?Cu¨¢l es el lugar m¨¢s peligroso del mundo? Washington
Cada vez con m¨¢s audacia y agresividad el presidente Donald Trump est¨¢ poniendo a prueba la constituci¨®n y las normas de las cuales depende la democracia estadounidense
Los expertos en seguridad internacional suelen preparar listas de los lugares m¨¢s peligrosos del mundo. Cachemira, por ejemplo, siempre aparece en esas clasificaciones. Es un territorio fronterizo que se disputan la India, Pakist¨¢n y China y que ha sido motivo de conflictos armados. La India y Pakist¨¢n cuentan con armas nucleares, lo que aumenta el peligro de un enfrentamiento armado de menor cuant¨ªa que va creciendo hasta convertirse en una grave amenaza a la paz mundial. Siria, otro de los lugares peligrosos, tambi¨¦n ilustra c¨®mo conflictos locales que arrecian terminan afectando a toda una regi¨®n y m¨¢s all¨¢. Estos d¨ªas, vemos c¨®mo Turqu¨ªa aprovecha las circunstancias internacionales para conquistar nuevos territorios, alterar fronteras y someter a los kurdos. La pen¨ªnsula Ar¨¢biga, el golfo P¨¦rsico, los pa¨ªses del norte del C¨¢ucaso o la pen¨ªnsula coreana son algunos de los lugares donde conflictos locales o binacionales tienen el potencial de internacionalizarse.
Pero esta lista de los lugares m¨¢s peligrosos del mundo hay que actualizarla. Hoy, el epicentro desde el cual se irradian graves amenazas a la estabilidad mundial es¡ Washington. Y, m¨¢s precisamente, la Casa Blanca.
El presidente que se nos present¨® como un maestro en el arte de negociar y como un perpetuo ganador no ha hecho sino perder y dejar que los dictadores m¨¢s infames de nuestro tiempo lo manipulen. Su nuevo amigo, el sangriento dictador de Corea del Norte, le hizo creer que estaba dispuesto a desmantelar su arsenal nuclear a cambio de que Washington le quitase las sanciones. Mientras tanto, el tirano coreano ha seguido probando sus bombas nucleares y los misiles de largo alcance que las llevan. El autocr¨¢tico presidente de Turqu¨ªa, Recep Tayyip Erdogan, persuadi¨® a Trump de que retirara las tropas estadounidenses de Siria y que dejara que fuerzas turcas invadiesen el norte de ese pa¨ªs y ¡°neutralizaran¡± a las milicias kurdas. No le import¨® a Trump el decisivo rol que jugaron los kurdos en la feroz lucha contra el Estado Isl¨¢mico. La concesi¨®n que Trump le hizo a su amigo turco le est¨¢ costando caro dentro y fuera de su pa¨ªs. De hecho, el haber permitido la aventura b¨¦lica de Erdogan logr¨® lo que hasta ahora hab¨ªa sido imposible: que los republicanos en el Congreso votasen abrumadoramente junto con los diputados dem¨®cratas criticando una decisi¨®n del presidente.
Tambi¨¦n es evidente que el presidente Trump se siente m¨¢s c¨®modo con su otro mejor amigo, Vlad¨ªmir Putin, que con el Congreso de su pa¨ªs. La ¨²ltima evidencia de esto fue su decisi¨®n de vetar una resoluci¨®n propuesta por la Uni¨®n Europea condenando a Turqu¨ªa por su invasi¨®n a Siria. ?Otro pa¨ªs que vet¨® la resoluci¨®n? Rusia. Trump tampoco ha tenido mucho ¨¦xito en su guerra comercial contra China, con la decisi¨®n de retirar a EE?UU del acuerdo nuclear con Ir¨¢n, en su manejo de la crisis entre Arabia Saud¨ª y sus vecinos, en las negociaciones con los talibanes, en sus relaciones con sus aliados europeos y por supuesto en el intento de poner la pol¨ªtica internacional de EE?UU al servicio de sus intereses personales, tanto electorales como comerciales. En general, la p¨¦rdida de poder e influencia de EE?UU en el mundo producida por las actuaciones de Trump pasar¨¢ a la historia como uno de los m¨¢s devastadores autogoles geopol¨ªticos. Pero, a pesar de lo grave que es la inestabilidad que Trump ha provocado en el mundo, el mayor peligro que hoy emana de la Casa Blanca no es internacional, es dom¨¦stico.
Cada vez con m¨¢s audacia y agresividad el presidente est¨¢ poniendo a prueba la Constituci¨®n y las normas de las cuales depende la democracia estadounidense. Trump ha retado al Congreso, neg¨¢ndole a los diputados su derecho constitucional a obtener documentos o a ordenar la comparecencia de funcionarios p¨²blicos o ciudadanos que tienen informaci¨®n relevante. Los grotescos ataques del presidente a los pol¨ªticos de la oposici¨®n, contra personas que trabajaron con ¨¦l y terminaron repudi¨¢ndolo, contra los medios de comunicaci¨®n y sus periodistas, son constantes y crecientes. Estos no son simples excesos verbales de un pol¨ªtico histri¨®nico, son peligrosas conductas antidemocr¨¢ticas.
Las amenazas que enfrentan las democracias fueron se?aladas por un joven pol¨ªtico estadounidense en 1838. Abraham Lincoln, con 28 a?os de edad, explic¨® que, para contrarrestarlas, la democracia de su pa¨ªs deb¨ªa cultivar una ¡°religi¨®n pol¨ªtica¡± que enfatizase la reverencia por las leyes y la dependencia en la ¡°raz¨®n, la fr¨ªa, desapasionada raz¨®n¡±. Es obvio que Donald Trump no siente mayor reverencia por las leyes o los hechos y que Estados Unidos va a depender de sus instituciones y de sus l¨ªderes para preservar su democracia. Es mucho lo que est¨¢ en juego.
Una fuerte democracia estadounidense no solo beneficia a ese pa¨ªs sino tambi¨¦n al resto del mundo. Es por eso que los intentos de minar la democracia que hoy vemos en Washington hacen de esa ciudad el lugar m¨¢s peligroso del mundo.
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