Conflicto familiar
El fondo del problema es un choque entre dos nacionalismos, el espa?ol y el catal¨¢n, que conviven en un mismo lugar
Fuera, el aleteo nervioso de los helic¨®pteros sobre Barcelona. Dentro, la voz calmada de Michael Ignatieff sobre los asistentes. El pensador canadiense, inaugurando el curso acad¨¦mico en Esade, ofreci¨® en media hora el an¨¢lisis m¨¢s sencillo del conflicto catal¨¢n que he o¨ªdo jam¨¢s.
Y la simplicidad es agua bendita ahora que todos recurrimos a explicaciones complejas (¡°todo esto viene de tolerar a la Generalitat hacer X¡±, ¡°si no se hubieran empe?ado en un nuevo Estatut¡± o, por el contrario, ¡°si hubieran aceptado el nuevo Estatut¡±) y seleccionamos interesadamente a los culpables (Pujol, Mas, Aznar, Zapatero, Rajoy, etc¨¦tera).
Como se?al¨® Ignatieff, el fondo del problema es un choque entre dos nacionalismos, el espa?ol y el catal¨¢n, que conviven en un mismo lugar. No son iguales. Uno es mayor y m¨¢s aut¨¦ntico, o m¨¢s artificial; m¨¢s acogedor, o m¨¢s cerrado. Eso va a gustos. Pero son dos sentimientos que han enraizado en la misma tierra. Y se enfrentan agriamente como hermanos enfadados, cuando los miles de lazos familiares mutan de repente en miles de rencillas.
En estos momentos de tensi¨®n, los dos nacionalismos se alimentan construyendo una imagen mal¨¦vola del enemigo. Para los separatistas, Espa?a es un Estado autoritario y represor. Para los espa?olistas, los independentistas son ni?os mimados que han hecho un uso irresponsable de su autonom¨ªa ¡ªde nuevo, los paralelismos con los conflictos intrafamiliares son notables aqu¨ª¡ª. Esta din¨¢mica genera un c¨ªrculo vicioso. Para romperla, los dos nacionalismos deben mirarse a los ojos y sentarse a dialogar. Nadie habla de igualdad. No puede haberla entre un sentimiento compartido por m¨¢s de 40 millones frente a otro que quiz¨¢s no llega a tres. Pero, como en las familias, cuando hay un desequilibrio es cuando el reconocimiento mutuo es m¨¢s importante. Urge, por tanto, poner en marcha un foro de discusi¨®n en el que l¨ªderes de ambos bandos se encuentren para escucharse y escuchar a expertos como Ignatieff.
Eso no quiere decir ¡°negociar sin l¨ªneas rojas¡±, sino todo lo contrario: admitir las que existen. Cada uno de los nacionalismos debe asumir una verdad amarga del otro: los catalanistas, la imposibilidad pr¨¢ctica de crear un nuevo Estado en la UE, y los espa?olistas, la realidad plurinacional de nuestro pa¨ªs. Y, si hay voluntad, sobre todo lo dem¨¢s hay margen para el acuerdo, como en toda familia.@VictorLapuente
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