Chiringuitos, inmigrantes, MENAS
Todos los dislates que consideraba rarezas o excepciones han engendrado una opci¨®n pol¨ªtica que hoy sabremos con cu¨¢nto apoyo popular cuenta
Esto de escribir es secundario, yo me dedico fundamentalmente a escuchar. Soy la t¨ªpica v¨ªctima propicia de esas personas que salen a la calle a desembuchar su basura mental. Cuando vuelvo a casa me dan ganas de desenroscarme la cabeza y vaciarla en el v¨¢ter. Hace unos diez a?os, en una sala de espera, un tipo me inform¨® de que las listas de la sanidad eran lentas porque los ambulatorios estaban saturados por los inmigrantes. ?Y usted, se?or, c¨®mo sabe eso?, le pregunt¨¦. Me dijo que era vox populi y se qued¨® tan fresco. Yo lo tom¨¦ por un estramb¨®tico, y por un racista, claro est¨¢. Corrieron las hojas en el calendario y en la barra de un bar escuch¨¦ a un paisano decir que, como no pusi¨¦ramos freno de una puta vez, los musulmanes acabar¨ªan por hacerse con el mando. Ay, Houellebecq, Houellebecq, pens¨¦, cu¨¢ntos lectores tienes sin saberlo. Un colega catal¨¢n del mundo cultural, o sea, un t¨ªo preparado al que yo ten¨ªa en gran estima, me dijo que estaba harto de trabajar para subvencionar a los andaluces, en definitiva, que ya estaba bien, co?o. Yo le dije que pod¨ªa promover una campa?a, ¡°subvencione a un andaluz¡±, del tipo de aquellas de ¡°siente a un pobre a su mesa¡± de los cincuenta. Siempre es bonito tener a mano un andaluz para sentirse superior. A una madre le escuch¨¦ en la puerta de un colegio que todas las ayudas a comedor se las daban a los ni?os extranjeros. Ten¨ªa pinta de ser una de esas madres dispuestas a matar por sus hijos, pero que muy dispuestas. Un individuo me dijo que no se pod¨ªa considerar violencia de g¨¦nero cuando un hombre arrea a su mujer porque pierde la cabeza o porque est¨¢ borracho. Otro, que una t¨ªa borracha no pod¨ªa quejarse despu¨¦s de que la hubieran violado, que eso es lo se ha denominado de toda la vida de Dios ponerse a tiro. En resumen, que la borrachera s¨ª que tiene g¨¦nero. Un t¨ªo informado me dijo que hab¨ªa mogoll¨®n de denuncias falsas por violencia de g¨¦nero, pero que se archivaban en la papelera para que al Gobierno le cuadraran las estad¨ªsticas. Me susurr¨® un se?or que el Ministerio del Interior ocultaba que la mayor¨ªa de los violadores eran extranjeros. Todo esto, a?adi¨®, en connivencia con los chiringuitos feministas, porque las feministas son, en la actualidad, las que manejan el cotarro. En el autob¨²s, una se?ora le dec¨ªa a otra que prefer¨ªa mil veces un centro de metadona que uno de MENAS (me encanta c¨®mo nos hemos aprendido todos la palabreja). La se?ora era una nost¨¢lgica de los ochenta. Y en un digital muy riguroso le hac¨ªan una entrevista en profundidad a un vecino del barrio de Moratalaz que afirmaba que todas las ayudas a vivienda se las llevaban los inmigrantes. En la foto aparec¨ªa el individuo se?alando un edificio.
Estas exc¨¦ntricas afirmaciones han ido introduci¨¦ndose en el debate pol¨ªtico, hasta el punto de que, por ejemplo, esta semana PP y Ciudadanos no se deslindaban de Vox en su propuesta de ilegalizar a los partidos independentistas. Todos los dislates que en estos a?os he ido escuchando aqu¨ª y all¨¢ y que consideraba rarezas o excepciones han engendrado una opci¨®n pol¨ªtica que hoy sabremos con cu¨¢nto apoyo popular cuenta. Conclusi¨®n: hay que estar m¨¢s atentos a lo que se dice en la calle.
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