Pap¨¢ Noel en Miami, los Reyes camuflados y el camello que vomit¨®: la Navidad, seg¨²n los ni?os
El misterio de los regalos, explicado por los mayores expertos en Navidad. Todo lo que siempre quiso saber sobre Pap¨¢ Noel y los Reyes Magos y nunca se atrevi¨® a preguntar.
EN LAS ENTRA?AS de la sede de EL PA?S se ha reunido un comit¨¦ de sabios para debatir el secreto mejor guardado de la Navidad: el enigma de los Reyes y Pap¨¢ Noel. Once ni?os de entre cuatro y diez a?os se abren paso a trav¨¦s de los corrillos que se forman en la redacci¨®n a media tarde. Algunos vienen de punta en ch¨¢ndal y oliendo a mandarina, directos de las extraescolares. Otros, sospechosamente bien peinados. Todos dispuestos a mostrarnos la l¨®gica bajo la que opera su ilusi¨®n. Los hay que dejan polvorones a los Reyes Magos y quienes en su culto han abrazado a Pap¨¢ Noel. Y muchos que mandan carta a los dos. La mayor¨ªa ya medita los puntos de la lista que enviar¨¢n a lo largo de las pr¨®ximas semanas. Es el caso de Laura, cuatro a?os, a quien el a?o pasado trajeron una bici y que este a?o aspira a algo m¨¢s. En su carta figuran ¡°un hermanito beb¨¦, un beb¨¦ pero de mu?eco, un beb¨¦ comiditas, unos Pin y Pon, unos mu?ecos Pusheen, un coche, una casa y unas luces que son muy bonitas¡±. Al segundo rectifica: ¡°Bueno, mejor una moto en vez de las luces¡±.
Otros, como Candela, ocho a?os, trabajan sobre una constante: ¡°El a?o pasado me trajeron la Nancy en moto. Este a?o quiero la Nancy en hoverboard¡± (un monopat¨ªn), asegura. Hay quien alberga deseos ocultos, como Elisa, ocho a?os, que a la primera responde ¡°juguetes¡±. ?En serio? ¡°Bueno, un m¨®vil¡±, confiesa. Y quien no deja nada al azar, como Sira, que a los cuatro a?os quiere ¡°un viol¨ªn azul con el arco azul tambi¨¦n¡±. ?Pero t¨² sabes tocar el viol¨ªn? Silencio.
La primera duda que surge es de tipo log¨ªstico ?C¨®mo traen todo eso? ¡°Pues en un saco¡±, responde Laura, futura propietaria de una casa, un coche y un hermanito. No hay misterios para ella. Hay quien, como Lucas, diez a?os, lo ve como mucho trabajo para los Reyes. ?l sostiene que para redistribuir las tareas estos env¨ªan una circular pidiendo ayuda voluntaria para transportar los regalos. A ¨¦l a¨²n no le ha llegado, pero no ha perdido la esperanza. Su hermana Sira es m¨¢s pr¨¢ctica: ¡°Yo creo que Pap¨¢ Noel lleva a los Reyes en su trineo. Pap¨¢ Noel delante, los Reyes un poquito atr¨¢s y los camellos en el centro¡±. ?Y c¨®mo hacen los renos para cargar con semejante peso? ¡°Tienen un poquito de magia¡±, aclara. Sea cual sea el modus operandi de los Reyes y Pap¨¢ Noel, lo cierto es que han sabido mantener su identidad en secreto. Elisa lo achaca a una labor de camuflaje. Seg¨²n ella, tanto Pap¨¢ Noel como los renos y el trineo viajan pintados del ¡°color del cielo¡±. Los Reyes, del de la tierra. Solo as¨ª evitan ser vistos durante la traves¨ªa.
Una vez alcanzan su destino, los enviados de la Navidad abordan la segunda fase de la operaci¨®n: la distribuci¨®n del regalo. Es al aterrizar cuando su anonimato corre peligro. De hecho, hay quien ha estado a punto de echarlo a perder. Pablo, ocho a?os, vislumbr¨® la pata trasera de un camello en su pasillo y Lucas oy¨® un ¡°hou, hou, hou¡± cuando se levant¨® a por un vaso de agua en medio de la noche. Otros llegaron para descubrir las pruebas del crimen. Laura se encontr¨® el sal¨®n lleno de huellas de pezu?a, y Candela, el cuenco de las zanahorias lleno de v¨®mito de camello. Para entonces los Reyes ya estaban lejos. Como siempre, un paso por delante.
A estas alturas nos asalta otra cuesti¨®n importante. ?C¨®mo entran en las casas? Algunos de nuestros expertos se inclinan por las v¨ªas tradicionales. ¡°Pap¨¢ Noel, por la chimenea¡±, explica Laura, que, pese a no tener chimenea, ya se frota las manos pensando en la flamante cocinita que le ha pedido. La otra escuela es la de la magia. Los avezados en su estudio achacan el anual allanamiento navide?o a lo sobrenatural. Los Reyes y Pap¨¢ Noel conjuran, explica ??igo, diez a?os: ¡°Dicen, ¡®camello, ll¨¦vame a tal calle¡¯, y all¨ª aparecen¡±. Eso s¨ª, sin echar muchas chispas, anota Lucas, no vaya a ser que los ni?os se despierten.
Aclarado el misterio, surge otra inc¨®gnita: ?qu¨¦ har¨¢n el resto de a?o? Lucas dice que, en su tiempo libre, los Reyes lo que hacen es descansar. Se atrincheran en la casa subterr¨¢nea en la que viven, ¡°all¨ª tienen much¨ªsimas teles¡±, explica, y juegan a videojuegos, leen y ven pel¨ªculas. Durante 11 meses. ¡°Si se aburren, se disfrazan y se buscan un trabajo¡±. ?De qu¨¦ trabaja un Rey Mago? ¡°De escritor o de inventor¡¡±. Otros encuestados comparten la tesis del reposo, pero barajan otros destinos. Pablo cree en unos Reyes made in Spain, ¡°porque cuando escriben mis nombres en los regalos lo hacen con letra espa?ola¡±. Elisa ubica a Pap¨¢ Noel en Laponia y Max apuesta por el Caribe: ¡°Yo creo que el resto del a?o Santa Claus se lo pasa en una playa en Miami¡±. Pero la mayor¨ªa sit¨²a a Pap¨¢ Noel en el Polo Norte. ¡°Vive en una casa de cristal pintada de azul, con muchos pinchos (pero solo por arriba)¡±, explica Sira. All¨ª pasa meses preparando los regalos en su f¨¢brica de juguetes, asegura In¨¦s. ¡°Si la encontrase, me llevar¨ªa todo¡±, sue?a. Tambi¨¦n cuenta con un equipo de duendes. Seg¨²n Valeria, diez a?os, son los que le regalan a Pap¨¢ Noel. Tambi¨¦n son quienes llevan las cartas que le env¨ªan los ni?os. Quien no sabe escribir, se busca la vida. Como Lucas, que sal¨ªa a la calle a pedir los regalos a gritos. ¡°A veces funcionaba¡±, recuerda.
Se acerca la fecha se?alada. Los Reyes van apagando sus televisores. Pap¨¢ Noel se da el ¨²ltimo chapuz¨®n del a?o. Mientras atraviesan la redacci¨®n, camino a la salida, los ni?os comentan la en¨¦sima modificaci¨®n en sus cartas. Hay mucho en juego: ?los juguetes o el m¨®vil? ?Las luces o la moto? Para mayores preguntas, aqu¨ª nadie tiene tiempo.
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