40 a?os de ¡®London calling¡¯: c¨®mo The Clash cambi¨® el rock para siempre y de paso dio voz a los derrotados
El cl¨¢sico de la banda brit¨¢nica de punk no solo se mantiene en el imaginario colectivo por ser uno de los mejor valorados de todos los tiempos: tambi¨¦n porque sus letras vuelven a estar de rabiosa actualidad tras la victoria de Boris Johnson
Es el a?o 1979. La conservadora Margaret Thatcher acaba de tomar posesi¨®n como primera ministra del Reino Unido. Desde Downing Street, la mujer conocida con el sobrenombre de La Dama de Hierro aplicar¨¢ una agenda de privatizaciones y recortes sociales. Entre tanto, un desarrapado que arrastra acento medio escoc¨¦s como herencia materna desfila por los escenarios del pa¨ªs con una pegatina del Frente Sandinista de Liberaci¨®n en la guitarra y el mensaje: ¡°Nicaragua, un pueblo en lucha¡±. Casi una evocaci¨®n del ¡°esta m¨¢quina mata fascistas¡± que luc¨ªa en su instrumento el legendario m¨²sico de folk Woodie Guthrie.
'London calling' funciona como obra unitaria porque tiene un tema principal. Ese tema, como no pod¨ªa ser de otra manera en su contexto social, es la derrota, y los protagonistas de las canciones son los perdedores
El desarrapado en cuesti¨®n, el cantante y guitarrista Joe Strummer (Ankara, Turqu¨ªa, 1955¨CSomerset, Reino Unido, 2002), que ocasionalmente tambi¨¦n osa lucir provocadoras camisetas del grupo armado alem¨¢n Fracci¨®n del Ej¨¦rcito Rojo, no pasa por su momento m¨¢s boyante. Aunque la banda que lidera, The Clash, es uno de los pilares de la explosiva escena punk brit¨¢nica, dista mucho de gozar del ¨¦xito popular necesario para tener garantizada una subsistencia econ¨®mica. Tampoco tiene pinta de que el propio movimiento vaya a sobrevivir comercialmente y Thatcher bien parece encarnar la representaci¨®n material de su derrota.
En este desalentador ambiente, Strummer y los otros componentes de The Clash ¡ªel tambi¨¦n guitarrista Mick Jones (Londres, 1955), el bajista Paul Simonon (Brixton, 1955) y el bater¨ªa Topper Headon (Kent, 1955)¡ª deciden conjurarse y apostar a doble o nada. Despu¨¦s de dos discos esenciales para el g¨¦nero, el ep¨®nimo The Clash (1977) y su sucesor Give ¡®em enough rope (1978), la banda echar¨¢ el resto con un ¨¢lbum doble de 19 canciones mucho m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de la etiqueta punk. Y con un lanzamiento en fechas id¨®neas para regalarlo a los seres queridos, como bromear¨ªa Jones, el guitarrista, en declaraciones a Trouser Press: ¡°Es como nuestro recopilatorio de 20 grandes ¨¦xitos. Sab¨ªamos que iba a salir en Navidad, as¨ª que lo hemos preparado para poder competir con los discos de 20 grandes ¨¦xitos del resto de grupos¡±.
El ¨¢lbum, una mezcla elaborada e inimaginable de su caracter¨ªstico rock combativo con la canci¨®n tradicional estadounidense, el reggae, el ska o las m¨²sicas del mundo, se convertir¨¢ en un ¨¦xito mundial que catapultar¨¢ al grupo y le coloc¨® entre los m¨¢s influyentes del siglo XX. Se public¨® hace hoy 40 a?os y lleva por t¨ªtulo London calling.
El poso e influencia del tercer trabajo de The Clash abarca generaciones. Tom Morello, guitarrista del de Rage Against the Machine o Audioslave, dijo de ¨¦l a la revista Classic Rock en 2016: ¡°Una semana despu¨¦s de la primera escucha, escrib¨ª la primera canci¨®n pol¨ªtica de mi vida. The Clash me empujaron a hacer m¨²sica con contenido pol¨ªtico y a tomar una postura ideol¨®gica¡±. Aunque es dif¨ªcil saber si la banda decidi¨® premeditadamente alejarse del estilo punk al considerarlo agotado, lo que resulta evidente escuchando London calling es que nunca estuvo sobre la mesa abandonar sus principios b¨¢sicos, tal y como ellos los entend¨ªan. Esto es: rebeld¨ªa contra el statu quo, rechazo de todo dogmatismo, horizontalidad y, desde luego, inequ¨ªvocos y contundentes planteamientos de izquierda.
