Del futuro del trabajo al futuro del sindicalismo
El concepto y la funci¨®n del sindicato tienen un porvenir indisolublemente unido al de la democracia
La publicaci¨®n del dosier El futuro del trabajonos motiva a tratar sobre ¡°el futuro del sindicalismo¡± aportando las reflexiones de la Escuela del Trabajo de CC?OO, espacio formativo de dirigentes sindicales. De entrada, constatamos que el sindicalismo vive una profunda crisis de transformaci¨®n, compartida por otras estructuras de mediaci¨®n social (partidos pol¨ªticos, organizaciones sociales, medios de comunicaci¨®n) y de la propia democracia.
En su origen detectamos una gran dislocaci¨®n de todas las instituciones sociales y pol¨ªticas conocidas. La mutaci¨®n del espacio territorial (de local a global) y temporal (del tiempo anal¨®gico al digital) en el que act¨²a la econom¨ªa financiarizada dificulta, cuando no imposibilita, su regulaci¨®n.
La confluencia de innovaciones tecnol¨®gicas, marcos institucionales que las ponen al servicio del poder econ¨®mico y una ideolog¨ªa que legitima el nuevo orden ha provocado un gran desequilibrio entre capital y trabajo, entre mercado y sociedad, y?un brutal aumento de las desigualdades. Ni las innovaciones determinan las estrategias empresariales, ni los cambios tecnol¨®gicos son solo robotizaci¨®n y su incidencia en el empleo. En cambio, posibilitan m¨²ltiples formas de externalizaci¨®n de riesgos desde el capital al trabajo y a la sociedad. Plataformas digitales o redes empresariales globales, entre otras, que individualizan, corporativizan y desagregan intereses. Al tiempo que profundizan las asimetr¨ªas de poder en la empresa y en la sociedad, por ejemplo, a partir del control exclusivo y antidemocr¨¢tico de los algoritmos y el big data. Cambios institucionales que refuerzan el poder del capital, como las reformas laborales que debilitan la negociaci¨®n colectiva ¡ªprincipal instrumento de poder de los trabajadores¡ª o los tratados comerciales que priman los intereses de los inversores internacionales frente a los Estados y privatizan en su favor los mecanismos de soluci¨®n de conflictos.
Este modelo social se legitima ideol¨®gicamente con un dr¨¢stico cambio de valores. Los trabajadores pasan a ser proveedoras de servicios; los derechos, mercanc¨ªas; la ciudadan¨ªa, consumidores; los votantes, clientes de los partidos, a los que se llama ¡°marca¡±. Se aplica la l¨®gica del mercado a la sociedad, primando la propiedad y la libertad de mercado sobre los derechos fundamentales, como vemos en algunas sentencias del Constitucional o del TJUE. Imponer este nuevo orden ultraliberal y autoritario, al que no es ajeno el nacional populismo, requiere la destrucci¨®n de todas las formas de agregaci¨®n estable de intereses e identidades colectivas y su sustituci¨®n por relaciones vol¨¢tiles, propias del mercado, que permiten consumir indignaci¨®n e ira, pero no disputar derechos ni poder.
A esta mutaci¨®n de las formas de mediaci¨®n social contribuyen los cambios en la comunicaci¨®n y las redes sociales. Como sucede en los partidos que han sustituido el ¡°intelectual colectivo¡± por la triada de hiperliderazgos, redes sociales que jerarquizan y disciplinan a sus miembros, y medios de comunicaci¨®n que legitiman o deslegitiman su actuaci¨®n. En la Escuela del Trabajo reflexionamos sobre el futuro del sindicalismo y nos aparecen algunas intuiciones sobre qu¨¦ hacer que queremos compartir. En el terreno ideol¨®gico, reivindicar la centralidad pol¨ªtica del trabajo y defender sus formas de organizaci¨®n social, que han sido siempre determinantes en el modelo de sociedad de cada ¨¦poca, recuperando el v¨ªnculo entre trabajo, ciudadan¨ªa y democracia. Reforzar el sindicato como espacio de autoorganizaci¨®n de los trabajadores. Las nuevas formas de trabajo requieren nuevas formas de organizaci¨®n, en las que los protagonistas sean las personas trabajadoras, y el sindicato, el espacio a compartir. Recrear nuevas formas de conflicto a partir de la disputa de los nuevos poderes empresariales que vienen de la mano del control absoluto de los algoritmos o el big?data. La disputa por la negociaci¨®n y el control de los algoritmos en la empresa es la misma que debemos dar en la sociedad si no queremos vernos abocados a la dictadura del ciberleviat¨¢n. Organizar la solidaridad global, entendida como cooperaci¨®n interesada, puede ser la mejor manera de luchar contra el dumping competitivo del capital global. Usar las potencialidades de la comunicaci¨®n para reforzar su condici¨®n de organizaci¨®n estable de intereses e identidad, conscientes del papel que esta juega en la legitimaci¨®n y credibilidad del sindicalismo, especialmente en espacios no sindicalizados. El sindicalismo a lo largo de su historia ha pasado del C¨®digo Penal a la Constituci¨®n. Contar con legislaci¨®n de soporte es clave para abordar con ¨¦xito su transformaci¨®n. Reconstruir la capacidad de agregar todo aquello que el capital desintegra requiere conjugar el sindicalismo con reivindicaciones portadoras de valores universales como el feminismo y el ecologismo, cuyos objetivos civilizatorios hay que saber representar.
La lucha por la igualdad, raz¨®n de existir del sindicalismo, resulta vital para la democracia. Los niveles de desigualdad que impone este nuevo orden social hacen inviable la democracia. El sindicalismo, como forma de organizaci¨®n del trabajo, tiene un futuro indisolublemente unido al futuro de la democracia. Aunque para ello necesitamos acertar en las respuestas a la crisis de transformaci¨®n que sufrimos.
Joan Coscubiela es director de la Escuela del Trabajo de CCOO, de la que forman parte Celia Dom¨ªnguez y Fernando Rocha.
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