Vox y el manto protector
Es necesario confrontarse sin ambages con la extrema derecha evitando la reacci¨®n constante
La extrema derecha ha encontrado dos maneras de crecer en Europa. La primera y m¨¢s obvia fue aquella con la que dieron los nuevos l¨ªderes radicales emergente hace un par de d¨¦cadas: la derecha absoluta, fundamentada en la idea de libertad econ¨®mica completa y nacionalismo excluyente. Las posiciones antiinmigraci¨®n de corte xen¨®fobo se combinaban con una defensa de la familia tradicional y sus roles asociados, as¨ª como de una presencia reducida del estado en los bolsillos de los ciudadanos. Tal fue la naturaleza de los primeros ejemplos exitosos de esta nueva familia pol¨ªtica: el FPO austriaco, el SVP suizo o incluso la primera versi¨®n del FN franc¨¦s. Vox se encuadraba dentro de esta posici¨®n ideol¨®gica. Al menos hasta el pasado lunes por la noche. En ese momento quiz¨¢s se inici¨® un proceso de reposicionamiento que, dependiendo de los resultados del pr¨®ximo 10-N y de la respuesta del resto de actores involucrados, podr¨ªa llegar a ser clave en el panorama pol¨ªtico espa?ol.
Entre el ruido de un debate electoral, la se?al que mand¨® Santiago Abascal al electorado fue clara: el mundo es un lugar inh¨®spito, pero la madre patria puede protegerte de las amenazas. En esta l¨®gica, Vox representa la Espa?a acogedora para los que se sienten atacados por la modernidad globalizada. Se trata de un cambio sutil pero muy significativo respecto a la derecha tradicional porque parte de la defensa proteccionista-patri¨®tica, m¨¢s que desde el capitalismo y el tradicionalismo. Basten tres ejemplos de argumentos falaces pero discursivamente efectivos. Primero, como apunt¨® la polit¨®loga S¨ªlvia Claveria, Abascal se movi¨® ligeramente desde la acusaci¨®n hacia el feminismo de fomentar una ¡°ideolog¨ªa de g¨¦nero¡± antitradicionalista hacia la propuesta de proteger a las mujeres de migrantes j¨®venes cuyo origen, seg¨²n ¨¦l, har¨ªa m¨¢s probables las agresiones de g¨¦nero. Adem¨¢s, acus¨® a sus rivales de permitir que el sistema gastase dinero en servicios para ¡°los de fuera¡±, recursos que a su entender estar¨ªan mejor invertidos en ¡°los de aqu¨ª¡±. Por ¨²ltimo, sopes¨® una posici¨®n contraria a la integraci¨®n econ¨®mica global, cuestionando algunos de sus beneficios.
Este argumentario parece sacado del repertorio de la ¨²ltima campa?a presidencial de Marine Le Pen, que se caracteriz¨® precisamente por consolidar un discurso nacional-estatista. Pocos esperaban una exploraci¨®n tan temprana de Vox de estas posiciones: al fin y al cabo, se trata de una escisi¨®n del PP que siempre ha desarrollado una versi¨®n extrema de discurso de su casa madre. Pero el pasado de un partido no define por completo su futuro: siguiendo con el ejemplo franc¨¦s, la hija de Jean-Marie vir¨® poco a poco desde el radicalismo tradicional hacia una posici¨®n de patriotismo autoritario pero benefactor. Su padre y allegados ideol¨®gicos, caudillos de una formaci¨®n con d¨¦cadas de historia, lucharon y siguen luchando desde la derrota contra tal decisi¨®n estrat¨¦gica. ?Por qu¨¦ no iba a ser factible un giro similar en una formaci¨®n m¨¢s joven y vertical? Ese primer tanteo proteccionista en el debate cay¨® en vac¨ªo ante lo que s¨®lo cabe interpretar como desubicaci¨®n de sus rivales. Abascal les cogi¨® con el pie cambiado: todos llevaban preparada la t¨¢ctica de ignorar al reci¨¦n llegado. Algo que habr¨ªa tenido sentido si Vox no se hubiese movido hacia esta nueva posici¨®n, que le permite reforzar el tinte xen¨®fobo de sus argumentos pero articul¨¢ndolo en torno a la idea de protecci¨®n (selectiva). La falta de respuesta se volv¨ªa entonces m¨¢s llamativa. Ante la audiencia casual e indecisa, la novedad del discurso del nacionalismo total sin r¨¦plica ninguna guarda el potencial de, cuanto menos, llamar la atenci¨®n. Es normal, casi necesaria, cierta alarma progresista. Ricardo Dudda, comedido columnista de esta misma casa, la representaba acertadamente en Twitter: ¡°?Tienes delante a un tipo que ataca al colectivo m¨¢s vulnerable que se me ocurre (inmigrantes menores y solos en condiciones precarias) y no le dices nada?¡±.
Pero, ?qu¨¦ decir exactamente? La posici¨®n Marine Le Pen tiene la capacidad de descolocar a sus adversarios si ¨¦stos parten de posiciones tradicionales. La izquierda teme que la parte de sus votantes que se siente m¨¢s vulnerable (muchas veces, sin serlo) preste o¨ªdos al proteccionismo excluyente. La derecha moderada, por su parte, no estaba en disposici¨®n de contrarrestar lo que ha legitimado con pactos en todo el territorio.
Los discursos acomodaticios son tentadores, pero compran un marco en el que la extrema derecha parte con ventaja: los votantes suelen preferir el original a la copia.
Ahora bien, una respuesta alterada y desordenada admitiendo incoherencias propias sin resaltar las de Vox habr¨ªa ofrecido a Abascal un rol que ans¨ªa: el de oposici¨®n al sistema. As¨ª que, si bien la confrontaci¨®n sin ambages es necesaria, debe partir de un nivel fundamental que evite la reacci¨®n constante: antes de que el marco nacional-proteccionista trate de constre?ir el debate, es necesario reforzar el propio consenso inclusivo que caracteriza a Espa?a. Existe: lo vemos sistem¨¢ticamente en las encuestas sobre minor¨ªas y Estado de bienestar. Pero no es inevitable, ni indestructible. Debe ser alimentado y puesto en valor de manera constante. Porque en ¨¦l reside nuestro verdadero manto protector.
Jorge Galindo es doctor en Sociolog¨ªa por la Universidad de Ginebra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.