Pa¨ªs de cr¨¦dulos
El esp¨ªritu cr¨ªtico se le resiste a los mexicanos a pesar de haber sido defraudados una y otra vez
El escritor Jorge Ibarg¨¹engoitia recordaba que, en su juventud, cuando formaba parte de los scouts, recorri¨® durante una semana una brecha en la que ¨¦l y sus compa?eros deb¨ªan abrirse paso a machetazos, aunque en el mapa oficial la ruta se encontraba marcada como una carretera entre Apatzing¨¢n y Zihuatanejo, en Guerrero. Pero no hab¨ªa tal carretera en la realidad. Reflexionaba Ibarg¨¹engoitia que la explicaci¨®n de ese disparate quiz¨¢ era que al elaborador del mapa lo hab¨ªa engatusado un funcionario. ¡°?Pero, ingeniero, si esa carretera ya est¨¢ en proyecto! ?Dela por hecha! Si no, su mapita se le queda anticuado reci¨¦n salido de la imprenta¡±. Los mexicanos, como se ve, tenemos un largo historial de credulidad.
Somos una ciudadan¨ªa provista de una buena fe inmensa. Y aunque haya sido defraudada una y otra vez, el esp¨ªritu cr¨ªtico se nos resiste. Confiamos y confiamos. Hemos dejado de creerles a algunos despu¨¦s de comulgar por a?os con sus ruedas de molino, s¨ª, pero el precio ha sido creerles a otros que ten¨ªan listas sus propias ruedas.
Por promesas, eso s¨ª, no quedamos. Quiz¨¢ los lectores de cierta edad recordar¨¢n que el presidente Jos¨¦ L¨®pez Portillo asegur¨® que su Gobierno iba a ¡°administrar la abundancia¡± (la que parec¨ªa que iba a producir el alza de los precios del petr¨®leo en su ¨¦poca) y estableci¨® en su Plan Nacional de Desarrollo que la econom¨ªa, durante su sexenio, crecer¨ªa a raz¨®n de 10 % anual. Pero la realidad es poco afecta a respaldar planes basados en coyunturas fr¨¢giles y sucedi¨® algo muy diferente. Los precios del petr¨®leo se derrumbaron, el crecimiento no lleg¨® al 2 % anual y la inflaci¨®n se dispar¨®. Lo que hubo que administrar fue una crisis morrocotuda.
As¨ª ha sucedido con los principales compromisos de nuestros pol¨ªticos. Carlos Salinas prometi¨®, a finales de los a?os ochenta, que su ¡°modernizaci¨®n¡± nos sacar¨ªa del Tercer Mundo. Pero su periodo, se sabe, acab¨® entre asesinatos pol¨ªticos y un levantamiento en Chiapas. Y la inestabilidad resultante propici¨® el crack econ¨®mico que le hered¨® a su sucesor, Ernesto Zedillo. Vicente Fox, por su lado, el primer presidente no surgido de las filas del PRI en decenios, prometi¨® que resolver¨ªa en quince minutos el conflicto de Chiapas. Cosa que, como sabe cualquiera, no sucedi¨®. Ni en quince minutos ni en seis a?os de gobierno. Tampoco se lleg¨® a cristalizar el ambicioso acuerdo migratorio con EU y Canad¨¢ que tanto buscaba y tanto presumi¨®.
Su sucesor, Felipe Calder¨®n, hizo una campa?a basada en el empleo, pero una vez en el cargo cambi¨® de prioridades y se concentr¨® en el tema de la seguridad. Prometi¨® erradicar al crimen organizado. Pas¨® exactamente lo contrario: su estrategia de declarar la ¡°guerra¡± estuvo directamente relacionada con el estallido de hiperviolencia que, a partir de su mandato, no ha dejado de crecer. Miles de muertos despu¨¦s, los grupos delictivos ah¨ª siguen, tan campantes.
?Y qu¨¦ decir de las ¡°reformas estructurales¡± que ofreci¨® hacer Enrique Pe?a Nieto y que, otra vez, garantizar¨ªan la modernizaci¨®n del pa¨ªs? Su reforma educativa no fue sino un intento de imponer controles laborales a los sindicatos de maestros y solo provoc¨® un conflicto social. Su reforma energ¨¦tica, con la que presuntamente bajar¨ªan los precios de los combustibles y los servicios de energ¨ªa, funcion¨® tan bien que los precios subieron. Y, bueno, su compromiso de reformar la administraci¨®n p¨²blica muri¨® entre disculpas por los esc¨¢ndalos de tr¨¢fico de influencias, favoritismos y repentinas mansiones dejadas a precio de saldo por contratistas a altos funcionarios y al mismo Pe?a Nieto.
El actual presidente L¨®pez Obrador tambi¨¦n hizo una campa?a basada en promesas: b¨¢sicamente, remediar todos y cada uno de los males del pa¨ªs. La pobreza y la desigualdad, la hiperviolencia, la corrupci¨®n. Y bueno, a unos d¨ªas de que se cumpla su primer a?o en el poder, no hay demasiados logros para presumir. El crecimiento se estanc¨® (estamos en el cero estad¨ªstico), la violencia est¨¢ fuera de control y hay m¨¢s homicidios que nunca, las cifras de empleo no son buenas, menudean episodios que hablan muy mal de la renovaci¨®n moral ofrecida (el expediente Bartlett, la gubernatura ¡°alargada¡± de Baja California, el aumento de las asignaciones directas)... A pesar de ellos, todav¨ªa hay millones de personas en M¨¦xico que esperan que, ahora s¨ª, todo mejore. Son los hijos y nietos de los que esperaron, en vano, que les cumplieran a ellos. Lo nuestro es la fe.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.