La caba?a de 3x3 de Le Corbusier en La Costa Azul y otras chocitas famosas que prueban que no necesitamos m¨¢s casa
Le Cabanon fue "un peque?o castillo extravagantemente c¨®modo". Un refugio parecido al que inspir¨® a Henry David Thoreau su obra m¨¢s famosa, 'Walden o la vida en los bosques'. Ambos se pueden admirar ahora pasando las p¨¢ginas de '?Cu¨¢nta casa necesitamos? Thoreau, Le Corbusier y la caba?a sostenible', editado por Gustavo Gili
Resulta parad¨®jico que los libros dedicados a ese g¨¦nero de voyeurismo arquitect¨®nico conocido como?Cabin Porn ("porno de caba?as") tienen grandes dimensiones, cuando no enormes y resultan enormemente decorativos. Solo hay que ver ¨Cy agarrar con los dos brazos¨C un ejemplar de Cabin Porn, el libro que surgi¨® del Tumblr del mismo nombre; o su secuela, Cabin Porn Inside. Tambi¨¦n est¨¢n Cabins, The Hinterland, Off the Grid, Hide and Seek: the Architecture of Cabins and Hide-Outs y Cabin Style. Desde luego, todos ellos juntos saturar¨ªan la biblioteca de una caba?a, en caso de tenerla.
Lo cierto es que no est¨¢n hechos para personas que vivan en una caba?a, sino para aquellas que, desde su piso urbano atiborrado de objetos, se pierde en enso?aciones mientras pasan sus hojas satinadas. Esas mismas que imaginan c¨®mo ser¨ªa tener un peque?o refugio en el bosque en el que vivir de manera sencilla con lo m¨ªnimo.
En ese sentido, tiene toda la coherencia que un nuevo libro sobre el tema, ?Cu¨¢nta casa necesitamos? Thoreau, Le Corbusier y la caba?a sostenible, que acaba de publicar Gustavo Gili, sea ligero y peque?o. En una vivienda m¨ªnima, no le robar¨ªa mucho espacio a cualquier otra cosa esencial. Un paquete de arroz, por ejemplo. O uno de tiritas antimosquitos.
El autor, Urs Peter Flueckiger, toma prestado su t¨ªtulo de un cuento de Tolstoi. Su protagonista, un hombre avaro obsesionado con aumentar sus propiedades, recibe la oferta faustiana de conseguir toda la tierra que pueda recorrer en un solo d¨ªa y al acabar, rendido, se pregunta: "?Cu¨¢nta tierra necesita un hombre?".
Crecemos a lo grande, so?amos en peque?o
En 1950, la media de una casa unifamiliar en EE.UU. no llegaba a los 90 metros cuadrados, mientras que en 2013 era de 240 m2 y habitadas por muchos menos integrantes. A pesar del enorme problema de acceso a la vivienda y de la proliferaci¨®n de pisos ¡°coquetos¡±, por no decir inhabitables, que denuncian en El zulista, lo cierto es que en Espa?a el tama?o del piso medio (de quien lo puede tener) tambi¨¦n ha ido creciendo y seg¨²n el Ministerio de Fomento, se sit¨²a en 122 metros cuadrados.
Crecen las casas y crecen los objetos que guardamos dentro. En 1974, escribe Flueckiger, la televisi¨®n est¨¢ndar que ve¨ªa toda la familia med¨ªa 19 pulgadas. El a?o pasado, las teles m¨¢s vendidas en Espa?a ten¨ªan 49 pulgadas, pero el mayor crecimiento se concentr¨® en las de 65 y 75.
Desde esas casas grandes y saturadas se sue?a con caba?as peque?as. ¡°La caba?a, la puerta de escape, representa no solo un espacio f¨ªsico a donde huir, sino un ideal, una met¨¢fora de un lugar en el que las cosas est¨¢n claras y bajo control, y donde no nos vemos desbordados por un flujo de datos digitales¡±, escribe Flueckiger, que niega las caba?as con WiFi.
El escritor reafirma la moda de los libros sobre caba?as porque, si no podemos tener nuestra propia casita, al menos permitirnos el gusto de contemplar casas donde evadirnos, en espl¨¦ndidos entornos de ensue?o. ¡°Un lugar donde relajarse y establecerse, reflexionar sobre la vida y nosotros mismos¡±.
Caba?as con sello de autor
El libro se fija en dos de las caba?as m¨¢s famosas de la historia, la del Walden Pond de Henry David Thoreau y Le Cabanon, la casita de madera que Le Corbusier regal¨® a su mujer, Yvonne, en Roquebrune¨CCapMartin, en la Costa Azul, donde el arquitecto pas¨® todos los veranos desde 1952 hasta 1965. Flueckiger, que es profesor en la Texas Tech University, ofreci¨® a sus alumnos estos dos modelos para que construyesen la suya propia, una caba?a sostenible en las planicies altas del Oeste de Texas.
