Todo est¨¢ ¡®okupado¡¯
Los consensos se han roto, las leyes se conculcan y las cosas son del primer listillo que las okupe
Es la era de los okupas. Intentas cruzar la frontera (y desde luego que te sobran los motivos), pero no puedes, porque una masa de adolescentes encapuchados y embozados y convencidos de que est¨¢n haciendo historia okupan la autopista y no te dejan circular. Si estabas escapando de la polic¨ªa, o de tu pareja, o ibas a encontrarte con tu amante, si ibas o ven¨ªas, da igual: es mejor que no te pongas nervioso, que permanezcas sentado al volante con el coche parado todo el tiempo que haga falta, aprovecha para hacer unas llamadas con el m¨®vil, reza por que rompa a llover, a ver si as¨ª se van esos chicos a los que te encantar¨ªa arrollar con el coche; o bien rel¨¢jate y disfruta del concierto solidario que est¨¢ celebr¨¢ndose en medio de la calzada, los Txarango, Llu¨ªs Llach, no s¨¦ a qu¨¦ espera a venir tambi¨¦n alg¨²n triunfito. Que vengan Los Manolos y que canten Amigos para siempre. Que venga Rosa de Espa?a o Rosal¨ªa o Shakira o la que ahora est¨¦ de moda.
Cuando los chicos revoltosos se cansan de jugar a las barricadas, o les llega la hora de merendar y se van un ratito, atra¨ªdos por la llamada irresistible del pan con nocilla, por fin puedes pasar y llegar a la ciudad; pero entonces intenta aparcar el coche: est¨¢n todas las plazas okupadas, incluidas el ¨¢rea azul y el ¨¢rea verde, y en los parkings de la plaza de Catalu?a y plaza de la Universidad no lo intentes, porque la zona est¨¢ okupada por unos campamentos de tiendas de campa?a de la casa Quechua, de Decathlon, entre las que pasea el presidente de la Generalitat, su mujer, su hija, sus primas, la mitad de su Gobierno y el loco avestruz, repartiendo ¨¢nimos a los okupantes y echando unas monedas en la caja de resistencia. ¡°Apreteu, apreteu, feu b¨¦ d¡¯apretar!¡±.
Es la era de los okupas. Vas a casa, metes la llave en la cerradura¡ ?Ayv¨¢, alguien la ha cambiado! No puedes entrar porque tu piso lo ha okupado una familia con ni?os, muy necesitados ¡ªlos cr¨ªos, por cierto, son mon¨ªsimos y no tienen culpa de nada¡ª, que se amparan en un resquicio de la ley y en un contrato que les ha firmado un mafioso. Enti¨¦ndelo, es lo que hay. Has estado demasiado tiempo fuera para los est¨¢ndares convencionales y alguien se ha fijado en tu piso vac¨ªo, y¡ lo ha okupado.
Ganas te dan de okupar tambi¨¦n t¨² algo. ?No encuentras empleo? Claro: ?si es que est¨¢n todos los puestos okupados! Circula, no te sientes ah¨ª: ese espacio es de propiedad privada, todo el espacio del mundo est¨¢ okupado. El mundo entero. Antes, las guerras y las plagas despejaban radicalmente el escenario, el mundo empezaba de nuevo para cada generaci¨®n, pero ahora¡ todo est¨¢ okupado.
Est¨¢s a la intemperie. Llama a tus amigos, a lo mejor alguno podr¨ªa ayudarte, dejarte okupar el dormitorio de invitados. Pero qu¨¦ clase de amigos son si su tel¨¦fono est¨¢ siempre ¡°okupado o fuera de servicio en este momento¡±. Yo creo que la amistad, igual que otros artilugios como el pudor, por ejemplo, o la honra, o la solidaridad de clase, estaban muy bien, pero ya han pasado a la historia. No se corresponden con este momento hist¨®rico de desarrollo.
La sede del Gobierno y los altos cargos de la Administraci¨®n, la alcald¨ªa, las c¨¢tedras de las universidades, las orlas de las sucesivas promociones, los p¨²lpitos y los confesionarios de las iglesias, las tribunas de la prensa¡ dan la impresi¨®n de estar okupados por unos impostores sin m¨¦rito ni fe ni compromiso, pero bien conectados en una red de intereses tejida por alguien, qui¨¦n sabe qui¨¦n, Andreotti, o Putin, o alg¨²n pr¨ªncipe de las tinieblas con el prop¨®sito secreto de llevar a la sociedad al cretinismo y el colapso.
Los turistas okupan las calles, andan desnudos por esa plaza que considerabas como tuya, de tan secretamente que la quer¨ªas, de tantos recuerdos que albergaba, a la sombra de la acacia, junto a la fuente... ?Okupada!
Donde viv¨ªan tus vecinos ¡ªel casero los expuls¨®, para realquilar o reokupar su piso de forma m¨¢s rentable¡ª hay ahora sucesivas jaur¨ªas de chicos anglosajones que se emborrachan, berrean memeces de madrugada, molestan a todo el mundo y luego se van. De inmediato llega otra jaur¨ªa. Todo est¨¢ okupado.
Los consensos se han roto, los contratos, cancelado; las leyes se conculcan, los locos dirigen el manicomio y los analfabetos la academia. Leopoldo Panero j¨²nior ha resucitado y ha logrado, no se sabe c¨®mo, que le nombren Miss Universo. En su discurso de aceptaci¨®n ha dicho que su mayor deseo es ¡°la paz del mundo y que nadie pase hambre¡±.
Ahora las cosas son del primer listillo que las okupe, y el que venga detr¨¢s que arree. Ni siquiera tus zapatos son tuyos de verdad: solo los okupas.
Dice el hombre del tiempo que eso que se acerca y que parece una borrasca es una gran masa de usurpadores. ?Es que no hay aqu¨ª un responsable? ?No hay un maldito dios que pueda salvarnos? Cualquier dios, aunque sea de segunda mano.
?S¨ª, s¨ª lo hay, precisamente esa puerta que ves es la de su despacho! S¨ª, la del r¨®tulo que dice ¡°Dios Todopoderoso¡±. Entras sin llamar, desesperado, gritando: ¡°?Dios m¨ªo, tienes que ayudarme!¡±. Y ¨¦l, desde detr¨¢s del escritorio, te responde con impaciencia que no molestes: ¡°?Estoy muy okupado!¡±.
Ignacio Vidal-Foch es escritor.
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