El factor aversi¨®n
Con su coalici¨®n s¨²bita y c¨ªnica S¨¢nchez se ha enajenado a millones de espa?oles, sin conquistar a ninguno nuevo
CUANDO ESTO se publique, es posible que est¨¦ cerca la formaci¨®n de nuevo Gobierno o que el preacuerdo entre el PSOE y Podemos se haya ido al traste por falta de apoyos. Sea como sea, el paso dado por el primero de estos partidos ya es irreversible y quiz¨¢ lo condene, a medio plazo, a seguir la triste senda que recorri¨® Ciudadanos el 10 de noviembre, cuando pas¨® de 57 a 10 diputados.
Confieso que no entiendo a los pol¨ªticos actuales. No ya por sus ideas o ideolog¨ªas o prop¨®sitos (que a menudo tampoco), sino por su incapacidad de visi¨®n larga y sus estrategias. Todos parecen haber prescindido de un factor hoy determinante, en mi opini¨®n profana. Hace ya tanto tiempo que, salvo a los militantes e incondicionales de cada formaci¨®n, nos resulta imposible sentir estima o simpat¨ªa por quienes se ofrecen para gobernarnos; hace tantos a?os que la mayor¨ªa votamos lo que nos resulta menos insoportable entre una galer¨ªa de males; que la tentaci¨®n de abstenernos nos va en aumento a cada convocatoria; que a los electores oscilantes (que son los m¨¢s, los que en su momento otorgaron mayor¨ªas claras al PP o al PSOE) se dedican no a elegir, sino a descartar escrupulosamente a quienes en modo alguno desear¨ªan ver en La Moncloa, que ya no cabe duda de que la aversi¨®n se ha convertido en el factor predominante. Mucha gente no sabe lo que prefiere, pero s¨ª lo que detesta por encima de todo. Hasta el punto de que las propias bases de los partidos, nada representativas del total de los votantes, han tomado por costumbre congregarse ante sus respectivas sedes para gritar negaciones: ¡°?Con Fulano no!¡±, es decir, con cualquiera menos con ese o esos, manifestando no lo que quieren, sino solamente lo que no consienten. Si eso no es un s¨ªntoma de la importancia del factor aversi¨®n, no s¨¦ qu¨¦ puede serlo.
Pues bien, siendo esto tan evidente, nuestros partidos han resuelto ignorarlo y as¨ª, uno tras otro, se van granjeando la antipat¨ªa invencible de quienes a la postre determinan los resultados: los votantes no fan¨¢ticos ni inmutables, los que se lo piensan mucho cada vez y se gu¨ªan por sus descartes, los vacilantes, los poco fieles, los cambiantes, los que s¨®lo optan por lo menos nefasto y nunca por lo m¨¢s beneficioso (ya no ven beneficios en ning¨²n lado). El descalabro de Ciudadanos se debe a varios motivos, pero a buen seguro uno de ellos es este: por mucho que intentara disimularlo, entre abril y noviembre sus votantes m¨¢s convencidos percibieron la transigencia con Vox y la cogobernaci¨®n con Vox en muchos sitios. A los inamovibles del PP eso no les provocaba demasiado rechazo, porque el partido de extrema derecha los representaba en parte. Pero la animadversi¨®n que suscita Abascal queda patente en las encuestas, y era natural que los electores m¨¢s centristas y moderados de Ciudadanos vieran a ¨¦ste irremisiblemente invalidado y contaminado por su connivencia hip¨®crita con los nost¨¢lgicos de una dictadura.
Me temo que lo mismo le va a suceder antes o despu¨¦s al PSOE con la contaminaci¨®n que para ¨¦l supone Podemos. En esas encuestas Pablo Iglesias (al menos hasta que apareci¨® Abascal) es invariablemente el l¨ªder peor valorado por el conjunto de los opinantes. Es obvio que, tras esa alianza, nadie de derechas votar¨¢ de nuevo a los socialistas; ni nadie de centro, sea eso lo que sea, y todo partido necesita papeletas ¡°ajenas¡± para ganar con claridad suficiente. Pero es que tampoco lo votar¨¢n en el futuro numerosos socialistas, v¨¦ase ya el ejemplo del antiguo Presidente de Extremadura. Tampoco ara?ar¨¢ votos entre los podemitas, que seguir¨¢n leales a su favorito; ni entre los independentistas, que continuar¨¢n con sus sectas; ni entre los peneuvistas y proetarras monol¨ªticos. S¨¢nchez, pol¨ªtico soso y adusto, ha desestimado el factor aversi¨®n y no compensar¨¢ las p¨¦rdidas que ¨¦ste trae. Con su coalici¨®n s¨²bita y c¨ªnica se ha enajenado para largo tiempo a millones de espa?oles, sin conquistar a ninguno nuevo.
He dicho ¡°c¨ªnica¡± y me quedo corto, pero es que no hay palabra de mayor envergadura. No quisiera repetir lo ya escrito, pero no est¨¢ de m¨¢s subrayar lo siguiente: antes de las elecciones de abril Podemos contaba con 71 diputados. Ahora, cuando ha perdido m¨¢s de la mitad y tan s¨®lo le restan 35 ¡ªcuando es un partido en retroceso, a la baja¡ª, se recurre a ¨¦l y se lo premia fr¨ªvolamente con una vicepresidencia y tres ministerios, a cambio de formar un Gobierno (si se forma) impopular, precario, lleno de tiranteces y de adversarios ac¨¦rrimos. Y a cambio de recibir el PSOE el rencor profundo, y quiz¨¢ definitivo, de la mayor¨ªa de los ciudadanos. Lo que S¨¢nchez ha olvidado es que siempre hay ¡°otra vez¡±, y que todos vuelven a votar en la pr¨®xima, incluidos los que buscar¨¢n siglas distintas y colocar¨¢n al PSOE en lugar destacado de su lista de descartes. S¨®lo puedo a?adir que lo lamento personalmente. Nunca es grato ver c¨®mo alguien con historia se perjudica, o se suicida.
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