Bailar tambi¨¦n es pol¨ªtica
Olv¨ªdense de los postureos de Madonna. El vogue, fen¨®meno reivindicado de nuevo desde teleseries hasta museos, se posiciona como un ejemplo de activismo para plantar cara a la discriminaci¨®n de las minor¨ªas.
DIBUJEN? LA ESCENA: un concurso de belleza drag queen a finales de los sesenta en Nueva York. Andy Warhol sentado en el jurado. Bellezas at¨ªpicas de diversas razas montadas de arriba abajo imitando los mejores cardados y curvas de Marilyn Monroe. ?Qui¨¦n gana? La blanca. El discurso de cabreo y empoderamiento de una de las perdedoras roba el show: ¡°Tengo el derecho a mostrar el color de mi piel, querida. Soy hermosa y s¨¦ que soy hermosa¡±, proclama. Las im¨¢genes est¨¢n recogidas en el documental The Queen (1968). Su protagonista: Crystal ?LaBeija. En plena efervescencia del movimiento por los derechos civiles, su respuesta a la discriminaci¨®n reiterada fue montar un drag ball (baile de drags) por y para reinas negras. El kil¨®metro cero del fen¨®meno voguing, un baile que emula las poses de las modelos convertido en movimiento sociocultural.
Ahora salten 50 a?os. Hasta el verano pasado. Al palacio del El¨ªseo, en Par¨ªs. Macron invita a varios artistas a actuar por el D¨ªa de la M¨²sica. La estrella: el dj Kiddy Smile, el pr¨ªncipe franc¨¦s del voguing. En la escalinata presidencial, chicos travestidos y trans marcan el paso a taconazo limpio. En la camiseta de Kiddy se lee: ¡°Hijo de inmigrantes, negro y gay¡±. Hoy rememora ese d¨ªa: ¡°Me gustar¨ªa decir que fue un gesto que contribuy¨® a cambiar ideas preconcebidas sobre la diversidad, pero m¨¢s bien lo que hizo fue sacar a la superficie actitudes como el racismo o la homofobia. A muchos les molest¨® que fuera all¨ª e hiciera apolog¨ªa de mi condici¨®n, y lo manifestaron. Lo ¨²nico que prueba es que es gente sin visi¨®n de futuro¡±.
Entre una escena y otra, el fen¨®meno del vogue o voguing ha pasado de la clandestinidad de los muelles abandonados del r¨ªo Hudson, donde se fragu¨® entre chavales en riesgo de exclusi¨®n social, a ocupar teleseries de referencia como Pose, documentales como My House y hasta museos. ?Qu¨¦ ha cambiado en este tiempo? En realidad, casi nada. ¡°La comunidad voguer nace por necesidad. Hoy se ha reforzado porque las formas de vida que la componen est¨¢n en peligro: los conservadurismos atacan precisamente a esos colectivos minorizados¡±, explica Manuel Segade, director del madrile?o Centro de Arte 2 de Mayo y comisario de Elements of Vogue. Un caso de estudio de performance radical. Una exposici¨®n que acaba de llegar al Museo Universitario del Chopo, en Ciudad de M¨¦xico, donde ¡°a pesar de lo reciente que es el movimiento, ya hay casi 20 casas¡±.
La comunidad 'voguer' nace por necesidad. Hoy se ha reforzado frente al conservadurismo que la ataca?
Una casa es, como explic¨® Pepper LaBeija, madre de la House of LaBeija, en el indispensable documental Paris is Burning (1990), ¡°una pandilla callejera de homosexuales. Solo que, en lugar de pelearse en las calles, se pelean en los balls¡±. Los balls no son solo bailes. Son aut¨¦nticas batallas campales entre las casas sobre una pista transformada en pasarela imaginaria ¡ªbajo la imp¨ªa mirada de un jurado y un comentarista¡ª por acumular trofeos en inventivas categor¨ªas: vogue femme (la m¨¢s femenina), face (la mejor cara), butch realness (pasar por macho), sex siren (el mayor sex appeal). Los concursos tienen su propio lenguaje, como realizar un reading (o lectura de los defectos) de la contrincante hasta un buen shade (hacerle sombra). Pero el vogue es mucho m¨¢s que lo que sucede en los ballrooms, es una forma de vida que visibiliza a las comunidades gais, trans, negras y latinas. Lo dice Kiddy Smile: ¡°Tratarlo como una tendencia es un desprecio. Es cierto que gracias a programas como RuPaul¡¯s Drag Race, algunos de sus c¨®digos se han colado en la cultura masiva, pero, claro, es f¨¢cil filtrarlos cuando los desprovees de su contenido pol¨ªtico. Para nosotras se trata de un lugar seguro donde liberar toda la frustraci¨®n que sentimos por como es este mundo. Es la manera en la que vivimos, en la que respiramos y, probablemente, en la que moriremos¡±.
Si preguntan por los or¨ªgenes del voguing, encontrar¨¢n m¨²ltiples versiones. Todas ap¨®crifas. La oficial: cuando Paris Dupree sac¨® del bolso en un after hours de Nueva York un ejemplar de la revista Vogue y se puso a hacer shade a otras reinonas imitando las poses de las modelos de sus p¨¢ginas. Una extraoficial con fuerza: que eran los gestos con los que los gais de la c¨¢rcel neoyorquina de Rikers Island atra¨ªan a los otros presos machirulos.
Entre el p¨²blico masivo abunda un error que nos recuerda Kiddy: ¡°A¨²n hay quien piensa que lo invent¨® Madonna. Cari?o, solo hizo una canci¨®n¡±, dice con iron¨ªa este m¨²sico, tambi¨¦n core¨®grafo en Cl¨ªmax, de Gaspar No¨¦. En la comunidad voguer, el papel de Madonna no est¨¢ tan bien visto. Como recuerda el historiador Tim Lawrence, ¡°tanto ella como Jennie Li?vingston [directora del documental Paris is Burning] han sido acusadas de saquear la cultura de los drag balls en beneficio propio¡±. M¨¢s contundente fue Pepper LaBeija: ¡°Ellas se hicieron ricas; nosotras no obtuvimos nada¡±.
En un gesto de apropiacionismo cultural, la reina del pop, que ven¨ªa de la pol¨¦mica de enrollarse con un santo negro en el videoclip de Like a Prayer, escogi¨® para el de la canci¨®n Vogue (1990) a los bailarines con la piel m¨¢s clara posible, los latinos de la House of Xtravaganza, empaquetando el perfecto producto para el consumo de masas. Con la misma velocidad con la que su single (el m¨¢s vendido de aquel a?o) propuls¨® el movimiento al espacio exterior de los ballrooms, la cultura popular le dio la espalda en busca de nuevas modas¡ La crisis del sida, que vivi¨® en esta ¨¦poca sus a?os m¨¢s virulentos, no ayud¨®. Muchas de sus figuras m¨¢s insignes murieron por complicaciones derivadas del virus. Sin embargo, fue precisamente la gente de la escena ballroom quien ejerci¨® presi¨®n sobre el Gobierno de Estados Unidos para que tomara medidas con las que frenar el sida.
Nada de todo esto es casual, como recuerda el comisario Manuel Segade: ¡°El movimiento #BlackLivesMatter, por ejemplo, recoge muchos de los principios esgrimidos durante tantos a?os por el voguing. Fue fundado por tres mujeres activistas queer; eso que se llama interseccionalidad, que no solamente trabajan con la discriminaci¨®n de raza, sino tambi¨¦n con la de g¨¦nero y la clase social. Por eso el vogue es tan relevante en este momento. El triunfo del presente es la alianza entre minor¨ªas¡±.
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