Sin ambig¨¹edades
La incapacidad de Torra para gestionar las instituciones exige su cese inmediato
La estrategia independentista de instrumentalizar la sentencia del Tribunal Supremo como oportunidad para elevar el nivel de confrontaci¨®n con el Estado y desacreditar el sistema constitucional de 1978 ha resultado un fracaso tras los acontecimientos vividos en Catalu?a, pero ha generado un grave problema de orden p¨²blico. La huelga general convocada el viernes tuvo un seguimiento discreto y la cifra de manifestantes no igual¨® la de la ¨²ltima Diada, siendo enturbiada, adem¨¢s, por la acci¨®n de grupos violentos. Pero no son estos hechos por s¨ª mismos los que determinar¨¢n el futuro de Catalu?a, sino la manera en que se depuren las responsabilidades pol¨ªticas y en que se les haga frente a partir de ahora.
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Despu¨¦s de los graves sucesos de esta semana, las fuerzas independentistas no pueden seguir ensimismadas en el cultivo narcisista de su imagen como dem¨®cratas y pacifistas, a fin de descalificar como antidem¨®crata y violento a cualquiera que no comparta sus reivindicaciones, sino que est¨¢n obligadas a rendir cuentas de la gesti¨®n realizada al frente de la Generalitat y de los cuerpos y fuerzas de seguridad bajo su mando. Barcelona ha vivido presa del miedo durante seis noches consecutivas y la abnegada labor de los Mossos solo ha contado con el respaldo del conseller del Interior, no del Govern del que forma parte, ni, menos a¨²n, de su presidente, Quim Torra.
Los incendios y barricadas en las calles de Barcelona ponen de manifiesto que, m¨¢s all¨¢ de organizar escenograf¨ªas de masas, las fuerzas independentistas no han sido capaces de articular durante los a?os que llevan al frente de la Generalitat aquello que no han cesado de exigir al Ejecutivo central, a la Uni¨®n Europea y, en la ebriedad de sus enso?aciones, a la entera comunidad internacional: una soluci¨®n pol¨ªtica para el problema que ellas mismas han creado y que ahora se les est¨¢ yendo alarmantemente de las manos, mientras tratan de transferir la responsabilidad a los dem¨¢s.
La incapacidad del independentismo para gestionar las instituciones que gobierna exige el inmediato cese en sus funciones del actual presidente de la Generalitat, Quim Torra, por los procedimientos ordinarios previstos por el Parlament. Su comportamiento no solo ha alimentado el sentimiento de impunidad desde el que est¨¢n actuando los encapuchados, sino que, adem¨¢s, ha dificultado la labor de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, incluida la de los Mossos, al mostrarse condescendiente con los violentos y admonitorio con los agentes.
Tanto las palabras como los silencios de Torra durante estas jornadas aciagas comprometen a la totalidad del independentismo, que debe decidir sin ambig¨¹edades de qu¨¦ lado est¨¢n sus convicciones y su fidelidad: si con los violentos por defender la independencia de Catalu?a o con las instituciones democr¨¢ticas del Estado constitucional por defender la integridad f¨ªsica, la libertad y los derechos de los ciudadanos de Catalu?a frente a la acci¨®n de los violentos. Tampoco han estado a la altura las declaraciones improvisadas de Ada Colau, sin la imprescindible solemnidad que deber¨ªan haber tenido como alcaldesa y representante de la m¨¢xima instituci¨®n de una ciudad amenazada por la violencia.
La proximidad de las elecciones generales no contribuye a facilitar un imprescindible consenso pol¨ªtico sobre Catalu?a, a fin de establecer un cortafuegos que impida la propagaci¨®n de una crisis territorial a la totalidad del sistema constitucional. Pero tampoco puede ser una licencia absoluta para llevar las diferencias hasta extremos en los que el ¨²nico beneficiario sea el independentismo. Ante cualquier acto vand¨¢lico protagonizado por encapuchados que invoquen la independencia de Catalu?a, es mero electoralismo responsabilizar a partes iguales a sus autores y al Gobierno constitucional, cuando lo que corresponde es cerrar filas entre dem¨®cratas. Tambi¨¦n sin ambig¨¹edades.
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