Cuando elegimos salvar la basura, y no a los supervivientes

Una de las noticias m¨¢s estimulantes de la semana es que la Asociaci¨®n de Periodistas Parlamentarios ha anulado sus premios este a?o ante la par¨¢lisis legislativa, lo que abre un debate apetecible sobre todos aquellos pol¨ªticos que act¨²an como un barrendero que solo moviera la escoba cuando pasa el jefe (las urnas) y la suelta cuando se va (tras la noche electoral). Pero no profundizaremos en esta senda porque, como las elecciones no son premios, sino acaso condenas a seguir en los bucles de cada cual, no tenemos m¨¢s remedio que intentar avanzar.

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He aqu¨ª las elecciones brit¨¢nicas. En ocasiones es mejor contemplar estos acontecimientos desde su manifestaci¨®n cultural, y esta vez son dos gigantes audiovisuales los que nos lo explican mejor que todos los tuits al respecto: uno es Brexit, The Uncivil War, una gran pel¨ªcula protagonizada por Benedict Cumberbatch que exhibe HBO. Para verla con tranquilidad, con tiempo, con el disco duro de la cabeza con espacio disponible para asimilar el tenebroso funcionamiento de las fake news que hicieron vencer la opci¨®n de abandonar la Uni¨®n Europea.

El otro es The Crown, brava serie sobre la reina de Inglaterra que casi todos hab¨¦is visto, lo s¨¦, pero en la que repasando las ra¨ªces del pasado atisbamos los brotes menos tiernos del presente. Los m¨¢s sombr¨ªos, amenazantes. Nos acecha una hiedra oscura.

En la nueva temporada, la reina Isabel tiene dudas sobre la celebraci¨®n del Jubileo y pregunta a su hermana Margarita, la princesa condenada a ser segunda:

???? -Dime: ?Qu¨¦ he logrado? Este pa¨ªs a¨²n era estable y grande cuando llegu¨¦ y mira ahora: se ha derrumbado.

???? -Se ha derrumbado solo si lo decimos -responde Margarita, ella misma encamada por su particular derrumbe-. Si disimulamos y lo hacemos majestuoso, nadie se dar¨¢ cuenta.

?No son sabias las palabras? ?No encierran una verdad ¨²til y necesaria ante cualquier desgracia, ante las debilidades, la de que el show must go on, como cantaba un Freddy Mercury ya casi derrumbado por su propia enfermedad? ?O son s¨ªntoma de un cinismo y una pol¨ªtica de esa alfombra que, a pesar de su espesura capaz de esconder casi todo, va creciendo sobre el suelo por todos los escombros que vamos acumulando?

Los brit¨¢nicos votaron ayer, y lo hacen espoleados por todas las mentiras y manipulaciones sacadas precisamente de la escombrera que hemos montado bajo la alfombra, donde el personaje que encarna Cumberbatch y sus algoritmos rebuscan la mejor basura para servir a los descontentos: unos gramos de recelo ante los inmigrantes por aqu¨ª, otros de terror econ¨®mico por all¨¢, kilos de nostalgia por un mundo de certezas que se ha evaporado, todo a la olla y, emplatado ante ustedes, el mejor men¨² de promesas a la carta que usted estaba deseando comer. De frases que estaba deseando o¨ªr.

Y los brit¨¢nicos se lo han tragado entero: la ceguera ante el derrumbe de un modelo, la econom¨ªa salvaje de Thatcher, los recortes, el desclasamiento, la volatilizaci¨®n de un modo laboral de encajar en el mundo y, de postre, el triunfo de las plutocracias millonarias que aqu¨ª citaba Guy Standing en un enjundioso e imprescindible art¨ªculo (El populismo puede triunfar en el Reino Unido).

?La digesti¨®n? A falta de los puros de Churchill, queda contemplar el suicidio colectivo que se infligen los brit¨¢nicos al salvar de la escombrera la basura, en vez de a las v¨ªctimas. Porque anular la convocatoria de premios de este a?o, aqu¨ª, no es opci¨®n.