¡®Hemen¡¯

A veces puede uno comprender en qu¨¦ consiste un problema, pero no lograr resolverlo. Lo que sin embargo resulta imposible es resolverlo sin entender d¨®nde est¨¢ el problema. Es lo que les pasa a quienes con gran empe?o afrontan el ¡°problema territorial¡± que padece Espa?a y que tanto nos perturba en Catalu?a, en el Pa¨ªs Vasco y un poco en todas partes. ?En qu¨¦ consiste? Pues en que nuestro pa¨ªs est¨¢ compuesto de diversos territorios (cu¨¢ntos y cu¨¢les est¨¢ sujeto a discusi¨®n), cada uno con su propia ciudadan¨ªa y con voluntad de tratar de t¨² a t¨² al Estado e incluso de decidir su independencia. Por tanto, hay que intentar amansarlos, hacerles concesiones en raz¨®n directa de su capacidad de crear altercados y convencerles de que ¡°juntos estamos mejor¡±, etc¨¦tera¡­ ?Ay, estos territorios!

Pero la verdad es que los territorios no tienen la culpa. Convertir lo que trastorna Espa?a en un ¡°problema territorial¡± es tragarse el bulo separatista de que en cada regi¨®n la gente es irrevocablemente distinta no por ser humana (lo que es cierto), sino por ser ¡°regional¡±. Ah¨ª est¨¢ la cuesti¨®n, en la ciudadan¨ªa, base de la democracia, que no depende de los territorios, ni de las variedades culturales, ni del sexo, la etnia o las creencias de cada cual, sino de la ley compartida. Derechos y deberes iguales, necesidades que var¨ªan seg¨²n las circunstancias locales, pero sin discriminaci¨®n ni ¡°hechos diferenciales¡± pol¨ªticos o paleol¨ªticos que valgan. El problema a resolver es que la ciudadan¨ªa no dependa de las tribus, sino del Estado. El lema del PNV en las pasadas elecciones ha sido Hemen (aqu¨ª). Pero nuestro ¡°aqu¨ª¡± ciudadano no es geogr¨¢fico ni agropecuario, sino instituido sobre una soberan¨ªa compartida que no puede fragmentarse sin agravio de los de ¡°all¨ª¡±.