Pleitos tengas
La judicializaci¨®n es una respuesta a la impotencia pol¨ªtica que nos rodea
Hace a?os, ten¨ªa muy mala fama eso de judicializar la pol¨ªtica. Si uno recurr¨ªa a los tribunales parec¨ªa que traicionaba una ley no escrita del gremio, por la cual lo que pasa en la arena pol¨ªtica se queda en la arena pol¨ªtica. Pero en su origen, la actividad ya nace judicializada, puesto que se trata de un elemento fundamental de control en el reparto de poderes. Es tan as¨ª que incluso las dictaduras m¨¢s duraderas impusieron una judicatura que permaneci¨® activa cuando esos pa¨ªses recobraron la libertad. Hasta ese grado de autonom¨ªa judicial tiene que llegar la simulaci¨®n democr¨¢tica para ser aceptada por los ciudadanos. Todo el mundo sabe en su vida civil que es conveniente evitar las instancias judiciales para resolver los conflictos. Un acuerdo templado es mejor receta que ponerse en las manos fr¨ªas de una autoridad t¨¦cnica, en muchos casos lenta y poco proclive a escuchar las lamentaciones emocionales de cada cual. As¨ª que lo que ocurri¨® cuando se judicializ¨® la pol¨ªtica es algo que sab¨ªan ya los matrimonios y los socios de negocio, los trabajadores y los empresarios, que al final del proceso un juez impondr¨¢ sobre otras prioridades personales un nuevo ciclo horario de obligado cumplimiento, al margen de tus intereses.
Por eso fueron rechazables las expresiones afrentadas y fuera de s¨ª que muchos sectores de la izquierda reprocharon al Gobierno cuando emprendi¨® el proyecto de exhumaci¨®n de Franco del Valle de los Ca¨ªdos y se prest¨® a concederle toda la autoridad al Tribunal Supremo para la soluci¨®n final. Fue este tribunal quien finalmente quit¨® de la cabeza algunas ideas a la familia del dictador, ideas basadas en d¨¦cadas de impunidad, regodeo y burla de las obligaciones democr¨¢ticas de cualquier paisano. As¨ª que tuvo que judicializarse la memoria hist¨®rica, entre otras cosas porque el PP y Ciudadanos recurrieron a abstenerse durante la votaci¨®n parlamentaria para emprender la retirada del cad¨¢ver de un lugar de privilegio simb¨®lico. Luego optaron por festejar todos los obst¨¢culos que le sal¨ªan al Gobierno en el camino y, finalmente, cuando se vieron superados por la realidad, eligieron la burla, la exageraci¨®n y un tont¨ªsimo oportunismo para ganarse a los nost¨¢lgicos de la dictadura que a¨²n les votan o les votaban con esperanza cierta en que preservar¨¢n los privilegios de algunos.
La judicializaci¨®n es una respuesta a la impotencia pol¨ªtica que nos rodea. La irresponsabilidad termina cuando la acci¨®n pol¨ªtica, al mostrarse incapaz o tramposa, se ve obligada a someterse a los tribunales. Sucedi¨® igual en las fronteras mar¨ªtimas italianas, donde fueron los jueces quienes frenaron los ¨ªmpetus xen¨®fobos de Salvini. Y tambi¨¦n, c¨®mo no, en la arena pol¨ªtica norteamericana, donde se rumorea cada vez con m¨¢s volumen que Donald Trump podr¨ªa ir a la c¨¢rcel cuando deje la presidencia del pa¨ªs. All¨ª, aunque goza de algunas prerrogativas reservadas a los monarcas, su cargo ni es vitalicio ni es hereditario, as¨ª que alg¨²n d¨ªa se judicializar¨¢ su legado con imprevisibles resultados. La sabidur¨ªa popular a¨²n conserva entre sus maldiciones m¨¢s crueles esa de ¡°pleitos tengas¡±, que ahora podr¨ªa aplicarse a los pol¨ªticos incapaces, que son aquellos que delegan en los jueces lo que no supieron resolver. Porque, aunque esos pleitos los ganen, sacrifican la gozosa autonom¨ªa de su actividad al designio de otro poder.
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