El Ibex 35 se va de rositas
Una investigaci¨®n de Oxfam Interm¨®n ilustra la dificultad de abrir debates p¨²blicos sobre justicia social
La semana pasada la ONG Oxfam Interm¨®n public¨® un extenso informe documentando la relaci¨®n entre las empresas del Ibex 35 y la desigualdad. Utilizando una combinaci¨®n de cinco indicadores que miden tanto la contribuci¨®n de las compa?¨ªas a la justicia fiscal como la equidad dentro de sus propias organizaciones, la investigaci¨®n ofrece un panorama poco edificante: en conjunto, las principales empresas de nuestro pa¨ªs habr¨ªan decidido dar la espalda a la brecha creciente que separa a los trabajadores y ciudadanos precarizados de las ¨¦lites econ¨®micas que han definido la respuesta a la Gran Recesi¨®n. Pueden encontrar una estupenda cobertura del informe en la pieza de Laura delle Femmine publicada en este peri¨®dico.
El an¨¢lisis y las recomendaciones de Oxfam Interm¨®n est¨¢n sujetos a todas las consideraciones que puedan hacer sus destinatarios, algunas de ellas cr¨ªticas. Pero resulta dif¨ªcil discutir la relevancia del asunto y la oportunidad de esta investigaci¨®n. Este es el tipo de conversaciones que deber¨ªamos estar teniendo, mucho m¨¢s en ¨¦poca de campa?a electoral. Pese a ello, les reto a encontrar este debate entre los titulares de cualquier medio, cualquier d¨ªa de las dos pr¨®ximas semanas. Y no porque no se pueda hacer ruido con temas como los impuestos, uno de los juguetes preferidos de populistas de medio mundo, sino porque el eje del debate ideol¨®gico se ha trasladado del modelo socioecon¨®mico de nuestras sociedades a la adscripci¨®n identitaria de sus ciudadanos. Esta campa?a, este tiempo, es para las banderas y los abanderados. La pertenencia como arma arrojadiza o como simple estratificaci¨®n de grupos pol¨ªticos antes m¨¢s homog¨¦neos (l¨¦ase a Mark Lilla con respecto a los movimientos pol¨ªticos progresistas).
Para las ONG del ¨¢mbito de la justicia social, como para la izquierda no nacionalista, este es un territorio pantanoso. La paradoja es que la sociedad se ve forzada a elegir bandos identitarios, pero sus motivaciones profundas est¨¢n mucho m¨¢s relacionadas de lo que parece con los asuntos de los que habla Oxfam Interm¨®n. Parte de los movimientos nacionalistas ¨Cel tercio de la poblaci¨®n enfadado y desenganchado que es posible identificar en el soberanismo perif¨¦rico tanto como en las bases de Vox¨C encuentran en la tribu un refugio frente a la precariedad, el abandono institucional y la falta de pertenencia. Un salvavidas emocional como respuesta a un ascensor social gripado.
Tal vez usted se sienta tan perdido como yo en este bosque. Salt¨¢ndome Catalu?a y los deportes, mi peri¨®dico de los domingos se ha reducido a una gacetilla parroquial. Evito los telediarios y me escandaliza que no estemos hablando del clima, las migraciones, la sanidad o las pensiones. Pero intuyo que la respuesta no es marcarse un Savater, renegando ante notario del nacionalismo cada fin de semana y votando despu¨¦s a una colecci¨®n de bomberos pir¨®manos. Estamos obligados a vivir en nuestro tiempo, jugando con las cartas que tenemos, arriesg¨¢ndonos a entrar en el territorio emocional con elementos que devuelvan la discusi¨®n al debate entre lo que es justo e injusto, no tanto a lo que son ellos o somos nosotros.
Hace tiempo que cultivo en mi amistad con nacionalistas los asuntos que nos unen, que no son pocos. Como en un matrimonio que pasa por dificultades, conviene recordar que los tiempos buenos y las trincheras comunes no fueron imaginados. Cuando ambos leemos que en empresas como Acciona o el Banco Santander la diferencia entre el sueldo m¨¢s alto y el sueldo medio es de 256 a 1, compartimos una indignaci¨®n com¨²n por lo que es obvio y debe ser transformado. Ese es tambi¨¦n el valor de publicaciones como la que ha hecho Oxfam Interm¨®n. Que dure mucho.
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