Por qu¨¦ no hemos superado al Concorde, el avi¨®n que hac¨ªa Par¨ªs-Nueva York en tres horas
El 26 de noviembre de 2003 realiz¨® su ¨²ltimo vuelo de honor y dej¨® an¨¦cdotas como haber permitido a Phil Collins dar un concierto en dos continentes en un d¨ªa. ?Por qu¨¦ empleamos ocho horas en el mismo trayecto en pleno siglo XXI?
La fascinaci¨®n por el Concorde comenz¨® el mismo d¨ªa en que naci¨®. M¨¢s de mil personas acudieron el 2 de marzo de 1969 a Toulouse (Francia) para ver su primer despegue. Las reconocibles alas deltas y la nariz ca¨ªda de este avi¨®n supers¨®nico se convirtieron desde ese d¨ªa en el s¨ªmbolo del futuro que se atrevieron a so?ar los ingenieros y los dise?adores del siglo XX. Cuando comenz¨® su servicio regular en 1973, las menos de tres horas que tardaba de Nueva York a Londres o Par¨ªs y el lujo que lo rodeaba establecieron un nuevo est¨¢ndar en los vuelos transatl¨¢nticos que pronto fascin¨® a famosos, pol¨ªticos y millonarios. Entre sus pasajeros habituales estuvieron Margaret Thatcher, la reina de Inglaterra, el papa Juan Pablo II, Mick Jagger, Joan Collins, Robert Redford o Luciano Pavarotti.
"El Concorde supuso la entrada de la humanidad en la era de la utop¨ªa. Los aviones supers¨®nicos iban a ser el primer paso. Todos ¨ªbamos a viajar as¨ª", explica Lawrence Azerrad, dise?ador gr¨¢fico, fundador del estudio LADdesign (Los ?ngeles) y autor del libro Supersonic: The Design and Lifestyle of Concorde publicado por Prestel, en una charla en el museo Guggenheim de Nueva York. El libro repasa la historia y la iconograf¨ªa de la aeronave a trav¨¦s de 700 objetos de su propia colecci¨®n como posavasos, vajillas, cubiertos o men¨²s que hicieron realidad una colaboraci¨®n entre el dise?o y la ingenier¨ªa aeron¨¢utica que no se ha vuelto a repetir.
El Concorde realiz¨® su ¨²ltimo vuelo de honor el 26 de noviembre de 2003 entre Londres y Bristol. Hace ahora 16 a?os. Acabaron con su historia los elevados costes de mantenimiento y el tr¨¢gico accidente del 25 de junio de 2000 en Par¨ªs en el que murieron todos los que volaban en la aeronave y cuatro personas en tierra: al pisar una pieza que se hab¨ªa desprendido de otro avi¨®n en la pista de despegue, explot¨® una rueda del Concorde y el neum¨¢tico golpe¨® la parte baja del ala izquierda del avi¨®n a una velocidad de 323 kil¨®metros por hora, lo que termin¨® rompiendo un dep¨®sito de combustible. La aeronave se estrell¨® en Gonesse, 30 kil¨®metros al norte de Par¨ªs. El Concorde se convirti¨® en una pieza de museo y dio paso a la estandarizaci¨®n de los viajes en avi¨®n, donde lo importante no es disfrutar del viaje, sino llegar al destino.
"Es el gran icono del dise?o de la edad moderna", sentencia Azerrad. El Concorde no se dibuj¨® para ser bello, sino para apurar las leyes de la f¨ªsica volando a una altura m¨¢xima de 18.300 metros y a 2.179 kil¨®metros por hora, dos veces la velocidad del sonido.
El resultado, sin embargo, fue, seg¨²n el dise?ador, lo m¨¢s parecido a "un simple avi¨®n de papel" o a "una escultura de Modigliani o de Brancusi". O el cisne blanco como lo llamaban los franceses. Air France y British Airways, las dos compa?¨ªas que operaron el Concorde, echaron mano de grandes dise?adores como Terence Conran, Raymond Loewy, Christian Lacroix o Andr¨¦e Putman para mantener su alto estatus a lo largo de los a?os. Solo funcionaban 14 aviones de los 22 que se construyeron. Cada uno de ellos ten¨ªa un interior diferente. De los asientos cuadrados con las tapicer¨ªas en rojos, marrones y naranjas de los a?os setenta se pas¨® a los redondeados con azules y grises de los ochenta y noventa.