En lo musical, de hecho, estaban emprendiendo un camino que tambi¨¦n recorrer¨ªan otros compa?eros suyos de generaci¨®n; sin ir m¨¢s lejos, John Lydon ¡ªantes conocido como Johnny Rotten¡ª, exl¨ªder de la otra gran banda emblem¨¢tica del momento, Sex Pistols, exploraba tambi¨¦n en ese momento fusiones de g¨¦neros con los innovadores Public Image Ltd. As¨ª lo analiza Mick Jones, en declaraciones recogidas por la revista Long Live Vinyl: ¡°El punk se estaba quedando m¨¢s y m¨¢s estrecho, como concentrado en una esquina. Pensamos que nosotros pod¨ªamos hacer cualquier tipo de m¨²sica¡±. Era el tiempo del pospunk.
Por otra parte, tambi¨¦n hab¨ªa algo de culminaci¨®n. No en vano, The Clash ven¨ªan de una gira por Estados Unidos donde hab¨ªan elegido como compa?eros de escenario a artistas tan aparentemente alejados de su sonido como Bo Diddley (pionero del rock and roll cl¨¢sico), la leyenda de la m¨²sica negra Screamin¡¯ Jay Hawkins (que se presentaba en el escenaro metido en un ata¨²d) o la m¨¢s lis¨¦rgica banda de rockabilly de la historia, The Cramps.
Su inter¨¦s tampoco era flor de un d¨ªa. Al menos Joe Strummer con su anterior formaci¨®n, los protopunk The 101ers, ya se hab¨ªa atrevido en directo a versionar composiciones tan heterodoxas como el cl¨¢sico popular negro Junco partner, Out of time (The Rolling Stones) o Gloria (Van Morrison). De hecho, en una de las p¨¢ginas del libro The Clash (2008, Global Rythm Press), que recopila textos firmados por todos los miembros de la formaci¨®n cl¨¢sica, Strummer admit¨ªa haberse esforzado en ¡°desaprender¡± lo que sab¨ªa sobre rock cl¨¢sico cuando estall¨® el movimiento punk: ¡°Fue como volver a la casilla de inicio, al a?o cero. Parte del punk consist¨ªa en desprenderte de todo lo que conoc¨ªas antes. [...] Hab¨ªa que deshacerse de nuestra manera de tocar en un intento febril por crear algo nuevo¡±.
Para hacer expl¨ªcito en London calling el nuevo hermanamiento entre la tradici¨®n estadounidense y los mismos punks que, solo dos a?os antes, hab¨ªan compuesto un tema como I¡¯m so bored with the USA (Estoy muy aburrido de Estados Unidos), se eligi¨® una foto del bajista Paul Simonon haciendo trizas su instrumento, en una portada dise?ada con la est¨¦tica, colores y tipograf¨ªa del disco debut de Elvis Presley.
Con ecos de opera rock, London calling evidentemente no es un ¨¢lbum que presente una historia definida pero, sin duda, funciona como obra unitaria porque tiene un tema principal. Ese tema, como no pod¨ªa ser de otra manera en su contexto social, es la derrota, y los protagonistas de las canciones son los perdedores.
El discurso de 'London calling' contin¨²a activo como el primer d¨ªa. El partido de Margaret Thatcher ha conseguido esta semana, con Boris Johnson a la cabeza, su mayor resultado electoral desde¡ los tiempos de Margaret Thatcher
Por las letras (mayoritariamente de Strummer, pero tambi¨¦n con muy notables aportaciones de Mick Jones, como es el caso de Train in vain, y Paul Simonon, responsable de la ic¨®nica The guns of Brixton) circulan tipos marginales, bandidos y h¨¦roes callejeros: desde ese Jimmy Jazz al que busca la polic¨ªa y del que nadie suelta prenda, hasta los rude boys (Rudie can¡¯t fail), el nombre con el que se denominaba a los guetos de j¨®venes de origen jamaicano que viv¨ªan en el Reino Unido y que frecuentemente eran v¨ªctimas de la xenofobia y el acoso policial. La subcultura de los rude boys acabar¨ªa populariz¨¢ndose con el ska, su particular manera de bailarlo y su relectura de las viejas ropas de g¨¢ngsteres.
El propio corte que abre el disco y le da t¨ªtulo, London calling, es una referencia a los boletines radiof¨®nicos (¡°Londres emitiendo¡¡±) que se ofrec¨ªan durante los bombardeos alemanes a la capital del reino en 1940 y 1941, y se enmarca en un clima de razonable p¨¢nico nuclear tras el accidente en la central de Three Mile Island, en Pensilvania, a principios de a?o. En ese paisaje apocal¨ªptico, la letra tambi¨¦n menciona la brutalidad de los cuerpos de seguridad o incluso el riesgo de desborde del r¨ªo T¨¢mesis que amenazaba con inundar el centro de Londres. En el verso ¡°phony beatlemania has bitten the dust¡± (¡°el camelo de la beatleman¨ªa ha mordido el polvo¡±), Strummer parece introducir el primer dardo envenenado de la funci¨®n: la met¨¢fora del fracaso de una generaci¨®n que se hab¨ªa cre¨ªdo capaz de so?ar con un mundo distinto y que, sin embargo, se estaba teniendo que resignar a contemplar su giro autoritario.
