Dos gr¨¢ficos para cambiar nuestra pol¨ªtica migratoria
El nuevo Gobierno tiene la oportunidad de enmendar los errores de la ¨²ltima d¨¦cada
Durante m¨¢s de una d¨¦cada, Espa?a se ha sentado en el bordillo a ver c¨®mo otros iban reduciendo la pol¨ªtica migratoria europea a una herramienta de aislamiento y castigo. El gobierno que se constituya en las pr¨®ximas semanas (San Cucufato mediante) tiene la obligaci¨®n de corregir esta omisi¨®n intolerable. La encrucijada es simple: consolidar un modelo concebido para detener los flujos a cualquier precio, antes que para gobernarlos; o aceptar los riesgos diferentes de una movilidad menos microgestionada pero mucho mejor alineada con los intereses y valores de Europa (incluyendo los de su pol¨ªtica de desarrollo).
Esta semana me he topado con dos gr¨¢ficos que ilustran las virtudes de la segunda opci¨®n. El primero de ellos fue publicado en El Confidencial (Carlos S¨¢nchez), dentro de un art¨ªculo que analiza el incremento del n¨²mero de extranjeros en el mercado laboral espa?ol. Un tercio de los 431.254 empleos creados en el ¨²ltimo a?o han sido ocupados por inmigrantes. La tendencia queda reflejada en el gr¨¢fico adjunto (una versi¨®n propia sobre los mismos datos), que describe el impacto de la crisis en la contrataci¨®n de extranjeros y la recuperaci¨®n posterior hasta las cifras r¨¦cord que estamos viviendo ahora.
La evoluci¨®n de estos n¨²meros es el resultado de otras dos tendencias al alza: el deterioro demogr¨¢fico de nuestra econom¨ªa y la dificultad para cubrir los puestos de trabajo disponibles con mano de obra nacional. Una sociedad m¨¢s envejecida, en la que trabajadores nacionales cualificados salen en busca de mercados m¨¢s lucrativos y en donde los inmigrantes hacen mucho m¨¢s que servir una mesa o limpiar una casa. Nada muy original, por otro lado. Alemania acaba de anunciar un pacto social para la contrataci¨®n de 1,4 millones de trabajadores extranjeros que cubran en los pr¨®ximos a?os las necesidades de su mercado laboral. Canad¨¢ y Nueva Zelanda llevan haci¨¦ndolo mucho tiempo, inmunes a los ataques de histeria que proliferan en Europa.
El segundo gr¨¢fico no es nuevo, pero ha sido rescatado para ilustrar una recomendable pieza de Melissa Siegel (MIGNEX) sobre los efectos (imaginarios) de la ayuda al desarrollo en la contenci¨®n de los flujos migratorios. El gr¨¢fico (tomado de Haas) explica de forma simple que no emigra el que quiere sino el que puede. La movilidad humana es un proceso racional derivado de la acumulaci¨®n de capital econ¨®mico y educativo, lo que significa que la emigraci¨®n ¨Csobre todo la emigraci¨®n a las regiones m¨¢s ricas¨C se intensifica a medida que los pa¨ªses de origen consolidan sus clases medias. Y que cuanto m¨¢s lucrativo es el destino, m¨¢s atractivo resulta para los migrantes. Es decir, justo lo contrario de lo que pretende la UE destinando a diversas regiones africanas un Fondo Fiduciario de Emergencia para el desarrollo anti-migraciones que ya se ha gastado la friolera de 4.600 millones de euros desde 2015. La ¨²nica "emergencia" que resuelve este fondo son los apuros electorales de sus promotores.
Conclusi¨®n: (1) la inmigraci¨®n es necesaria hoy y lo ser¨¢ m¨¢s en el futuro, por lo que empe?arse en evitarla no es una buena idea aunque la rebuzne Vox y la cacareen sus primos; (2) la ayuda al desarrollo sirve para muchas cosas, pero no para frenar las migraciones; y (3) si lo que se quiere es vincular movilidad humana y desarrollo, ?por qu¨¦ no dedicar parte de esos recursos a gestionar flujos de inmigraci¨®n m¨¢s abundantes, mejor preparados y m¨¢s ordenados desde las regiones que concentran la pobreza? No se me ocurre una aspiraci¨®n m¨¢s noble y m¨¢s inteligente para quienes gestionen en los pr¨®ximos a?os las pol¨ªticas de inmigraci¨®n y de desarrollo del nuevo Gobierno.
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