Tira la piedra, esconde la mano

?Hay alg¨²n Gobierno en Europa que convoque a desobedecer las leyes? El de Quim Torra. ?Alg¨²n otro poder del Estado en la historia democr¨¢tica, excluidos los golpistas hist¨®ricos de Roma, Madrid y Berl¨ªn encaramados a sus Ejecutivos? La peor perversi¨®n pol¨ªtica es contrariar lo que representas, revertir tu imperativo, socavar tu legitimidad.

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El empe?o desnaturalizador del sedicente gobernante puede acabar un d¨ªa revolvi¨¦ndose contra la instituci¨®n que encabeza, la Generalitat, sagrada para una mayor¨ªa de catalanes. Instalados en la anomia y el desconcierto; destruido el principio de autoridad; interiorizado como normal el desprecio al principio de legalidad, la norma que organiza la vida colectiva democr¨¢tica, ?a qui¨¦n desobedecer¨¢n ma?ana los bienintencionados irritados por el infortunio de sus antiguos dirigentes? ?Dejar¨¢n de abonarle los impuestos auton¨®micos? ?Embestir¨¢n a los Mossos? ?Escrachar¨¢n a los consellers? La perversi¨®n de la autoridad convertida en piquete es monstruosa.

Como preparaci¨®n gimn¨¢stica ante la inminente sentencia, Torra llama al indepe a que ¡°utilice la desobediencia civil, claro que s¨ª, que tambi¨¦n es un derecho¡±, sabiendo que el president carece de ese presunto derecho a desobedecer, siquiera (con)vocativo. El 20 de agosto propugn¨® tambi¨¦n, en Prada de Conflent, el desacato de las instituciones ¡ªes ¡°obligaci¨®n de cualquier pol¨ªtico obedecer a la soberan¨ªa¡± de los desobedientes¡ª, pero ahora, acoquinado, se autoprotege. Prefiere no correr riesgos. Que la gente haga por ¨¦l lo que ¨¦l prometi¨® hacer por su gente: ¡°Estoy dispuesto¡±; ¡°en ning¨²n caso retroceder¨¦¡±; ¡°volveremos a arriesgar, por eso lo volveremos a hacer¡±, ¡°me mueve una determinaci¨®n sin l¨ªmites¡±¡­

Tanto coraje y pr¨¦dica para cuajar ¡°el enfrentamiento con el Estado¡± (copyright de su padrino de Waterloo) acaba en un Torra cuadr¨¢ndose, manso, ante la Junta Electoral y descolgando lazos amarillos de los edificios p¨²blicos; y ante el Tribunal Superior, al que denigra, jubilando la pancarta levantisca del balc¨®n de la Generalitat y enviando, para disimular, a Llu¨ªs Llach a colocar un suced¨¢neo, menudo papel¨®n art¨ªstico. As¨ª, el bipolar tr¨¢nsito del dicho (tirar la piedra) al hecho (esconder la mano) erosiona a las instituciones. Y desconcierta a militantes y ciudadanos. No es que no haya direcci¨®n pol¨ªtica: es que es contradictoria, atrabiliaria, monstruosa.

Por eso el piquete de Waterloo Puigdemont/Torra condena la violencia gen¨¦rica, pero nunca desacredita la concreta. Sostiene que el refer¨¦ndum del 1-O fue leg¨ªtimo, pero reclama otro. Proclama su ¨¦xito y lamenta la prisi¨®n de sus patrocinadores. Reclama el bienestar y asume ¡°costos laborales y de empleo para la gente¡±. Calienta un ¡°paro de pa¨ªs¡±, y le sigue la C¨¢mara de comercio ocupada por la ANC y el grupito parasindical dirigido por uno de los asesinos de Bult¨®, contra el criterio de CC OO y UGT. Barbotea pacifismo y jalea a fundadores de la terrorista Terra Lliure. Ventea la unidad del pueblo catal¨¢n y mendiga la de una porci¨®n del mismo, el exbloque indepe. Todo esto no es normal.