En el punk, sin embargo, la derrota siempre va asociada a la resistencia, por f¨²til que esta resulte. Las clases populares que tratan de salir adelante contra viento y marea protagonizan la emocionante y en¨¦rgica I¡¯m not down, la historia de alguien a quien la vida ha golpeado de todas las maneras, pero sigue en pie; o, sobre todo, la melanc¨®lica Lost in the supermarket, una delicada composici¨®n donde Strummer, seg¨²n revel¨® en una grabaci¨®n hecha p¨²blica en el documental conmemorativo Making of London Calling: The Last Testament (2004), trat¨® de dibujar la infancia de su compa?ero de banda Mick Jones, que creci¨® en un piso bajo de las afueras de Londres junto a su madre y su abuela. Jones cant¨® la canci¨®n a petici¨®n de Strummer, que la defin¨ªa como ¡°un relato de superaci¨®n¡±.
Mick Jones no fue la ¨²nica persona cercana que sirvi¨® de inspiraci¨®n a Joe Strummer: el vocalista tambi¨¦n tuvo tiempo de dedicar una canci¨®n encubierta a su productor, Guy Stevens: The right profile, posiblemente el corte m¨¢s estrafalario del ¨¢lbum, y aparentemente un tema que se burla de los conocidos problemas con el alcohol de Montgomery Clift. Stevens no solo ten¨ªa problemas igual de graves (de hecho, CBS prefer¨ªa no contar con ¨¦l y acab¨® cediendo por su amistad con Paul Simonon), sino que manejaba una disciplina de trabajo exc¨¦ntrica: hay fotos de las sesiones en estudio donde se le ve tirando sillas para, en teor¨ªa, crear una atm¨®sfera suficientemente tensa que diera a las canciones la fuerza que necesitaban. Johnny Green, uno de los asistentes de la banda, describ¨ªa el poder de Stevens de la siguiente forma: ¡°Su mundo estaba ardiendo y ¨¦l quer¨ªa avivar las llamas¡±.
Guy Stevens falleci¨® solo dos a?os despu¨¦s de la grabaci¨®n de London calling, por una sobredosis de f¨¢rmacos. The Clash lanz¨® en 1982 una canci¨®n dedicada a su memoria, Midnight to Stevens.
Pero quiz¨¢s lo que convierte al ¨¢lbum en una obra maestra es el n¨ªtido di¨¢logo que plantea entre sus mensajes pol¨ªticos y el sonido de las canciones. London calling tiene una vocaci¨®n aglutinadora e internacionalista, algo que se plasma por igual en la asimilaci¨®n de culturas musicales heterog¨¦neas y en el recurso a tem¨¢ticas como la de Spanish bombs, que recoge el testigo rom¨¢ntico de los brigadistas extranjeros que viajaron a Espa?a a defender la democracia y la Rep¨²blica en la Guerra Civil. Escrita en un registro pr¨®ximo a lo observacional, la canci¨®n entrelaza pasajes del conflicto, como el asesinato del poeta Federico Garc¨ªa Lorca a manos de los franquistas, con el amor condenado al fracaso entre una mujer y un miliciano for¨¢neo que se despide chapurreando un castellano torpe: ¡°Yo te quiero y finito, yo te acuerda, oh, mi coras¨®n¡±.
Algo parecido sucede en el himno Clampdown, dedicado a los j¨®venes rebeldes que luchan contra el orden establecido, y que incluye un gui?o a los movimientos socialistas emergentes en ese momento en Latinoam¨¦rica: la menci¨®n en espa?ol a los ¡°presidentes¡± malvados que buscan restringir derechos civiles.
London calling fue incluido como uno de los diez mejores ¨¢lbumes de todo el mundo (sexto puesto) en las dos votaciones organizadas por la revista estadounidense Rolling Stone en 2003 y 2012, en las que participaron cerca de 300 artistas, periodistas y profesionales de la industria. Seg¨²n el agregador sueco Acclaimed Music, la mayor base de datos de cr¨ªticas musicales, se trata tambi¨¦n del octavo disco m¨¢s valorado de todos los tiempos y el primero de una banda de punk-rock. Ha vendido dos millones de ejemplares.
