Un mundo feliz
La religi¨®n antivacunas tiene un paralelismo evidente con el negacionismo clim¨¢tico, pero sus efectos son muy diferentes
Ahora que la crisis clim¨¢tica ha entrado de hoz y coz en la agenda pol¨ªtica, podemos ocuparnos de otros retos que todav¨ªa no lo han hecho. Por ejemplo, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) considera que el rechazo a las vacunas es una de las amenazas m¨¢s graves a la salud global. Europa ha sufrido en la primera mitad de este a?o 90.000 casos de sarampi¨®n, 17 veces m¨¢s que en todo 2016. En agosto, cuatro pa¨ªses (Grecia, Reino Unido, Albania y la Rep¨²blica Checa) perdieron su estatus de ¡°libres de sarampi¨®n¡±, y Estados Unidos lo har¨¢ pronto, pues est¨¢ experimentando el mayor n¨²mero de casos desde los primeros a?os noventa. La raz¨®n es la religi¨®n antivacunas.
La religi¨®n antivacunas tiene un paralelismo evidente con el negacionismo clim¨¢tico, pero sus efectos son muy diferentes. Aunque haya negacionistas como Donald Trump, que sin duda tiene una enorme capacidad de estorbar, este movimiento es minoritario, va contra el flujo de la historia y tiene los d¨ªas contados. La mayor¨ªa de los Gobiernos y de las grandes empresas energ¨¦ticas, incluidas las norteamericanas, se han convencido de que reducir las emisiones es un objetivo prioritario, y ning¨²n negacionista va a desafiar sus estudios prospectivos. El mayor problema en la lucha contra el calentamiento no es la minor¨ªa negacionista, sino la inacci¨®n de la mayor¨ªa pol¨ªtica.
Con las vacunas, sin embargo, una minor¨ªa puede destruir la telara?a entera. Hasta hace poco, esa minor¨ªa antivacunas era tan exigua que no importaba mucho. La intoxicaci¨®n informativa hab¨ªa empezado en 1998, con la propagaci¨®n del bulo de que la vacuna triple (sarampi¨®n, paperas y rubeola) causaba autismo. Incluso antes de la explosi¨®n de las redes sociales, esa noticia falsa caus¨® que en la d¨¦cada pasada los ¨ªndices de vacunaci¨®n cayeran y que la big pharma empezara a echar el cierre a sus unidades de vacunas. Aun as¨ª, a principios de nuestra d¨¦cada la situaci¨®n hab¨ªa vuelto a lo normal, hasta el punto de que algunos pa¨ªses fueron declarados libres del sarampi¨®n. Como hemos visto en el primer p¨¢rrafo, sin embargo, la eficacia actual en la propagaci¨®n de bulos ha empeorado el cuadro dr¨¢sticamente.
Con un 90% de los ni?os vacunados, el virus no puede propagarse: cada vez que intenta saltar de un ni?o a otro, se encuentra con que el segundo est¨¢ vacunado nueve de cada diez veces, y ah¨ª se acab¨® la biograf¨ªa del virus. Pero cuando el porcentaje baja al 80%, la probabilidad de propagaci¨®n se dispara. Es el problema con los sistemas no lineales, que un peque?o efecto puede derrumbar el sistema entero. El sistema de protecci¨®n epidemiol¨®gica del que dependemos todos puede tolerar un 10% de negacionistas, pero no un 20%.
Esto plantea una cuesti¨®n muy delicada. ?Hay que obligar a los padres a vacunar a sus hijos? La imagen trae resonancias de un Estado cl¨ªnico donde una ¨¦lite cient¨ªfica le dice a la gente la pastilla que tiene que tragarse o la sustancia que tiene que meterse en vena, y resulta horrible de imaginar. Pero quiz¨¢ ya estemos en ello. Alarmadas por el rebrote del sarampi¨®n, Francia, Italia y Australia ya han restringido el ingreso escolar de ni?os sin vacunar, y el Reino Unido y varios Estados norteamericanos van camino de ello. Un mundo feliz.
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