¨ªticas m¨¢s perjudiciales se percibir¨¢n a largo plazo. El constitucionalista Vernon Bogdanor ha sostenido con contundencia que la entrada en la CE en 1973 ¡°derog¨® la soberan¨ªa del Parlamento¡±. Otras reformas han ido ¡°creando gradualmente una nueva Constituci¨®n, la constituci¨®n de un Estado multinacional¡±. Entre ellas, la devoluci¨®n a Escocia y Gales, el acuerdo con la Rep¨²blica de Irlanda sobre Irlanda del Norte, y el refer¨¦ndum vinculante sobre la independencia de Escocia que implicaba el reconocimiento de su derecho a la autodeterminaci¨®n. Adem¨¢s, la creaci¨®n de un Tribunal Supremo no basado en la C¨¢mara de los Lores ha introducido la revisi¨®n judicial de actos legislativos y ejecutivos. Bogdanor subraya que el sistema pol¨ªtico posterior al Brexit ser¨¢ muy diferente del anterior a la entrada en la CE y pronostica como poco probable una restauraci¨®n de la soberan¨ªa del Parlamento. ¡°La soberan¨ªa es como la virginidad¡±, dice. ¡°Una vez perdida, nunca se puede recuperar¡±.
Josep M. Colomer es economista y polit¨®logo, autor de Ciencia de la pol¨ªtica (Ariel).
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