La muerte como ejercicio de reciclaje
En Espa?a, como en buena parte de Europa, se reciclan las tumbas. Para el estadounidense medio, este dato ser¨ªa chocante
En Jap¨®n, Hiroshi Ueda cre¨® un palo extensor de la c¨¢mara fotogr¨¢fica en 1980. Trabajaba en la f¨¢brica de c¨¢maras Minolta y pens¨® que as¨ª podr¨ªa hacerse autorretratos durante sus viajes. Patent¨® el invento en 1983, se lleg¨® a fabricar, pero se vendieron muy pocos. ?La raz¨®n? El invento les parec¨ªa absurdo. Por entonces se antojaba tan ex¨®tico que fue incluido en un cat¨¢logo de objetos in¨²tiles ¡ªjunto a ocurrencias como zapatillas de andar por casa para gatos o palillos con ventiladores el¨¦ctricos para enfriar los fideos del ramen¡ª. La patente caduc¨® en 2003. Ueda declar¨® a la BBC que a su tipo de inventos se les suele llamar ¡°de las tres de la ma?ana: llegan demasiado pronto¡±.
Caitlin Doughty cita la historia de Ueda en el libro De aqu¨ª a la eternidad, una vuelta al mundo en busca de la buena muerte (Capit¨¢n Swing), y da cuenta de que, a lo largo de la historia, muchas ideas se han adelantado a su tiempo. Incluidas las que tienen que ver con la muerte, los enterramientos y la presencia y ausencia de los fallecidos. Sucedi¨® con la pir¨¢mide que Thomas Willson ide¨®, en la ¨¦poca victoriana, cuando decidi¨® que, para enterrar a los muertos, en lugar de cavar m¨¢s hondo ser¨ªa interesante ir en direcci¨®n contraria y construir una pir¨¢mide. La dise?¨® con ladrillo y granito para levantarla en la colina Primrose Hill, al norte de Londres. La ide¨® con 94 pisos, lo que supon¨ªa cuatro veces la altura de la catedral de San Pablo. Calcul¨® que en el interior cabr¨ªan cinco millones de cuerpos. Wilson expuso su proyecto al Parlamento. Lleg¨® incluso a bautizarlo, se llamar¨ªa Sepulcro Metropolitano. Pero, como apunta Doughty, ¡°el p¨²blico no quer¨ªa aquella monta?a llena de muertos. Prefer¨ªa recordar a los difuntos haciendo picnic¡±. Aceptamos la presencia de los muertos de una manera abstracta, no como una presencia ineludible.
Fue a finales del siglo XIX cuando la muerte se convirti¨® en un gran negocio. Hasta entonces los funerales eran un asunto familiar: a los muertos los lavaban y vest¨ªan quienes m¨¢s los hab¨ªan querido. Esto contin¨²a sucediendo todav¨ªa en muchas culturas que no han burocratizado, es decir acelerado y dado la espalda, a ese ¨²ltimo d¨ªa. Fue un grupo de m¨¦dicos ¡ªque consideraba que el enterramiento era antihigi¨¦nico e insostenible¡ª el primero en utilizar en Europa un horno industrial para la cremaci¨®n. Sucedi¨® en Florencia, en 1869. Solo en 2017, el n¨²mero de incinerados super¨® a los enterrados en Estados Unidos, mientras que en Jap¨®n, la cuota m¨¢s alta, los incinerados hoy son el 99,9 de los fallecidos. Un 85% de los muertos en Suiza.
En Espa?a, como en buena parte de Europa, se reciclan las tumbas. En De aqu¨ª a la eternidad, Doughty escribe que, para el estadounidense medio, este dato ser¨ªa chocante. Aqu¨ª sabemos que concebir las tumbas como un lugar para la eternidad es una cuesti¨®n de espacio. Un asunto tan econ¨®mico como cultural. As¨ª, no sorprende la coincidencia de los datos. En Sevilla, apenas hay lugar para cementerios. Tal vez por eso, la tasa de cremaci¨®n es la m¨¢s alta del pa¨ªs: un 80%. ¡°Desde un punto de vista econ¨®mico, morirse en Sevilla sale a cuenta¡±, ironiza Doughty.
La autora viaja por el mundo para averiguar que la relaci¨®n entre tumba y eternidad no existe. La eternidad es todo el despu¨¦s: una inc¨®gnita o una nada, seg¨²n creencias. Explica que en Berl¨ªn, las familias alquilan sepulturas durante 20 o 30 a?os. Y que como el n¨²mero de incineraciones est¨¢ aumentando tanto, los cementerios urbanos tambi¨¦n se est¨¢n reciclando. Se est¨¢n convirtiendo en parques, en jardines comunitarios con, incluso, zonas de juego infantil o huertos, donde refugiados sirios cultivan tomates, menta y cebollas. Eso es lo que sucede en el cementerio berlin¨¦s de Fetewei Tarekegn, un lugar donde la vida puede tener una segunda oportunidad.
?Qu¨¦ hacer con los muertos? ?Cu¨¢nto tiene que ver el cuerpo con el recuerdo??La tumba con el duelo? La experiencia de ver desaparecer lentamente a un ser querido transforma a los asistentes. Deja de ser un tr¨¢mite y se convierte en un final. Hablar de la muerte no es macabro. Seguramente es irresponsable no hacerlo. Hay culturas que tratan mejor a sus muertos que a sus vivos. Y no solo en los obituarios.
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