As¨ª se construye una ciudad com¨²n
M¨¢s de 250 personas acuden al I Encuentro estatal de proyectos de vivienda cooperativa en cesi¨®n de uso
M¨¢s de 250 personas y 40 iniciativas de todo el Estado se dieron cita los pasados d¨ªas 19 y 20 de octubre en el I Encuentro estatal de proyectos de vivienda cooperativa en cesi¨®n uso, coorganizado por el proyecto europeo MARES de Madrid. Unas jornadas que sirvieron para seguir construyendo este modelo de acceso a la vivienda a trav¨¦s de la reflexi¨®n en torno a siete mesas de di¨¢logo: sector p¨²blico, cesi¨®n de uso, feminismos y cuidados, resiliencia, autopromoci¨®n, covivienda senior y perspectiva jur¨ªdica y fiscal.
?Por qu¨¦ era necesario encontrarse y hacer puesta en com¨²n? Principalmente porque en estos ¨²ltimos a?os est¨¢n apareciendo muchas iniciativas de vivienda alrededor de la palabra covivienda, cada uno con su especificidad y con su particularidad. No todo el mundo que utiliza esta denominaci¨®n habla de lo mismo. Y es necesario que los proyectos de viviendas cooperativas en cesi¨®n de uso se sit¨²en en el tablero de juego frente a otras acepciones o corrientes. De ah¨ª que una de las principales reflexiones del encuentro fuera: ?Qu¨¦ nos identifica y qu¨¦ aportamos para afrontar la crisis ecol¨®gica, social y econ¨®mica en la que nos encontramos?
Cohousing para una "ciudad com¨²n"
La proliferaci¨®n de estos proyectos probablemente responda a la necesidad de juntarse y afrontar de forma colectiva los retos de esta crisis. Simplemente agruparse y crear comunidad es un gran avance en contextos urbanos fuertemente individualizados. Pero no es suficiente si no perdura en el tiempo. Durante los dos d¨ªas que ha durado el encuentro se ha expresado, como amenaza, que pudiera repetirse lo que le ha sucedido a la palabra "cooperativa" cu¨¢ndo viene asociada a la vivienda. La cooperativa de vivienda se ha reducido a personas que se agrupan, sin conocerse de nada, en un proyecto promovido por una promotora, para comprar m¨¢s barato. Y en cuanto compran, se disuelve la cooperativa, y cada uno en su casa.
Agruparse y crear comunidad es un gran avance en contextos urbanos fuertemente individualizados
La covivienda puede servir para pasar de una ciudad fragmentada a una "ciudad com¨²n", entornos donde la comunidad cobra protagonismo para construir ciudades m¨¢s habitables y amables, donde las personas son el centro. Pero para ello, necesita abordar las tres dimensiones de la crisis ecosocial: la ecol¨®gica, la social y la econ¨®mica, por igual.
La dimensi¨®n ecol¨®gica es la m¨¢s trabajada en el mundo de la vivienda, y la m¨¢s aceptada, aunque todav¨ªa no sea mayoritaria. Cada vez son m¨¢s las constructoras y promotoras tradicionales que construyen con materiales ecol¨®gicos. Esto es crucial, no solo porque mejora el enfoque cl¨¢sico, sino porque es una puerta de entrada para el cambio de conciencia en las otras dos dimensiones. Sin embargo, por s¨ª sola no transformar¨ªa el modelo de ciudad y se podr¨ªa caer en una simple "covivienda verde", sufriendo la misma p¨¦rdida de sentido que la "cooperativa" en los modelos tradicionales. Las transiciones propuestas por corrientes como el capitalismo verde, el Green New Deal, pueden asimilar este concepto sin que la transformaci¨®n del modelo sea grande.
Dar valor a la arquitectura social
La dimensi¨®n social es el siguiente eje m¨¢s aceptado, aunque no est¨¢ muy desarrollado. Hay una vaga idea de que lo importante que es tener una comunidad que se lleve bien en contraposici¨®n a las cl¨¢sicas comunidades de vecinos, que la mayor¨ªa de la gente rehuye o vive con pesadez.
Sin embargo, no se dedica tiempo a construir estas comunidades, no se incorpora la sabidur¨ªa social necesaria, porque no hay costumbre. Es decir, igual que se necesita incorporar conocimiento jur¨ªdico y financieros, o arquitect¨®nico, es necesario dar valor a la arquitectura social de los proyectos de covivienda.
Afrontar los contextos de crisis complejas generando redes de apoyo mutuo, sea cual sea la soluci¨®n que se construye, permite acercarse m¨¢s a una ciudad com¨²n habitable que a escenarios Mad Max o Blade Runner. La cooperaci¨®n llama a la cooperaci¨®n y aumenta nuestra prosociabilidad. Si al igual que en la ecolog¨ªa se corre el riesgo de vaciar de contenido el poder de transformaci¨®n de estas nuevas formas de habitar, en lo social tambi¨¦n. Se puede enfocar la construcci¨®n de comunidad solo hacia dentro del propio edificio, y ser¨ªa compatible con los nuevos modelos de urbanizaciones cerradas con espacios comunes. Pero esto no son sino fragmentaciones de la ciudad, estados independientes dentro de una misma continuidad urbana que solo se sostiene por el asfalto que une los edificios. La imagen propia de vecinos y vecinas que comparten piscina, o sala com¨²n, pero su mayor contacto con el exterior es a trav¨¦s de la ventanilla del coche de camino al centro comercial. Suena exagerado, y lo es, pero nos sirve para ver los extremos hacia los que se est¨¢ tendiendo.
Derecho de uso frente a propiedad
Por ¨²ltimo, la dimensi¨®n econ¨®mica tiene su principal reto en la accesibilidad de la vivienda, es decir, lo prohibitivo de su precio para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Un precio que obedece a un mercado especulativo que concibe la vivienda como un objeto comercial deseado y se basa en la propiedad individual como forma principal de acceder a ella. En este sentido, durante el encuentro estatal se exprimi¨® al m¨¢ximo la reflexi¨®n en torno al derecho de uso, que ya funciona en otros lugares como Dinamarca, Uruguay y Viena.
En el derecho de uso, la vivienda nunca se tiene en propiedad, sino que es, o bien de un promotor p¨²blico, o de una autopromoci¨®n cooperativa sin divisi¨®n horizontal de la propiedad. Por lo que la propiedad pasar¨ªa a ser, de alguna manera, de esa ciudad com¨²n. Al no poder especular, el precio var¨ªa menos, y una vez amortizado el precio de construcci¨®n del edificio, la cuota a pagar cada mes se fija a partir del coste de mantenimiento del mismo. Esta iniciativa, de por s¨ª, provocar¨ªa una transformaci¨®n muy grande del modelo de vivienda. Pero, precisamente por eso, es la dimensi¨®n menos desarrollada, la menos asumida socialmente y requiere seguir desarroll¨¢ndose en el marco jur¨ªdico y sobre todo en lo financiero.
En conclusi¨®n, la covivienda y todo el debate que se mueve alrededor de los nuevos modelos de vivienda tienen retos interesantes por delante. Cada una de las dimensiones, por s¨ª sola, alcanza niveles de transformaci¨®n distintos. En un sistema complejo, interconectado, como el que nos rodea, ser¨ªa poco inteligente vivir estas dimensiones de forma simple y parcelada. Un problema complejo, en un sistema complejo, requiere soluciones con dimensiones interdependientes, y sobre todo, soluciones pensadas conjuntamente, entre vecinos y vecinas, en una covivienda algo m¨¢s que verde.
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