London calling tambi¨¦n granje¨® a The Clash el respeto de muchos que les hab¨ªan despreciado, como fue el caso del cr¨ªtico Charles Shaar Murray, de New Musical Express, a quien no le qued¨® m¨¢s remedio que desdecirse de las palabras que hab¨ªa pronunciado tres a?os antes sobre el grupo: ¡°Son una banda de garaje y deber¨ªan volver all¨ª cuanto antes, preferiblemente con la puerta cerrada y los motores encendidos¡±.
Tambi¨¦n su tard¨ªa fecha de publicaci¨®n motiv¨® pol¨¦micas bibliogr¨¢ficas: que se editara un 14 de diciembre de 1979 dej¨® obsoletas muchas listas de los mejores ¨¢lbumes de los 70 que estaban difundiendo, con precipitaci¨®n, las cabeceras musicales. Otras, como Rolling Stone, directamente llegaron a nombrarlo mejor ¨¢lbum de la siguiente d¨¦cada al tomar como referencia su lanzamiento en enero de 1980 en Estados Unidos. Cabe se?alar que, seg¨²n el Diccionario Panhisp¨¢nico de Dudas, una d¨¦cada comienza con un a?o acabado en 1 y termina con otro acabado en 0, de modo que en 1980 segu¨ªa, t¨¦cnicamente, siendo un disco de los 70.
Beatrice Behlen, comisaria de la exposici¨®n conmemorativa sobre London calling que el Museo de Londres acoge actualmente hasta abril de 2020, dice a ICON hoy del disco: ¡°Muchas cosas contin¨²an destacando, desde la amplitud de los estilos musicales que confluyeron en su sonido hasta c¨®mo las letras reflejaban una serie de temas de la historia de la ciudad que tienen resonancia en la actualidad, adem¨¢s de la estrecha relaci¨®n que mantuvieron la banda y sus colaboradores¡±, en referencia a los partidos de f¨²tbol que el grupo jugaba contra los t¨¦cnicos del estudio en los descansos de las grabaciones, para desconectar. Entre los objetos de la exposici¨®n no llega a estar el bal¨®n con que se disputaban esos encuentros, pero s¨ª el desventurado bajo de Paul Simonon de la famosa portada.
El veterano escritor neoyorquino, especialista en rock, Robert Christgau, explica a ICON la importancia del disco: "London calling es recordado por muchas y excelentes razones, entre ellas su audacia: un ¨¢lbum doble de la banda que personificaba la brevedad y la rebeld¨ªa punk anticomercial, y que va mucho m¨¢s all¨¢, tanto en la composici¨®n de canciones como en la instrumentaci¨®n: ?The card cheat, aderezada con una trompa, tiene a Mick Jones al piano! Fue donde anunciaron que quer¨ªan jugar con los grandes y enterraron a la mayor¨ªa de ellos de inmediato. Pero para m¨ª todav¨ªa no supera a su debut, cuya cruda econom¨ªa de recursos, cuidada armon¨ªa e inteligencia pol¨ªtica no tienen parang¨®n en el rock & roll".
The Clash lograron mantener un gran nivel de ventas en los siguientes trabajos: si bien Sandinista! (1980) no ha tenido las mismas cifras con el tiempo, en su momento se vendi¨® igual de bien que London calling, y en 1982 Combat rock (que tra¨ªa cl¨¢sicos instant¨¢neos de la banda como Should I stay or should I go o Rock the casbah) fue un ¨¦xito a¨²n mayor.
Tras ese ¨²ltimo disco, el bater¨ªa Topper Headon fue expulsado de la banda por Strummer debido a su adicci¨®n a la hero¨ªna, y le seguir¨ªa Mick Jones. Los m¨²sicos lograron retomar la amistad y en 2002 el guitarrista accedi¨® a volver a interpretar en un concierto varios temas de The Clash junto al grupo de Strummer, The Mescaleros. No hubo tiempo para plantear nada m¨¢s: en diciembre de ese a?o, Joe Strummer muri¨® repentinamente a consecuencia de una enfermedad del coraz¨®n no diagnosticada.
El discurso de London calling, sin embargo, contin¨²a activo como el primer d¨ªa. Ya no vivimos instalados en el p¨¢nico nuclear de entonces, pero s¨ª en la crisis clim¨¢tica. El partido de Margaret Thatcher ha conseguido esta semana, con Boris Johnson a la cabeza, su mayor resultado electoral desde¡ los tiempos de Margaret Thatcher. Los inmigrantes vuelven a estar en el centro de la diana en Reino Unido.
Durante a?os, The Clash representaron la alternativa social y comprometida frente al nihilismo destructivo y orgullosamente superficial de Sex Pistols. Pero 40 a?os despu¨¦s, parece pertinente preguntarse: ?y si realmente no hab¨ªa futuro?
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