Bolivia, en su laberinto
La ¨²nica salida tras un fraude en el recuento de votos es convocar elecciones
La situaci¨®n en Bolivia es inestable, la violencia estalla con mucha facilidad, empieza a haber problemas de abastecimiento. El pa¨ªs entr¨® en un oscuro laberinto poco despu¨¦s de que se produjera un descarado, chapucero y escandaloso fraude electoral. Es ah¨ª donde empieza el l¨ªo, y es a partir de ese momento cuando las movilizaciones se suceden y se producen enfrentamientos y llegan los primeros muertos (ya son unos 30). Dentro del laberinto, el ruido lo confunde todo. Por eso no hay que olvidar que en el principio estuvo el fraude y que la ¨²nica soluci¨®n, cuando se produce un recuento irregular, es convocar nuevas elecciones.
En la vor¨¢gine del laberinto, como dentro de una pesadilla circular y obsesiva, regresan los viejos fantasmas del pa¨ªs andino, que arrastra una historia terrible de enfrentamientos civiles y golpes militares y turbas fan¨¢ticas y guerrillas fracasadas y tiranos delirantes y un repugnante racismo, que se tradujo en siglos de marginaci¨®n de la mayor parte de su poblaci¨®n, la de piel m¨¢s oscura. Cuando existe un pasado cargado de esa abismal polarizaci¨®n y de toneladas de sangre, y cuando el simple gesto de encender una cerilla puede despertar a la furia dormida de la venganza y el resentimiento, nada hay m¨¢s peligroso que alentar el conflicto. Porque son muchos m¨¢s, siempre muchos m¨¢s, los que quieren la paz, y que asisten alarmados a esta endemoniada quiebra de la convivencia. Bolivia, como otros pa¨ªses de la regi¨®n, encontr¨® que el ¨²nico camino para canalizar posiciones tan antag¨®nicas era la democracia. Ahora se ve lo f¨¢cil que resulta que regrese lo peor cuando se retuerce la legalidad para forzar, tras unas elecciones, unos resultados que las urnas no recog¨ªan.
Lo que ocurre en Bolivia da vuelos a la ¨¦pica. Un expresidente que se proclama defensor de unos ind¨ªgenas postergados desde siempre ¡ªaun cuando sean muchos los ind¨ªgenas que lo rechazan, y la organizaci¨®n obrera hist¨®rica y las zonas mineras m¨¢s importantes le hayan dado la espalda¡ª y, al otro lado, unos supremacistas que agitan la Biblia y alientan una cacer¨ªa contra sus enemigos (de piel m¨¢s oscura). Las calles se llenan de banderas: mal asunto. Es cierto que da m¨¢s juego una batalla entre buenos y malos que las torpezas de una joven democracia. En el primer caso crecen los muertos d¨ªa tras d¨ªa. En el otro, en el Senado, ayer se hablaba ya de la convocatoria de unas nuevas elecciones.
¡°Un partido pol¨ªtico, que merezca ese nombre y no sea una horda de aventureros ni una clientela de par¨¢sitos adheridos a un personaje de figur¨®n¡±, explic¨® Aza?a en una conferencia de 1917, ha de tener ¡°un contenido de ideas, un caudal de aspiraciones, por las que penetre en el alma popular m¨¢s profundamente y con mayor eficacia que pueden hacerlo los hilos de una organizaci¨®n¡±.
El Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, tiene ahora un papel decisivo. Ha sido la formaci¨®n m¨¢s afectada por el fraude, iba ganando las elecciones. Su lugar no est¨¢ en las calles, defendiendo una victoria tramposa, sino en las instituciones. El MAS no puede renunciar a su ¡°caudal de aspiraciones¡± y a sus logros: haber incorporado a la vida social y pol¨ªtica a una inmensa poblaci¨®n marginada, repartido mejor la riqueza, combatido la pobreza. Le toca colaborar para cuanto antes garantizar unas elecciones limpias. Y salir, como los otros, a ganarlas. De eso va la democracia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.