Deseo y delirio

El tr¨¢nsito del autoenga?o al delirio implica dejar de creer una mentira construida como mecanismo de defensa ante la realidad y convertirnos en militantes de la fantas¨ªa, pues en los delirios no se cree: nos sumergimos y vivimos desde ellos. Solo desde esa perspectiva atrofiada de la realidad convertimos un proyecto pol¨ªtico en una vivencia colectiva, ni siquiera ya en puro sentimiento. Esa distorsi¨®n de lo real permite comparar con pasmosa normalidad a Catalu?a con Hong Kong, a los independentistas con los esclavos negros, o no ver, por ejemplo, que la Universidad, templo del conocimiento y control ¨¦tico del poder, se subordina a ¨¦l org¨¢nicamente, aunque sus rectores, despreciando su funci¨®n p¨²blica y rompiendo el principio de igualdad, proclamen que no, que solo ofrecen a sus estudiantes ¡°facilidades¡± para militar en el m¨¢s viejo de los objetivos: la movilizaci¨®n simplista y maniquea contra un enemigo, el Estado, elevado a rango de absoluto.

Es muy dif¨ªcil negociar con una vivencia, porque no es un proyecto pol¨ªtico: por eso la respuesta siempre suele ser un condescendiente ¡°t¨² no lo entiendes¡±, como si mirar desde los m¨¢rgenes no procurase perspectiva y conocimiento. Ese ¡°no lo entiendes¡± significa en realidad que no lo sientes igual, lo que destierra de un plumazo cualquier posibilidad de espacio compartido, pues se est¨¢ impidiendo objetivamente una salida. Cada acontecimiento nuevo se convierte ya en un argumento al servicio del aparato que has creado, del inevitable delirio que surge del camino que va entre tu vivencia y una realidad que no se pliega a tus deseos. Desde ah¨ª, todo lo que sucede te va dando una y otra vez la raz¨®n.

La excepcionalidad del momento es el MacGuffin que lo justifica todo, desde dar prebendas a los estudiantes hasta crear una asamblea de cargos independentistas paralela al Parlament, el viejo camino de la Udalbiltza de Ibarretxe. Ya no vale con ¡°decidir¡±: se quiere decidir solo con los nuestros. ?Qu¨¦ concepci¨®n democr¨¢tica es esa que, vulnerando el respeto a la pluralidad social, pretende prevalecer sobre las estructuras estatales o confundirse con ellas? La peligrosa sincron¨ªa de todas las organizaciones pol¨ªticas, sociales y econ¨®micas al servicio de una ideolog¨ªa oficial, de un delirio oficial. ?Y d¨®nde queda el juego de responsabilidades? Intelectuales, pol¨ªticos, empresarios, profesores... Quienes se arrogan liderazgos no se atreven ahora a enfrentarse a sus alumnos para decirles que la perfecci¨®n moral no existe, que en la vida toda decisi¨®n implica un coste, que cada camino que tomamos nos enfrenta a una p¨¦rdida, que tarde o temprano nuestra impecabilidad puede romperse, y entonces tendremos que subir a la superficie. @MariamMartinezB