?ltima oportunidad para la Europa menguante
El continente todav¨ªa est¨¢ a tiempo de de parar su descenso hacia la insignificancia internacional
El pasado fin de semana, Ursula von der Leyen inici¨® en Bruselas su trabajo. Incluso desde una perspectiva suiza, uno no puede sino desear tanta suerte como ¨¦xito a la sucesora de Jean-Claude Juncker al frente de la Comisi¨®n Europea de la Uni¨®n Europea. Su ¨¦xito tambi¨¦n ser¨ªa un ¨¦xito para Suiza, la estable isla de bienestar en medio de esa comunidad pac¨ªfica de naciones, porque a Europa le esperan tiempos dif¨ªciles. Por un lado, est¨¢ su paulatina p¨¦rdida de influencia; por otro, un entorno cada vez m¨¢s hostil.
Hace mucho que quedaron atr¨¢s, afortunadamente, aquellos tiempos en los que las potencias europeas colonizaban y dominaban el mundo. El p¨¦ndulo hace el camino de retorno en una ¨¦poca en la que Europa, como soft power, podr¨ªa ser una buena potencia hegem¨®nica. A comienzos del ¨²ltimo siglo, los europeos representaban todav¨ªa el 20% de la poblaci¨®n mundial. A finales de este, ser¨¢n solo un 4%. El continente, en proceso de envejecimiento, es el ¨²ltimo reducto de la democracia liberal, acosada por d¨¦spotas en Mosc¨², Ankara o Pek¨ªn. En el aliado estadounidense solo puede confiarse de forma limitada tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
La respuesta, en realidad, solo puede ser m¨¢s Europa, no menos. En cualquier caso, ser¨ªa un mal momento para que se desmoronase en unidades nacionales. En Suiza el ejemplo brit¨¢nico entusiasm¨® en un principio a los c¨ªrculos de la derecha nacionalista. Pero a estas alturas el Brexit m¨¢s bien suscita rechazo. A Suiza, como poliz¨®n neutral de la historia, ese mantenerse al margen le ha ido hasta el momento muy bien, aunque desde el final de la Guerra Fr¨ªa y con la creciente globalizaci¨®n el pa¨ªs situado en el coraz¨®n de Europa tenga mayores dificultades para encontrar su sitio.
No sabemos cu¨¢nto tiempo un peque?o pa¨ªs podr¨¢ mantenerse distanciado de los bloques o zigzaguear entre ellos. El ministro de Asuntos Exteriores suizo intenta situar sobre nuevos y m¨¢s firmes fundamentos nuestra relaci¨®n bilateral con la Uni¨®n Europea. Un acuerdo marco garantizar¨¢ a largo plazo, si se aprueba, nuestro acceso parcial al mercado ¨²nico europeo. Estas nuevas bases de relaci¨®n le evitar¨ªan a Suiza, en el futuro previsible, verse forzada a buscar la integraci¨®n en la UE o en la eurozona.
Sin embargo, nuestro actual presidente, Ueli Maurer, ha visitado con cierta pompa en el curso de este a?o la China de Xi Jinping, los Estados Unidos de Donald Trump, al rey saud¨ª Salm¨¢n ¡ªadem¨¢s de a su pol¨¦mico heredero Mohamed¡ª y la Rusia de Vlad¨ªmir Putin. La jefatura del Estado suizo ¡ªque en nuestro sistema se renueva anualmente¡ª est¨¢ este a?o en manos de la derecha nacionalista. Maurer ha dado un sesgo muy distinto a su, llam¨¦mosla as¨ª, pol¨ªtica exterior paralela. A veces parece que nuestro derechista presidente quisiera hacer una peineta a los socios de la UE. En cualquier caso, durante su a?o en el cargo ha dejado como izquierdistas a quienes deciden las cosas en Bruselas.
La neutral Suiza, pues, de momento juega con dos barajas. La cuesti¨®n es c¨®mo debe orientarse un peque?o pa¨ªs en un mundo multipolar e inseguro: ?ponerse a bien con los d¨¦spotas y poderosos de la Tierra o acercarse m¨¢s a la UE? Incluso grandes Estados europeos como Alemania no pueden resolver por s¨ª solos problemas futuros, desde el cambio clim¨¢tico hasta el terrorismo internacional, pasando por la migraci¨®n o la digitalizaci¨®n.
En este contexto, Von der Leyen promete una ¡°Comisi¨®n geopol¨ªtica¡±. Una Europa que tambi¨¦n hable el lenguaje del poder. Una Europa que pueda defender su singular european way of life. Lo que se dirime es qui¨¦n fijar¨¢ las reglas en el futuro, un r¨¦gimen autoritario en China o una Europa en la que impera el Estado de derecho. Suiza est¨¢ en proceso, por ejemplo, de adoptar las reglas de protecci¨®n de datos que ha establecido globalmente la Uni¨®n Europea. Los brit¨¢nicos tendr¨¢n que aceptar despu¨¦s del Brexit, con un acuerdo de libre comercio firmado por la gracia de Trump, las reglas alimentarias estadounidenses, e importar pollo con dioxinas y carne con hormonas. Es muy posible que en el futuro sea China la que fije las normas de uso de la inteligencia artificial.
La Europa menguante a¨²n puede parar su descenso a la insignificancia.
Stephan Israel es el corresponsal del Tages-Anzeiger en Bruselas.
Traducci¨®n de Jes¨²s Albor¨¦s Rey.
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