No me toques la gasolina

Para enfrentar el sobrecalentamiento global es obligatorio combatir la pobreza y la desigualdad. No se trata de un tema y otro tema. Es el mismo tema. Es lo que indican las protestas que han convulsionado Ecuador, tras el aumento del precio de los combustibles. Como ya hab¨ªan indicado los chalecos amarillos en Francia, en 2018. Y tambi¨¦n los camioneros que paralizaron Brasil. Con excepci¨®n de Emmanuel Macron, ninguno de los gobernantes pensaba en la crisis clim¨¢tica cuando tom¨® las medidas que llevar¨ªan a multitudes a la calle. Al contrario. El ecuatoriano Len¨ªn Moreno, que vio como los ind¨ªgenas se sumaban a las manifestaciones iniciadas por los conductores de camiones, autobuses y taxis, obedec¨ªa al FMI. Las tres revueltas del combustible muestran, sin embargo, que reducir el uso de derivados del petr¨®leo ¡ªesencial para combatir el colapso clim¨¢tico¡ª exige pol¨ªticas p¨²blicas con sostenibilidad social. Las capas medias de la poblaci¨®n, que ya empobrecen por diferentes causas, est¨¢n asustadas por lo que ven y por lo que no ven, pero sienten. Que estas grandes revueltas en pa¨ªses tan diferentes hayan tenido como detonante el precio del carburante no es un detalle.

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EDITORIAL | Crisis ecuatoriana

Hartos del l¨¢tigo

El sobrecalentamiento global no lo han producido por igual todos los humanos. Los que menos han consumido los recursos del planeta son y ser¨¢n los m¨¢s afectados por su impacto, como los pobres y los ind¨ªgenas. Los m¨¢s expuestos ya peregrinan por el globo, encontrando muros all¨ª adonde van. Su movimiento es el de los que ya lo han perdido todo, excepto la vida. Sienten desesperaci¨®n. Las protestas por el aumento del precio de los combustibles f¨®siles en un planeta que tiene que deshacerse de los combustibles f¨®siles se?alan a otros estratos, que tienen dificultad para entender la velocidad con la que el suelo desaparece. Temen perder lo que todav¨ªa tienen, y tambi¨¦n lo desconocido. Sienten rabia.

Durante d¨¦cadas, las capas m¨¢s pobres de pa¨ªses como Brasil fueron adoctrinadas para creer que un coche era el mayor deseo de consumo. Y que mejorar de vida era poder comer carne todos los d¨ªas. De repente, viene la alerta de que la ganader¨ªa es una de las mayores responsables del sobrecalentamiento global y que los coches son malos. No solo el planeta est¨¢ corro¨ªdo. Tambi¨¦n los c¨®digos que los humanos habitan. Tambi¨¦n son una ¡°casa com¨²n¡±. Y muchos sienten que las ventanas han ido a parar al techo.

Cuando el precio del petr¨®leo afecta a los bolsillos, los que dependen de ¨¦l para ganarse la vida no quieren escuchar a Greta Thunberg. Taparse los o¨ªdos no los salvar¨¢ del impacto. Pero no son capaces de escucharla. Solo quieren saber si podr¨¢n poner comida en la mesa ese d¨ªa. Esta realidad forma parte del colapso clim¨¢tico. Y solo est¨¢ empezando.

Traducci¨®n de Meritxell Almarza.