La experiencia de aquellos que pudieron pagar los casi 6.500 euros que val¨ªa un billete en 2003 comenzaba en tierra. Si se despegaba desde Nueva York, los pasajeros eran recibidos en una sala de espera exclusiva dise?ada por Conran and Partners, decorada con los mejores muebles del siglo XX, como las sillas del matrimonio Charles y Ray Eames y l¨¢mparas de la Bauhaus. "No piensen que exagero cuando digo que el Concorde es la pieza de dise?o m¨¢s importante de mi larga vida", declar¨® Conran. El ic¨®nico dise?ador brit¨¢nico, que tiene ahora 88 a?os, fue el encargado de redise?ar la cabina en 2001 para British Airways. Un proyecto que no se lleg¨® a realizar.
Tras una corta espera, donde se serv¨ªa champ¨¢n y canap¨¦s, los pasajeros sub¨ªan al avi¨®n donde la tripulaci¨®n les recib¨ªa con un uniforme de Edwin Hardy Amies, el que fue modisto oficial de la reina Isabel II. Las cabinas de los primeros Concorde, de tan solo 106 asientos, todos de primera clase, decepcionaron por su dise?o interior tradicional pensado para dar tranquilidad, ya que los viajeros esperaban una apariencia futurista.
Por eso en los noventa la compa?¨ªa de bandera brit¨¢nica renov¨® por completo los interiores para darles un aire m¨¢s ejecutivo antes de encargar el proyecto a Conran. Air France apost¨® desde el principio por el considerado como el padre del dise?o industrial moderno, Raymond Loewy, que proyect¨® el interior de la cabina con sus asientos en varios colores, las luces, las bandejas, la vajilla y la famosa cuberter¨ªa de Christofle que robaba Andy Warhol cada vez que viajaba a Europa. "Son una obra de arte", dec¨ªa el artista pop para animar a los compa?eros de vuelo a hacer lo mismo. Loewy tambi¨¦n se encarg¨® de la sala de llegadas del aeropuerto de Roissy (Par¨ªs), amueblada con asientos de Le Corbusier.
En los ochenta la compa?¨ªa llam¨® al dise?ador franc¨¦s Pierre Gautier-Delaye, que transform¨® la cabina con textiles en rojos, azules y beis. Para conmemorar el vig¨¦simo aniversario del avi¨®n supers¨®nico, lleg¨® el turno de Andr¨¦e Putman, que introdujo los grises en los asientos, a?adi¨® fundas blancas en el reposacabezas y coloc¨® una alfombra con un patr¨®n geom¨¦trico en blanco y negro.
Viajar en el Concorde era como entrar en el club m¨¢s exclusivo del mundo. "Cuando te encuentras all¨ª, te sonr¨ªes de otra forma", dec¨ªa la escritora, cantante y activista estadounidense Maya Angelou. Cada avi¨®n llevaba 21 botellas de champ¨¢n, 17 de vino blanco, 17 de tinto, cuatro de oporto y los mejores manjares en men¨²s creados por Christian Lacroix, o Jean Baggio.
Aparte del glamur, este prodigio de la ingenier¨ªa permiti¨® poner a la humanidad m¨¢s cerca y lograr proezas impensables en la actualidad. La m¨¢s conocida tuvo lugar en 1985, cuando el cantante Phil Collins actu¨® el mismo d¨ªa en los dos conciertos Live Aid, celebrados en Londres y Filadelfia. Las otras fueron m¨¢s discretas. "Durante 10 a?os vol¨¦ todas las semanas. Sin el Concorde jam¨¢s habr¨ªa tenido suerte en EE UU", cont¨® Maurice Nathan Saatchi, fundador de la agencia de publicidad Saatchi & Saatchi, antes de embarcar en el ¨²ltimo vuelo trasatl¨¢ntico, fletado el 24 de octubre de 2003.
Tres firmas aeroespaciales estadounidenses ¡ªBoom Supersonic, Aerion Supersonic y Spike Aerospace¡ª compiten en la actualidad por lanzar el pr¨®ximo avi¨®n supers¨®nico con el lastre de su elevado consumo de combustible. "Todos se parecen al Concorde", advierte Lawrence Azerrad. Tras 27 a?os de servicio, un total de dos millones y medio de personas pudieron disfrutar de la emoci¨®n de traspasar la barrera del sonido. "La gente esperaba un empuj¨®n pero solo se oy¨® un peque?o sonido", cuenta el dise?ador, que se dio el capricho de viajar en el pen¨²ltimo vuelo Nueva York-Londres. La cabina era una fiesta de despedida repleta de fans. La era de oro del viaje hab¨ªa acabado.
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