Retrasados

El derrumbe de Corbyn ha sido, hasta ahora, lo m¨¢s sugestivo del insoportable Brexit. Ha ca¨ªdo como un gato muerto y sin rebote. No se ve¨ªa un fracaso semejante desde antes de la Segunda Guerra Mundial.

El desatino de Corbyn ha sido creer que un pa¨ªs donde a¨²n quedan restos de una excelente ense?anza universitaria y en el que la poblaci¨®n puede ver por televisi¨®n reportajes muy bien documentados sobre el desastre de los Estados comunistas, iba a tragar con su programa de paleosocialismo reaccionario disfrazado al modo progresista. Un programa, para entendernos, de los que tienen ¨¦xito en Argentina, en Grecia o en Espa?a.

El socialismo ve cada d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil explicar lo que esa palabra significa una vez desaparecido el proletariado. Puede venderlo mezclado con sentimientos nacionalistas, con sue?os feministas, transexuales, clim¨¢ticos o sindicalistas, pero ese c¨®ctel es t¨®xico, como se vio en Grecia. Los verdaderamente desesperados no tienen por qu¨¦ asumir normas elitistas y paternalistas de un estamento pol¨ªtico cuyos sueldos multiplican por 10 el salario m¨ªnimo. Los aut¨¦nticamente airados saltan a la calle a incendiar y destruir, una actividad impune que aplauden desde sus sillones los millonarios independentistas.

Esa es la paradoja de nuestros socialistas: pactan con un par de sociedades ricas (las m¨¢s ricas, exactamente) que detestan y desprecian a las comunidades pobres a las que quieren hundir. As¨ª, por ejemplo, ese millonario catal¨¢n encargado de la defensa del pueblo (?!), que acusa a los ¡°espa?oles¡± de arruinar la sanidad catalana. Este tipo dice ser de izquierdas. Ni un solo socialista ha osado contestar a este racista. En Catalu?a no hay lucha de clases, solo de identidades.