Cambio clim¨¢tico, desertificaci¨®n y la COP25
Estamos ante una amenaza global sin precedentes en la historia de la humanidad
Hace unos 12.000 a?os, en el Holoceno, la estabilizaci¨®n y mejora del clima hicieron posible el desarrollo de la agricultura y, como consecuencia, la construcci¨®n de las primeras ciudades, las civilizaciones, la ciencia, la tecnolog¨ªa y el progreso que ahora disfrutamos.
Y precisamente ahora todo ello est¨¢ en peligro por otro cambio clim¨¢tico. Pero esta vez no natural, sino desencadenado por el hombre. El cambio clim¨¢tico antr¨®pico actual amenaza con la desestabilizaci¨®n y colapso de sistemas productivos b¨¢sicos y de estructuras socioecon¨®micas cruciales. Y todo ello debido a la alteraci¨®n qu¨ªmica de la atm¨®sfera que implica la alteraci¨®n de los par¨¢metros clim¨¢ticos y de su retroalimentaci¨®n con los ecosistemas terrestres. El actual nivel de bienestar y progreso, al menos en algunas partes del planeta, tiene su tend¨®n de Aquiles en las consecuencias del inmenso tonelaje de gases con efecto invernadero que continuamos emitiendo a la atm¨®sfera desde hace m¨¢s de dos siglos.
Se trata de una amenaza global sin precedentes en la historia de la humanidad. Podemos decir que el cambio clim¨¢tico es el mayor reto social, econ¨®mico y ambiental del siglo XXI. Nos enfrentamos a problemas de consecuencias todav¨ªa desconocidas e impredecibles cuyo control necesitar¨¢ del conocimiento cient¨ªfico y de nuevas respuestas y formas m¨¢s inteligentes de relacionarnos con el medio natural.
Se trata de un problema global, pero con distintos grados de impactos y consecuencias locales. Seg¨²n la mayor¨ªa de los informes internacionales de evaluaci¨®n del cambio clim¨¢tico, la pen¨ªnsula Ib¨¦rica es una de las regiones especialmente vulnerables a sus efectos y consecuencias. Ello obliga a la elaboraci¨®n de medidas y estrategias eficaces de mitigaci¨®n y, sobre todo, de adaptaci¨®n de dimensi¨®n local. En Espa?a hemos de contribuir a la mitigaci¨®n planetaria del problema, pero prioritariamente hemos de protegernos de las consecuencias en nuestro territorio de actuaciones improcedentes de otros pa¨ªses o zonas geogr¨¢ficas. Podemos legislar para tener autobuses el¨¦ctricos en el transporte p¨²blico y medidas similares, pero eso no nos librar¨¢ de sequ¨ªas, inundaciones, aumento de incendios forestales, inestabilidad del territorio, disminuci¨®n de recursos h¨ªdricos, reducci¨®n de la producci¨®n agraria y un inexorable tr¨¢nsito hacia un territorio m¨¢s ¨¢rido e inh¨®spito. Las medidas de adaptaci¨®n proactivas y preventivas han de ser prioritarias y es ahora cuando deben implementarse. Una atm¨®sfera qu¨ªmicamente alterada no entiende de problemas administrativos, legislaciones o competencias geogr¨¢ficas ni plazos.
Espa?a cuenta con la mayor riqueza en biodiversidad del continente europeo, pero es tambi¨¦n el pa¨ªs m¨¢s amenazado por la desertificaci¨®n
En muchos aspectos no podemos seguir haciendo las cosas de la misma forma que hasta ahora porque ello nos conducir¨ªa a un desastre anunciado en t¨¦rminos socio-econ¨®micos y ambientales. En este cambio de rumbo, la innovaci¨®n y las soluciones creativas han de desempe?ar un papel crucial, y las distintas Administraciones deber¨ªan ser un importante agente impulsor.
Un aspecto clave en el funcionamiento de los entornos mediterr¨¢neos es la relaci¨®n suelo-clima. El suelo y la atm¨®sfera interaccionan intercambiando humedad, gases, compuestos y flujos de energ¨ªa. El suelo evoluciona adapt¨¢ndose y oscilando ante los cambios clim¨¢ticos y la atm¨®sfera recibe la influencia del funcionamiento y los procesos del suelo. Espa?a, como el conjunto de la cuenca mediterr¨¢nea, se encuentra afectada por una tendencia general de aridificaci¨®n clim¨¢tica que implica el incremento de los riesgos de desertificaci¨®n. Esta grave amenaza obliga al desarrollo de estrategias de lucha y control con la diligencia y liderazgo que las consecuencias del desaf¨ªo clim¨¢tico exigen.
Espa?a tuvo un papel relevante en la elaboraci¨®n del Convenio de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificaci¨®n (1994) y en conseguir la aprobaci¨®n de un anexo especial dedicado a la problem¨¢tica europea mediterr¨¢nea. Sin embargo, este ¨¦xito internacional y de liderazgo no fue aprovechado. En Espa?a no se adoptaron medidas eficaces de lucha, ni en la UE se ejerci¨® una actividad significativa en lograr mejor consideraci¨®n para la problem¨¢tica ambiental mediterr¨¢nea. Sin embargo, a trav¨¦s de la pr¨®xima COP25 Chile-Madrid se tiene una nueva y gran oportunidad de exponer y argumentar la vulnerabilidad mediterr¨¢nea en el sistema de Naciones Unidas (CMNUCC) y de influir en Bruselas para conseguir mayor atenci¨®n hacia las consecuencias mediterr¨¢neas del cambio clim¨¢tico. Se trata de las nuevas y ambiciosas iniciativas que la Comisi¨®n est¨¢ actualmente preparando, tales como The EU Green Deal, el nuevo Programa de Acci¨®n Ambiental o la Agenda 2030. Es ahora el momento de actuar, luego ser¨¢ tarde.
En este contexto, la protecci¨®n del suelo como regulador clim¨¢tico, la estabilidad y productividad del territorio, de sus funciones ecosist¨¦micas y biodiversidad, son factores esenciales y estrat¨¦gicos para nuestro pa¨ªs. De hecho, contamos con la mayor riqueza en biodiversidad del continente europeo, pero somos tambi¨¦n el pa¨ªs m¨¢s amenazado por la desertificaci¨®n. El futuro est¨¢ abierto y podemos elegir y optar por oportunidades de mejora o no actuar y sufrir las consecuencias. Esperemos una buena elecci¨®n y que esta llegue a tiempo.
Jos¨¦ Luis Rubio Delgado es premio Rey Jaime I de Protecci¨®n al Medio Ambiente y vicepresidente de la Asociaci¨®n Mundial de Conservaci¨®n de Suelo y Agua (WASWAC).
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