No perder por el camino a los ni?os ¡®superdotados¡¯
Los primeros a?os son clave para cimentar una vida productiva y saludable pero la atenci¨®n al desarrollo infantil en Am¨¦rica Latina y el Caribe sigue teniendo retos pendientes
Quienes dicen que su hijo de dos a?os es un superdotado, no mienten. Durante los primeros a?os de vida es cuando m¨¢s crece el cerebro, y las conexiones neurol¨®gicas se multiplican a una velocidad tal que no pueden sino provocar la admiraci¨®n de quienes ven c¨®mo los ni?os progresan d¨ªa a d¨ªa. Es algo que no se volver¨¢ a repetir en ning¨²n momento de la existencia humana y, por ello, es el momento clave para potenciar las habilidades y la capacidad de aprender, y para sentar los cimientos de una vida productiva y saludable. Es, tambi¨¦n, cuando los ni?os empiezan a observar y a asimilar las normas sociales y de convivencia. Lo que sucede en los primeros a?os de vida afecta la ni?ez, la juventud y la vida adulta en aspectos tan claves como, por ejemplo, el desempe?o escolar, la productividad, la salud o la capacidad de regular las emociones.
En un esfuerzo por conocer el estado de la primera infancia en Am¨¦rica Latina y el Caribe, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha realizado en los ¨²ltimos a?os un an¨¢lisis extenso de los datos disponibles sobre la situaci¨®n del desarrollo infantil, as¨ª como sobre la cobertura y la calidad de los servicios que se ofrecen en esta parte del mundo. Una de las principales conclusiones de estos estudios es que el nivel de riqueza, la educaci¨®n y la calidad del ambiente en el que crecen los ni?os se encuentran directamente relacionados con sus niveles de desarrollo, siendo inferiores entre los m¨¢s desfavorecidos. Es decir, los ni?os que crecen en hogares en mayor situaci¨®n de desventaja tienen menos oportunidades de aprender y desarrollarse. Son, por ello, quienes m¨¢s pueden beneficiarse de servicios que les expongan a entornos m¨¢s estimulantes, a m¨¢s lenguaje, m¨¢s juegos o m¨¢s interacciones sensibles y receptivas a sus necesidades.
Los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y el Caribe han experimentado un importante crecimiento en la cobertura de sus servicios en centros infantiles, ya se trate de jardines de cuidado o de servicios de preescolar, pero es, todav¨ªa, insuficiente. Por otra parte, la expansi¨®n de esta cobertura no ha estado necesariamente focalizada en los ni?os m¨¢s pobres, en especial en lo que se refiere a los ni?os de cero a tres a?os, y, m¨¢s importante si cabe, la calidad de estos servicios tiene un amplio margen de mejora.
La calidad las interacciones entre ni?os y adultos, que han de ser c¨¢lidas, frecuentes, ricas en vocabulario y receptivas a las necesidades de los menores, es un requisito imprescindible para que los programas de desarrollo infantil consigan resultados positivos, con independencia de que tengan lugar en centros institucionales o en el hogar. Unos servicios de baja calidad pueden perjudicar el desarrollo y mejorarlos pasa necesariamente por la formaci¨®n, motivaci¨®n, retenci¨®n y cuidado de quienes los dispensan, ya que los servicios de desarrollo infantil son intensivos en recursos humanos.
Las interacciones entre ni?os y adultos han de ser c¨¢lidas, frecuentes, ricas en vocabulario y receptivas a las necesidades de los menores
Los servicios de desarrollo infantil tienen, en Am¨¦rica Latina y el Caribe, un gran campo para expandirse. Se ha explotado poco la vinculaci¨®n con otros servicios como, por ejemplo, las transferencias monetarias, y queda mucho por hacer en sistemas subsidiados que prioricen la atenci¨®n de los m¨¢s pobres. Junto a estos, existen desaf¨ªos m¨¢s nuevos como el tr¨¢nsito de servicios de atenci¨®n en instituciones a hogares de acogida, algo pr¨¢cticamente inexistente en nuestra regi¨®n y que ya es habitual a nivel internacional.
La mejora de la calidad requiere tambi¨¦n repensar el tema de los recursos humanos. Es imperativo cuidar a los cuidadores lo que implica aplicar pol¨ªticas que no repliquen esquemas de empleo precario y, a la vez, prestar mayor atenci¨®n a los procesos de selecci¨®n de personal, a los planes de formaci¨®n, incentivos, remuneraciones y perspectivas de crecimiento profesional para atraer y retener a los profesionales m¨¢s competentes en este ¨¢rea.
Finamente, pero no menos importante, las pol¨ªticas p¨²blicas en la materia tienen que considerar indicadores poblacionales, tanto del desarrollo como de la cobertura, calidad y focalizaci¨®n de los servicios. Para ello es necesaria la medici¨®n peri¨®dica del desarrollo infantil y de la calidad de los servicios en las encuestas y sistemas nacionales lo que plantea el desaf¨ªo a?adido de fortalecer los marcos regulatorios y de gesti¨®n de la calidad.
Conseguir un crecimiento saludable en los primeros a?os de vida supone la confluencia de m¨²ltiples sectores. Si las atenciones en materia de la salud son importantes en lo referente a la salud materno-infantil o la nutrici¨®n, por ejemplo, no lo son menos las condiciones de la vivienda, de la comunidad o el acceso a agua y saneamiento. Solo una visi¨®n hol¨ªstica permitir¨¢ avanzar en la direcci¨®n correcta para que ni?os y ni?as sienten en sus primeros a?os de vida los cimientos adecuados con los que alcanzar su pleno potencial en la vida adulta y se abra esa ventana ¨²nica e irrepetible hacia un mejor futuro para Am¨¦rica Latina y el Caribe.
Mar¨ªa Caridad Araujo es economista principal de la Divisi¨®n de Protecci¨®n Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
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