El eclipse de la izquierda
Con Catalu?a convertida en monotema, ?qu¨¦ espacio ha habido para las dos grandes fuerzas del cambio: el feminismo y el ecologismo?
?Qu¨¦ tienen en com¨²n Vox, el PP, Ciudadanos, el PSOE, Junts per Cat y Esquerra Republicana? Que todos ellos asumen acr¨ªticamente el modelo econ¨®mico vigente. Si subversivo es todo movimiento que pretende destruir la arquitectura pol¨ªtica y legal de una sociedad, el independentismo es una apuesta pol¨ªtica realmente subversiva, porque el objetivo es alterar la estructura territorial del Estado, desgajando una parte. Y sin embargo, ninguno de los partidos que se mueven en el espacio independentista (excepci¨®n de la CUP) ni en sus discursos, ni en su ideolog¨ªa, ni en el ejercicio del poder auton¨®mico han cuestionado lo m¨¢s m¨ªnimo la ortodoxia neoliberal: desocializaci¨®n, rebajas fiscales, privatizaciones masivas de servicios p¨²blicos b¨¢sicos, desregulaciones, y un suma y sigue de mal llamadas reformas que est¨¢n despojando a las personas de la condici¨®n de ciudadanos para reducirlos a simples individuos. Es decir, el soberanismo catal¨¢n apunta a la superestructura ¡ªal Estado¡ª sin cuestionar la infraestructura econ¨®mica.
En 2009, Tony Judt escrib¨ªa en Algo va mal: ¡°Hay algo profundamente err¨®neo en la forma en que vivimos hoy. Durante 30 a?os hemos hecho una virtud de la b¨²squeda del beneficio material: de hecho, esta b¨²squeda es todo lo que queda de nuestro sentido de un prop¨®sito colectivo. (...) Ya no nos preguntamos sobre un acto legislativo o un pronunciamiento judicial: ?Es leg¨ªtimo? ?Es ecu¨¢nime? ?Es justo? ?Es correcto? ?Va a contribuir a mejorar la sociedad o el mundo?¡±. Han pasado diez a?os, y, en parte se est¨¢n recuperando las preguntas que a?oraba Judt. Pero no es seguro que vayan en el sentido emancipador en que se inscrib¨ªa su discurso.
Unos canalizan el malestar por la v¨ªa de una vieja utop¨ªa: un peque?o pa¨ªs, capaz de realizar su sue?o de pasar de potencia (naci¨®n) a acto (Estado). Otros sacan a procesi¨®n las figuras y las maneras del nacionalismo m¨¢s rancio y apelan a los valores tradicionales para construir pasarelas hacia el autoritarismo postdemocr¨¢tico. Pero nadie osa tocar el modelo econ¨®mico que est¨¢ provocando el desguace de la democracia, aqu¨ª como en toda Europa. Lo hemos visto en la campa?a electoral. Con Catalu?a convertida en monotema, ?qu¨¦ espacio ha habido para las dos grandes fuerzas del cambio: el feminismo y el ecologismo? El independentismo y sus adversarios coinciden en un punto: sustituyendo ¡°viejas utop¨ªas¡± por ¡°nuevos pasados¡± (Christopher Clark) buscan encuadrar a la gente, darle un espacio simb¨®lico de acogida, en un momento en que la pol¨ªtica se siente impotente ante los poderes globales. Y as¨ª con la sobreactuaci¨®n permanente sobre Catalu?a, las fracturas econ¨®micas y sociales quedan a beneficio de inventario. Convertidos en enemigos pol¨ªticos frontales, defienden y protegen los mismos intereses de fondo. Y las izquierdas cl¨¢sicas (PSOE, ERC) se eclipsan ante la exigencia de unidad en las lealtades patri¨®ticas. En el debate del lunes, la soledad de Pablo Iglesias era elocuente.
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