Acordonados
Luz y debates. Que cada cual se retrate. Que nadie se sienta excluido. No enredemos la libertad con los cordones
La expresi¨®n ¡°cord¨®n sanitario¡± me parece fea. Tambi¨¦n me lo parece su expresi¨®n pol¨ªtica. Y no alcanzo a entender cu¨¢l es el beneficio de mantener extramuros tal idea o tal otra, por muy horrendas que sean la una o la otra. Creo que lo que se consigue es elevar tal idea (o tal otra) al rango de aut¨¦ntica oposici¨®n al poder, y conferirle adem¨¢s el misticismo del tab¨²: no hay nada m¨¢s dulce que lo prohibido.
Disponemos de algunas experiencias pr¨®ximas en esta materia. Est¨¢ por ver qu¨¦ ocurrir¨¢ en Alemania cuando desaparezca la figura imponente de Angela Merkel, aunque ya sea f¨¢cil discernir que las sucesivas grandes coaliciones de centroderecha y centroizquierda han favorecido a los partidos alternativos. Lo de Francia resulta especialmente interesante. Un mecanismo electoral a doble vuelta y un sistem¨¢tico ¡°cord¨®n sanitario¡± han aislado a la ultraderecha de la Reagrupaci¨®n Nacional (RN), al precio de fundir las formaciones ¡°constitucionales¡± cl¨¢sicas en un grupo novedoso encabezado por un presidente novedoso.
Gaullistas, conservadores y socialistas apenas sobreviven, eclipsados por el fen¨®meno de Emmanuel Macron como gran t¨®tem del sistema. El RN es una formaci¨®n pol¨ªtica controlada por la familia Le Pen y dirigida ahora por Marine, excelente en los m¨ªtines y mediocre en la estrategia; la ultraderecha francesa es tan nepotista y ha dado tantos bandazos que, en condiciones de normalidad, tal vez se habr¨ªa autocondenado a la irrelevancia. Es el hecho anormal de que sus votos no se traduzcan en una adecuada representaci¨®n parlamentaria y en una cierta participaci¨®n en las tareas de gobierno lo que mantiene su vitalidad. Cabe especular con lo que ocurrir¨¢ cuando se vaya Macron y cuando se vaya Marine, tal vez sustituida por alguien mucho m¨¢s inteligente: su sobrina Marion.
Los discursos de odio, de desprecio o de simple estupidez se califican por s¨ª mismos, o por un fiscal cuando vulneran la ley. Pero no es lo mismo escuchar las palabras de, por ejemplo, Javier Ortega Smith cuando se pronuncian desde un esca?o, como parte de una coalici¨®n de gobierno, que cuando se gritan en un parque p¨²blico o en una red social. Lo que es Vox (y lo que no es) resulta ahora mucho m¨¢s perceptible y comprensible que cuando merodeaba por la estepa extraparlamentaria. Y lo que dice tiene un mayor coste, para la propia gente de Vox y para sus socios de gobierno.
Las concentraciones que alzan la patria como idea suprema suelen atraer una cantidad inusualmente elevada de canallas (el patriotismo transformado en fen¨®meno pol¨ªtico siempre ha pose¨ªdo esa cualidad), pero tambi¨¦n convocan, en determinadas circunstancias, a una porci¨®n de la ciudadan¨ªa ansiosa por expresar su irritaci¨®n. Esa porci¨®n de la ciudadan¨ªa merece verse representada, merece ver en qu¨¦ se traduce el programa que ha votado y merece ser incluida en el sistema, porque una democracia que merma los derechos de expresi¨®n y representaci¨®n se queda en ox¨ªmoron.
Luz y debate. Ideas contra ideas. Que cada cual se retrate y que el fragor de la lucha electoral se refleje en la movilizaci¨®n de los votantes. Que nadie se sienta excluido. No enredemos la libertad con los cordones.
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