La soledad y el declive de Margaret Thatcher
Una biograf¨ªa describe a la pol¨ªtica brit¨¢nica como ¡°calculadora, pero con principios; con una mirada de hielo y un coraz¨®n c¨¢lido¡±
En los ¨²ltimos a?os de su vida, Margaret Thatcher visitaba de vez en cuando la casa de campo de uno de sus muchos admiradores. Se sentaba sola frente a un cuadro victoriano llamado The Leamington Hunt que representaba una escena de caza con decenas de sabuesos. La Dama de hierro contaba una y otra vez los perros. La repetici¨®n ten¨ªa un efecto terap¨¦utico en una mujer de m¨¢s de 80 a?os cada vez m¨¢s derrotada por la demencia senil.
El periodista y escritor Charles Moore, director en su d¨ªa de The Daily Telegraph ¡ªla Biblia del conservadurismo brit¨¢nico m¨¢s duro¡ª ha terminado el tercer volumen de su monumental biograf¨ªa de Thatcher. Herself Alone (Ella a Solas) es un relato, quir¨²rgico en su precisi¨®n, del golpe interno en el Partido Conservador que derrib¨® a la primera ministra que m¨¢s huella dej¨® en el Reino Unido del siglo XX. Pero esa es ya una historia mil veces contada, cuyas versiones interesadas nunca concluir¨¢n en una s¨ªntesis definitiva. Moore, por ejemplo, se suma a la propia tesis de la Dama de hierro que coloca en el centro de la conspiraci¨®n a su ministro de Econom¨ªa y luego sucesor, John Major. Es probable que m¨¢s que una conspiraci¨®n, su ca¨ªda fuera el desenlace inevitable de una dirigente cada vez m¨¢s encerrada en s¨ª misma, m¨¢s ajena a la realidad de su partido y m¨¢s alejada de un sentir popular del que, tiempo atr¨¢s, hab¨ªa sido int¨¦rprete exquisita.
Es la ¨²ltima parte del libro la que desgarra hasta al lector m¨¢s contrario al personaje. No tanto, quiz¨¢s, como para comprar sin escepticismo la descripci¨®n que Moore hace de ella ¡ª¡°agresiva, pero amable; ruda y educada; calculadora, pero con principios; con una mirada de hielo y un coraz¨®n c¨¢lido¡±¡ª. Pero con un contenido tr¨¢gico ante el que es imposible no sentir compasi¨®n.
Cuando Thatcher abandon¨® el n¨²mero 10 de Downing Street, la residencia oficial de los primeros ministros y su lugar de trabajo, hab¨ªa pasado all¨ª los 12 a?os m¨¢s intensos de su vida madura. Sali¨® sin amigos, arruinada, incapaz de manejar un control remoto de televisi¨®n (una de las novedades de la d¨¦cada) y sin entender c¨®mo pod¨ªa dejarse un mensaje telef¨®nico en un contestador autom¨¢tico. Aislada en su domicilio de Dulwich, cuenta Moore c¨®mo, en su desesperaci¨®n, llam¨® a quien durante a?os hab¨ªa sido su secretario particular, Charles Powell, para decirle que no ten¨ªa agua caliente. Cuando Powell le sugiri¨® que llamara a un fontanero, la pol¨ªtica le explic¨® que no sab¨ªa c¨®mo hacer eso. ¡°Pruebe con las p¨¢ginas amarillas¡±, le sugiri¨® su fiel aliado. Imposible. Powell tuvo que desplazarse hasta all¨ª y solucionar ¨¦l mismo el problema.
Hubiera podido hacerlo su hijo Mark, pero la relaci¨®n entre ambos se hab¨ªa vuelto inexistente. La ayuda que en su d¨ªa le proporcion¨® para impulsar sus negocios con el mundo ¨¢rabe se convirti¨® en constante fuente de esc¨¢ndalo pol¨ªtico y acab¨® en un desencuentro definitivo. Con su hija Carol, la relaci¨®n nunca fue buena, y a punto estuvo de desheredarla cuando revel¨® al mundo que su madre hab¨ªa emprendido un viaje hacia el olvido con sus primeros s¨ªntomas de demencia senil. Su nieta Amanda recuerda c¨®mo, cuando ten¨ªa cinco o seis a?os, su abuela se sent¨® junto a su cama para contarle un cuento de buenas noches. Inadvertidamente, acab¨® disertando consigo misma en voz alta sobre las razones por las que condujo al Reino Unido a una guerra contra Argentina por las Islas Malvinas. ¡°?Entend¨ªa por qu¨¦ era tan importante para nuestro pa¨ªs reclamar ese territorio? ?Ten¨ªa claras las razones por las que nuestras tropas deb¨ªan permanecer all¨ª una vez hubiera concluido el conflicto?¡±, se preguntaba Thatcher ante el pasmo de la peque?a.
Su marido, el hombre que durante a?os fue su m¨¢s firme apoyo, comenz¨® a volar por libre. Denis dedic¨® sus d¨ªas al golf y otras pasiones, y resucit¨® una extra?a amistad con Mandy Rice-Davies, una de las dos mujeres, junto a Christine Keeler, que protagoniz¨® en los a?os sesenta el "esc¨¢ndalo Profumo".
Denis muri¨® pocos a?os antes que su esposa. Thatcher se consumi¨® en la recta final en una soledad absoluta. La pol¨ªtica que marc¨® el car¨¢cter con el que el Reino Unido entr¨® en el siglo XXI (no se puede entender a Tony Blair sin entender su fascinaci¨®n por ella) pas¨® su ¨²ltima noche viendo Songs of Pray, un cl¨¢sico programa de himnos religiosos de la BBC, y repasando viejas fotos de cachorros de perro.
Thatcher vivi¨® para la pol¨ªtica y fue incapaz de realizar una transici¨®n suave hacia la vida ordinaria. Anclada en un pasado que ella fue capaz de forjar contra todos los elementos, no pudo ni supo encarar el futuro. Sus memorias, Los A?os en Downing Street, siguen las m¨¢s vendidas por un ex primer ministro. Un mill¨®n de ejemplares, frente a los poco m¨¢s de 30.000 de Tony Blair. Thatcher qued¨® fijada como una leyenda odiada o reverenciada por los brit¨¢nicos, mientras el ser humano de carne y hueso languideci¨® en un triste olvido.
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