A Bola de Nieve (Ignacio Villa)
Escuchando una tarde de oto?o la cautivadora voz del gran m¨²sico cubano, la cantante onubense encontr¨® sus sentimientos e inspiraci¨®n.
QU? BIEN lloran los cristales en oto?o¡ Qu¨¦ empat¨ªa con el cuadrado paisaje de tu ventana anegado de gotas que resbalan y t¨² mirando resbalar, con los ojos cargados de l¨¢grimas sin soltar¡ y no puedes¡ no puedes dejarte ir¡! Tienes que¡! y te encojes y sigues adelante, sin darte lugar¡ Y arrinconas los enfrentes con los rincones oscuros que te oprimen y luego te duele el alma (y el cuerpo). Y en esas, desde detr¨¢s de un nubarr¨®n, se asoma un rayito de sol que se cuela en la jondura de una gota y¡ aparece en la pared un cachito de arco iris. Y sientes el rel¨¢mpago de una urgencia que te llama¡ Consciente, pones un disco de Bola de Nieve. Y ya no est¨¢s sola¡
Y oyendo con atenci¨®n en los recovecos de su voz, empiezas a encontrar algo que te ense?a lo tuyo, eso que se debe llorar o re¨ªr cuando se siente, sin importarte absolutamente nada m¨¢s y nada menos que dejarte vivir tus sentimientos. Eso consigue hacerte Bola con su expresi¨®n.
Como ¨¦l dec¨ªa: ¡°Yo no quiero impresionar, lo m¨ªo es la expresi¨®n¡±. ¡°Yo soy la canci¨®n que canto¡±¡ Expresar para comunicar, para que se amen, para que descubran que a¨²n pueden sentir. Eso es la fuente de la eterna juventud.
Querido se?or Ignacio: desde mi antena de la peineta que sabes cu¨¢nto comunica con tu Cuba querida¡ Con nuestra amada Marta Vald¨¦s, con los Vitier¡, con todos los m¨²sicos y compositores que hemos conocido de la m¨²sica latinoamericana, para los que eres un icono del tocar y cantar la emoci¨®n, desde ah¨ª me arrodillo y quiero proseguir (ya que para m¨ª eres una revoluci¨®n que me ha hecho buscarme, cuestionarme y hallarme para seguir buscando¡) con el empe?o de que se te conozca m¨¢s, que se oiga esa forma tuya de ense?arnos a decir de verdad, que tanta falta nos hace en el mundo de hoy. Que cuando alguien escucha con los o¨ªdos del alma esa forma inigualable de emitir la ternura y el dolor, que no se corta las venas en el primer comp¨¢s, que no alardea de potencia y cualidades, conteni¨¦ndose y soltando, no a la platea, sino doli¨¦ndote ensimismado, o contagiando una ancestral alegr¨ªa¡, se transmuta, es teatro cantado pero con guion propio. La misi¨®n de espejo del arte para dar lugar. Un esfuerzo arduo, nunca fue f¨¢cil lo hermoso.
Tu vida era la m¨²sica, y la m¨²sica susurr¨® una tarde de oto?o que pod¨ªamos hacer Chano Dom¨ªnguez y yo una nueva relectura de tus canciones y las elegidas por ti con mano maestra de un cancionero esencial. De ese piano que es Cuba, C¨¢diz, es Lecuona, eres t¨² y es tan cercano a Chano Dom¨ªnguez, mi hermano en la m¨²sica y amigo en la vida. Unidos despu¨¦s de Las coplas en jazz hace m¨¢s de 20 a?os, emocionados con tu obra y contando con la producci¨®n musical de nuestro Ra¨²l Rodr¨ªguez, quien ama tu m¨²sica, nos conoce y nos al¨ªa muy bien a nosotros dos. Desde nuestro profundo respeto y admiraci¨®n, te ofrecemos este homenaje, nunca imit¨¢ndote, que es imposible, sino tratando de expresar en nuestro lenguaje lo que nos llega cuando te o¨ªmos a ti. Querido se?or Ignacio: t¨² has hecho que haya m¨¢s verdad en mi voz y m¨¢s m¨²sica y m¨¢s pausa en la riqueza del piano de Chano. Gracias por tu inspiraci¨®n y tu entrenamiento singular.
?Cu¨¢nto me gustar¨ªa verte la cara cuando lo escuches¡! Ojal¨¢ sonr¨ªas. Ojal¨¢ te guste, querido Maestro. Gracias por tu vida y tu obra.
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