La lecci¨®n de Rita
Levi-Montalcini, Nobel de Medicina, padeci¨® los totalitarismos y se ve¨ªa "incapaz de ser optimista", pero defend¨ªa la obligaci¨®n de serlo
Hay ciertas gratificaciones en este oficio que practicamos, y con frecuencia cometemos, la gente de la prensa. La principal, creo yo, es la de rozarse de vez en cuando con un ser luminoso, una de esas personas que dignifican la especie. Rita Levi-Montalcini, por ejemplo. La c¨¦lebre neur¨®loga, premio Nobel de Medicina, ten¨ªa ya 96 a?os en mayo de 2005, cuando convers¨¦ con ella en Roma. La presencia de esa figura gigantesca del siglo XX, tan heroica, tan dulce, tan fr¨¢gil f¨ªsicamente, intimidaba y a la vez reconfortaba.
Le pregunt¨¦ por qu¨¦ el humano es m¨¢s inteligente que hace 50.000 a?os, pero no es m¨¢s bueno. ¡°Por el componente l¨ªmbico cerebral que sigue dominando nuestra actividad¡±, dijo. ¡°Vivimos como en el pasado, como hace 50.000 a?os, dominados por las pasiones y por impulsos de bajo nivel. No estamos controlados por el componente cognitivo, sino por el componente emotivo, el agresivo en particular. Seguimos siendo animales guiados por la regi¨®n l¨ªmbica paleocortical¡±.
Rita Levi-Montalcini muri¨® en 2012, con 103 a?os. Pienso en ella a menudo.
Solo la neurolog¨ªa puede explicar un fen¨®meno muy propio de esta ¨¦poca. Pese a que el campo de las ideolog¨ªas pol¨ªticas se estrecha cada vez m¨¢s (el grueso del debate se desarrolla bajo la aceptaci¨®n expl¨ªcita o t¨¢cita de las reglas del capitalismo) y prosperan las ideolog¨ªas antipol¨ªticas (las que no admiten transacciones porque se rigen por conceptos absolutos como la naci¨®n o la religi¨®n), parecemos deseosos de convertirlo todo en batalla ideol¨®gica. No de ideas, sino de ideolog¨ªas. Prestamos muy poca atenci¨®n a los hechos y much¨ªsima a tal o cual explicaci¨®n de los hechos que se adapta a nuestros prejuicios y a nuestros impulsos reptilianos. Si conviene, falseamos los hechos. Hacemos cualquier cosa para encajar la realidad en un determinado marco ideol¨®gico.
La cuesti¨®n del clima constituye un buen ejemplo. Trat¨¢ndose de un asunto cient¨ªfico, apenas conocemos a los cient¨ªficos que lo estudian. Conocemos a los pol¨ªticos que discuten y a algunas figuras llamativas, como Greta Thunberg, pero no a los expertos. Casi todos tenemos una opini¨®n sobre lo que ocurre con el clima y casi nadie es capaz de citar unos cuantos datos ciertos y relevantes. Merodeamos en torno al problema con el escudo ideol¨®gico bien alto.
Quienes tienden a definirse como ¡°derecha¡± suelen negar la influencia humana en el cambio clim¨¢tico y no necesitan datos para ello: si quienes se alinean con la llamada ¡°izquierda¡± afirman que la actividad humana es decisiva en el fen¨®meno, y proponen cambios profundos en los comportamientos individuales y sociales, autom¨¢ticamente se sospecha de una ¡°a?agaza progre¡±. Y al rev¨¦s. Si Donald Trump niega que haya crisis clim¨¢tica, el progresismo queda convencido de que la hay, y grav¨ªsima.
Rita Levi padeci¨® las guerras y los totalitarismos del siglo XX, fue perseguida por jud¨ªa y coaccionada por mujer. Aseguraba, sin embargo, que hab¨ªa que mantener la fe. ¡°Si asumimos una visi¨®n catastrofista del ser humano, estamos acabados. La vida se hace in¨²til. Yo tambi¨¦n me siento interiormente incapaz de ser optimista, pero hay que serlo, cueste lo que cueste¡±.
Y cuesta mucho.
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