Karl y Groucho Marx en Catalu?a
En la huelga universitaria, como en otras actuaciones del independentismo, destaca el esp¨ªritu antidemocr¨¢tico
El proc¨¦s fue una revuelta de los ricos contra los pobres, de sesgo etnoling¨¹¨ªstico y teatralizada en el terreno de lo simb¨®lico. Los an¨¢lisis marxistas ¡ªcomo los de Luis Abenza en Politikon¡ª explicaban muchas claves. Buena parte de las clases educadas se alinearon con la secesi¨®n. Se sumaron una estrategia de construcci¨®n nacional, p¨¢nico y competencia entre los partidos nacionalistas, creatividad publicitaria, supremacismo camuflado a duras penas, cursiler¨ªa apabullante, imaginario kitsch y el dinero. No sorprende que un sector de la izquierda espa?ola e internacional se pusiera del lado de los poderosos. Las clases intelectuales y acad¨¦micas est¨¢n separadas de las clases productivas. Ya se?al¨® Orwell que hay cosas tan est¨²pidas que solo las puede creer un miembro de la intelligentsia y que a uno le ense?an de peque?o que la clase baja huele.
La falta de violencia expl¨ªcita era, por un lado, parte del argumentario central: pretend¨ªan que la violencia fuera del Estado y que eso socavara su legitimidad. Por otro, no era necesaria: si la espiral del silencio funciona, no hace falta usarla. Las justificaciones de la violencia se?alan el fracaso del independentismo, pero tambi¨¦n son la reacci¨®n a la quiebra de una hegemon¨ªa.
En la huelga universitaria, como en otras actuaciones del independentismo, destaca el esp¨ªritu antidemocr¨¢tico, la pulsi¨®n autoritaria con que se pretende imponer una visi¨®n. Un efecto es la degradaci¨®n de instituciones que son de todos los catalanes. Otro aspecto llamativo es la negativa a afrontar las consecuencias. Los l¨ªderes condenados no solo apelaban a una desobediencia civil que corresponde a personas y no a instituciones, sino que, a diferencia de quienes realmente han ejercido la desobediencia civil, sostienen que sus acciones no merecen reproche legal. Todo castigo se considera injusto; todo obst¨¢culo, una persecuci¨®n; todo coste, un exceso. Ahora, a veces con la complicidad de las universidades, quienes reclaman la autodeterminaci¨®n y la amnist¨ªa, quienes intimidan a profesores y compa?eros, quienes impiden que otros alumnos asistan a clase y lanzan consignas ¨¦picas quieren que el sistema garantice que ellos no sufrir¨¢n ning¨²n inconveniente. Una cosa es hacer la revoluci¨®n y otra sacar peor nota, suspender o pagar una segunda matr¨ªcula: pertenecen a esa clase de personas que, como dec¨ªa Groucho Marx, siempre toman bebidas caras, excepto cuando pagan ellas. @gascondaniel
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