Los canallas de las buenas causas
Nadie lo dijo mejor que Albert Camus: ¡°No es el fin el que justifica los medios, sino los medios los que justifican el fin¡±
EL 10 de enero de 1987, Leonardo Sciascia public¨® en el Corriere della Sera un art¨ªculo, titulado ¡°Los profesionales de la antimafia¡±, en el que denunciaba la perversi¨®n de que algunos pol¨ªticos y magistrados estuvieran benefici¨¢ndose de su papel, m¨¢s o menos real, de luchadores contra la Mafia. Fue una bomba: el escritor que hab¨ªa diseccionado como nadie, en algunas novelas magistrales, la naturaleza t¨®xica y esquiva de la Cosa Nostra pareci¨® convertirse de un d¨ªa para otro en el enemigo n¨²mero uno de la batalla contra la Cosa Nostra, e Italia entera se dividi¨® entre defensores y detractores de Sciascia. ?ste aguant¨® a pie firme el vendaval, y el tiempo le dio la raz¨®n. Mejor dicho, el tiempo acab¨® mostrando que se qued¨® corto: no son s¨®lo pol¨ªticos y magistrados quienes han hecho carrera a costa de la lucha contra la Mafia, sino tambi¨¦n empresarios, periodistas, funcionarios o prelados; y no se han beneficiado s¨®lo de ascensos dudosos o blindajes pol¨ªticos, sino de fechor¨ªas contantes y sonantes. No es extra?o que algunos de los m¨¢s enconados adversarios de ?Sciascia acabaran reconociendo con el tiempo su ¡°lucidez prof¨¦tica¡±. Am¨¦n.
Hasta donde alcanzo, nadie ha contado la historia de aquella pol¨¦mica; l¨¢stima: ser¨ªa muy ¨²til hacerlo. Quiero decir que la buena causa de la lucha contra la Mafia no es la ¨²nica que tiene sus canallas; toda buena causa los tiene. La de la II Rep¨²blica espa?ola, pongo por caso, fue una causa just¨ªsima, pero los republicanos que en la guerra asesinaron a sangre fr¨ªa a casi 7.000 religiosos fueron unos canallas, igual que son unos p¨ªcaros y desaprensivos quienes ahora buscan prestigio y notoriedad a base de intentar monopolizar, banaliz¨¢ndola, la herencia de la II Rep¨²blica, que es de todos. Tambi¨¦n es just¨ªsima la causa de las v¨ªctimas del Holocausto, pero ten¨ªa raz¨®n Norman Finkelstein al denunciar, en La industria del Holocausto, el uso del sufrimiento de los jud¨ªos por parte del Estado de Israel con el fin de acorazar sus pol¨ªticas. El combate contra ETA y el islamismo radical son indispensables, pero el GAL y Guant¨¢namo son una canallada. Salvo la de la preservaci¨®n del planeta, no hay ahora mismo una causa m¨¢s justa que la que propugna la igualdad entre hombres y mujeres, pero hay mujeres que se aprovechan de ella para usurpar posiciones de poder o privilegio (o simplemente para vengarse). Son s¨®lo unos ejemplos, que podr¨ªa multiplicar hasta el infinito, porque hay infinidad de buenas causas. La pregunta es: ?por qu¨¦ nadie o casi nadie se atreve a denunciar a sus canallas? La respuesta es: porque, igual que Sciascia fue acusado de mafioso por denunciar a los canallas de la lucha contra la Mafia (a pesar de que pocos combatieron a la Mafia como Sciascia), nadie osa arriesgarse a que le acusen de blanquear el fascismo (o el franquismo), de ser un enemigo de la llamada memoria hist¨®rica o un c¨®mplice de ETA o el Estado Isl¨¢mico o el machismo. Y no todo el mundo tiene el coraje de Sciascia.
Y, sin embargo, es una obligaci¨®n denunciar a los canallas de las buenas causas, sobre todo para quienes creemos que son buenas. La raz¨®n es que, aunque una causa sigue siendo buena pese a que haya canallas que la defiendan, los canallas de las buenas causas pueden acabar convirtiendo en mala una buena causa. La raz¨®n es que una buena causa bien defendida es una buena causa, pero una buena causa mal defendida corre el riesgo de convertirse en una mala causa. La raz¨®n es que, como ocurre en arte, en pol¨ªtica y moral forma y fondo son casi lo mismo. Nadie lo dijo mejor que Albert Camus ¡ªque pag¨® un alto precio por denunciar a los canallas de la buena causa de la izquierda¡ª: ¡°No es el fin el que justifica los medios, sino los medios los que justifican el fin¡±. Es lo que intent¨® decir Sciascia ¡ªque tanto aprendi¨® de Camus¡ª cuando, en plena pol¨¦mica sobre su art¨ªculo, defini¨® as¨ª el n¨²cleo de su postura: ¡°Rechazar aquello que con desprecio se llama ¡®garantismo¡¯ ¡ªy que es una llamada al respeto de las reglas, del derecho, de la Constituci¨®n¡ª como elemento debilitante de la lucha contra la Mafia es un error de incalculables consecuencias¡±. Am¨¦n.?
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