Tsunami antidemocr¨¢tico

Cuando el lenguaje no comunica significados y recurre al efectismo emocional, se convierte en propaganda. Es el caso del hashtag #tsunamidemocratic: el uso de dos t¨¦rminos opuestos como si se complementaran es tan viejo como la psicolog¨ªa de masas. Otros que triunfaron gracias a la imposici¨®n de marcos ultranacionalistas utilizaron ret¨®ricas similares: ¡°revoluci¨®n legal¡± o ¡°felicidad en la desdicha¡± son ejemplos hist¨®ricos de la misma manipulaci¨®n torticera de las palabras.

Un tsunami es contrario a la idea de democracia. Esta implica lentitud, proceso, deliberaci¨®n, orden, acuerdo, consenso, instituciones, complicidad en el cumplimiento de las reglas; aqu¨¦l es un fen¨®meno natural que arrasa y destruye a su paso todo lo que existe. Situarlo junto a la palabra ¡°democracia¡± explicita c¨®mo hemos vaciado su significado y describe el problema de esta ¨¦poca tan vol¨¢til: no empleamos el lenguaje para explorar la realidad, sino para blindarnos frente a ella. ?Qu¨¦ significan, si no, esl¨®ganes como Take back control o America first? Como emblemas que apelan a lo emocional, nos aglutinan en tribus con f¨®rmulas grandilocuentes y tranquilizadoras cuya relaci¨®n con el futuro se establece mediante la peligrosa promesa de superioridad sobre ¡°los otros¡±, los enemigos a quienes se se?ala.

M¨¢s informaci¨®n

EDITORIAL | Destino escrito

?Incomprensible?

¡°Tsunami democr¨¤tic¡± solo sirve para crear un nosotros autodefinido como aut¨¦nticamente democr¨¢tico frente al mito negativo del Estado, identificado con quienes piensan diferente. Se hace acompa?ado de una atm¨®sfera m¨ªstica de rituales, teatralizando el discurso, exaltando a unos l¨ªderes que ocupan el coraz¨®n del espect¨¢culo convertidos en hombre-masa, a la vez cumbre y base del movimiento. Por eso, como Quim Torra, se puede vivir en el puro delirio, sin condenar la misma violencia que tienen el deber de reprimir.

La pol¨ªtica se convierte en lo que Stefan Zweig llam¨® ese ¡°doblegarse esclavo¡± de los l¨ªderes ante el monstruo que ellos mismos han creado, un ¡°fantasear sin interrupci¨®n acerca de traidores y cadalsos¡±. Por eso la intensidad de una propaganda gaseosa basada en un argot victimista sobre las injusticias sufridas por un pueblo frente a un Estado ¡°autoritario¡± puede acabar precipitando, y as¨ª lo ha hecho estos d¨ªas en forma de violencia. Preso de un marco mental que prepara el camino para justificarla, Torra no ha podido sino ofrecer esa mezquina respuesta con dificultades para condenarla. La pregunta es si el independentismo quiere verse atrapado en esta espantosa espiral o entender de una vez que la necesaria respuesta pol¨ªtica solo es posible dentro de la ley y del respeto a la otra mitad de Catalu?a.