La caba?a original de Thoreau ya no existe, pero s¨ª hay una r¨¦plica, construida en los ochenta cerca del aparcamiento de la Reserva Estatal de Walden Pond, Massachusetts, y el lugar en el que se encontraba originalmente est¨¢ cercado por con unas piedras. Thoreau la describi¨® como ¡°una casa de firme tablaz¨®n, revocada, de 10 pies de ancho por 15 de largo (tres por 4,6 metros), con pilares de ocho pies, con buhardilla y guardarropa, un ventanal a cada lado, trampillas de ventilaci¨®n, puerta en un extremo y chimenea de ladrillo en el otro¡±.
Incluye adem¨¢s una tabla con el coste exacto de la casa, incluidos los clavos, bisagras tornillos, que ascendi¨® a 28 d¨®lares con 125 centavos (unos 25 euros). El escritor vivi¨® all¨ª, en esa casa construida en un terreno propiedad de su amigo Ralph Waldo Emerson, durante dos a?os, dos meses y dos d¨ªas. Se alimentaba de las alubias que plantaba, de lo que recolectaba en el bosque y pescaba en el lago, pero se desplazaba habitualmente a la vecina localidad de Concord para lavar la ropa y visitar amigos.
All¨ª escribi¨® parte de su libro m¨¢s famoso, Walden o la vida en los bosques (1854). En ¨¦l hace un comentario sobre su caba?a, contradiciendo la idea escapista de la caba?a moderna: ¡°Es como si se tratara de construir un ata¨²d, la arquitectura de la tumba¡±.
Le Cabanon, un 'chateau' regido por el Modulor
Si la de Thoreau se acerca m¨¢s al ideal ecologista y tiene que ver con la vida asc¨¦tica, monacal, reducida al m¨ªnimo, la de Le Corbusier llega a conclusiones parecidas pero desde otro camino, el del experimento de estilo radical. El Cabanon original s¨ª resiste y se puede visitar en los meses de verano, cuando se organizan algunas visitas guiadas mediante cita previa, que salen de la estaci¨®n de tren de Roquebrune-Cap-Martin, a diez minutos de M¨®naco.
El arquitecto conoc¨ªa la zona porque su mujer, Yvonne, proven¨ªa de un pueblo cercano a Menton. Su amiga y colaboradora, la dise?adora Eileen Grey ten¨ªa por aquella zona su casa de veraneo, la Villa E-1027. M¨¢s tarde, despu¨¦s de la guerra, se hizo tambi¨¦n amigo de Thomas Rebutato, un fontanero que se hab¨ªa jubilado a la orilla del mar, abriendo un sencillo restaurante, el ?toile de Mer.
Fue en la mesa de l¡¯?toile, en escasos tres cuartos de hora, donde dibuj¨® los croquis del Cabanon, y lo construy¨® al a?o siguiente. ¡°Se suele pasar por alto que en esos 45 minutos de proyecto destilan, en realidad, m¨¢s de cuarenta a?os de viajes alrededor del mundo, de innovadora experiencia en arquitectura, dise?o y urbanismo", se?ala Flueckinger. "Le Corbusier se inspir¨® en su visita al monte Athos en Grecia y a la cartuja de Ema, en las afueras de Florencia, donde admir¨® las celdas de los monjes, que le parecieron unan espacio de vida ideal¡±.
El Cabanon le servir¨ªa tambi¨¦n para aplicar con todo rigor su idea central, el Modulor, la escala de proporciones antropom¨®rfica de la que emanaban sus edificios. En un programa para Radio France, el arquitecto defini¨® su caba?ita como un ¡°chateau en la Costa Azul. Tiene 3,66 metros por 3,66 metros y lo hice para mi mujer; es espl¨¦ndido y por dentro, extravagantemente confortable y bonito¡±.
La amistad con Rebutato es b¨¢sica para entender el Cabanon puesto que el restaurante era, a todos los efectos, su cocina. Construy¨® una puerta con acceso directo al restaurante, y eso le evitaba tener que guardar ¨²tiles de cocina. ¡°Estoy tan a gusto en Le Cabanon que seguramente terminar¨¦ mis d¨ªas aqu¨ª¡±, sol¨ªa decir el arquitecto a sus amigos. La muerte le sorprendi¨® muy cerca de all¨ª, en las aguas de Roquebrune-Cap-Martin.
El 27 de agosto de 1965, cuando ten¨ªa 68 a?os, se levant¨®, tomo un rato el sol y se meti¨® en el agua. A escasos 50 metros de la orilla, un ba?ista dijo que lo vio agitar las manos con angustia. Cuando lleg¨® hasta ¨¦l, ya lo hab¨ªan rescatado y sacado a la arena, donde no se pudo hacer nada para reanimarlo.
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